—¿De qué querías hablar?— indagó el abuelo.
Ambos nos encontrábamos sentados frente a frente en el escritorio de la oficina.
—Bueno, lo que quiero decirte es que voy a cumplir con lo que el tío Jan deseaba. Quiero ser una interna más de aquí.
El abuelo soltó un suspiro.
—En primer lugar, deja de decir que es un internado porque no lo es y en segundo lugar, eso ya no es necesario, si tú no quieres no es obligatorio.
—Vamos abuelo, todos sabemos que intentas disfrazar al internado como si fuera una Academia— bromeé—Pero en serio, es algo que también quiero hacer.
Se silenció unos segundos para posteriormente asentir.
—¿Cuándo quieres empezar?
—Lo más pronto posible— respondí con seguridad.
—De acuerdo, pero sabes que no va a ser tan flexible para ti.
—Si, como sea.
—Bien, mañana será tu primer día— informó.
—Gracias, adiós— me despedí rápidamente para evitar la explicación que le tenía que dar por lo del funeral.
—¿A dónde vas?, tenemos que hablar.
Me levanté del asiento.
—Pero abuelito, estás muy ocupado.
Di unos lentos pasos hacia la salida.
—Para ti tengo todo el tiempo del mundo— replico.
—Bueno, ya, lo que paso, es que estaba muy dolida con lo que había pasado. Viví dos años pensando en que nos habían abandonado porque si y ayer me enteré a través de una maldita carta que no fue así, que se fueron para protegernos.
El abuelo asintió.
—¿Por qué asientes? ¿Tú lo sabías?
—Todos lo sabíamos, pero tú no querías escuchar, jamás nos escuchaste Rhea, pero no te podíamos obligar a que lo hagas, al final te ibas a dar cuenta.
—Bueno, ya, ahora lo sé, pero no te creas que por eso cambiaré mi forma de ser.
—Lo sé, de a poco. Antes de que te vayas, me gustaría que recorrieras y conocieras mejor el internado.
—¡Sabía que era un internado!— acoté con diversión.
—¡Rhea! ¡Me haces confundir!— se defendió.
—Bien, me iré.
—Espera un segundo que llamaré a alguien para que te ayude a recorrer, así no te pierdes, aunque deberías conocerlo ya.
—Claro, es la segunda vez que vengo luego de la última vez a mis diez años. ¿Cómo no lo recuerdo?— repliqué irónica.
El abuelo llamó por teléfono a un tal Jasón y este llego en cuestión de minutos.
—Permiso— se oyó la voz de joven.
—Si, Jasón adelante.
Tengo que admitir que estaba bien bueno ese Jasón, cabello azabache, ojos azules, alto, totalmente mi tipo.
—Quiero presentarte a mi nieta— e hizo énfasis en nieta— Ella es Rhea Bell y a partir de mañana será una estudiante más, así que quiero que le muestres la Academia y luego la habitación en la que va a quedarse. Al final del segundo piso, habitación noventa y dos.
—Claro señor.
—Y quiero que mantengan una distancia de cinco metros y es en serio.
—Si, señor— respondió con seriedad.
—Abuelo, no seas anticuado— me quejé.
—¡Rhea!— regañó.
—Bien, ya vámonos— le dije al empleado.
—Por favor mantén distancia porque me tomo mi trabajo con seriedad— pidió.
Solté un suspiro desganado.
—Será una larga y aburrida estancia— me quejé.
Salimos y comenzamos a recorrer todo el lugar.
—Este es el primer piso en donde generalmente están las estudiantes de primer año, en esta primera planta no hay más que habitaciones y luego van subiendo de piso según el tiempo que estén.
Subimos por unas escaleras al segundo piso.
—Aquí, entre nos, es un internado disfrazado de Academia, ¿verdad?. Mi abuelo lo niega rotundamente, pero estoy segura de ello.
Jasón dejó escapar una sonrisa.
—Si así quieres llamarlo, no soy quien para detenerte— respondió con diversión—Olvide decirte, además de las habitaciones, en el primero piso se encuentra la oficina del director, vicedirector y Administración- caminamos por el segundo piso—Aquí hay estudiantes que llevan tres años y dato de vital importancia, yo soy el regente y no soy nada paciente— informó—Más al fondo, está la cocina y el gran comedor en el que las estudiantes se juntan a desayunar, almorzar y cenar.
Mientras recorríamos el segundo piso, note que una estudiante no me sacaba los ojos de encima.
—Realmente me parece muy interesante lo que me cuentas, pero ¿quién es ella?— señalé a la estudiante.
—Ella es Lux Mazin, una de las estudiantes de segundo año y con la cual vas a tener que llevarte bien porque tu habitación es la dé al lado.
—¿Y se supone que comparto habitación con alguien?
—Si, por lo general siempre hay cuatro estudiantes por cuarto.
Nos adentramos en mí supuesta habitación y había otras tres niñas más con el uniforme reglamentario.
—Esta es tu habitación- informo— Ella es Melin— señaló a una niña de cabello azabache hasta un poco más por debajo de los hombros y ojos en color negros—Ella es Agustina— ella era de pelo castaño claro largo y liso, de ojos marrones—Y por último ella es Marivith— esta era pelinegra hasta los hombros, acompañado de un flequillo que pasaba sus ojos y ojos marrones oscuros—Ella será su nueva compañera a partir de mañana, tendrán tiempo para conocerse así que continuaremos el recorrido.
Cuatro camas, una ventana por la que cabría si llego a cambiar de opinión, unos cuantos cuadros y decoraciones en rosa y luego... mis compañeras de cuarto.
Las niñas se limitaron a asentir y continuaron con lo que estaban haciendo.
—¿Esas son mis compañeras?— indagué sin emoción.
—Si, pero si no es de tu agrado, puedo enviarte a la habitación de Lux.
—¡No puedo aguantar las ganas de conocer a mis nuevas compañeras!— esbocé irónica.
—Te caerán bien, te lo aseguro— consoló.
Esa tal Lux continuaba observándome.
¿Cuál era su problema?
—Dame un segundo— pedí.
—Bien.
Me encaminé hacia la tal Lux.