Luego de unos minutos me quede dormida sobre el hombro de Galen en las sillas de la sala de espera y sentí unos de sus brazos rodeándome al mismo tiempo que palmeaba mi hombro con suavidad en un gesto de consuelo.
A pesar de que había despertado, me mantuve apoyada sobre su hombro un rato más.
Acomodé mi postura y estiré mi cuerpo.
—¿Cuánto tiempo me dormí?— di una rápida mirada hacia Galen.
—No mucho— respondió con una sonrisa.
—¿Han dicho algo acerca de mi abuelo?
—Dijeron que está un poco mejor, aún no ha despertado, pero está fuera de peligro. El doctor dijo que iba a avisarnos cuando despertara y podamos entrar a verlo.
Asentí en respuesta.
—Vamos a cenar, no has comido en todo el día y necesitas comer algo.
—No tengo hambre, pensaré en ello cuando vea a mi abuelo despierto.
—Rhea, no es algo que está a discusión, no has ingerido nada durante el día y debes estar bien para ver al señor Bell.
Largué un suspiro y asentí.
—Tú ganas.
Fuimos hasta la cafetería y ordenamos algo para cenar mientras esperábamos por más noticias.
—Debí haberte hecho caso— comenté con la cabeza inclinada y desganada.
—Deja de pensar en eso y culparte. El señor Bell se pondrá bien y todo volverá a la normalidad.
—¿Tú crees?
—Claro que si— aseguró.
En ese momento mi teléfono sonó y al observar la pantalla, observe el nombre de Elián en él, había olvidado avisarle.
—Elián, lo siento, yo olvidé avisarte.
—Olvídalo, ¿qué paso con el abuelo? ¿Está bien? ¿Qué dijeron los doctores?
—Elián en primer lugar cálmate, él está mejor. Ven al hospital Bremwort y hablaremos sobre ello.
—Ya salgo para allá— avisó.
—De acuerdo, esperaré por ti.
La llamada finalizó y aún no había tocado la cena.
—¿Era tu hermano?— indagó Galen.
—Sí, dijo que estaba en camino. Se oía bastante alterado.
—¿Qué le dirás?
—La verdad, no puedo mentir sobre este aparte, debe saber lo del abuelo Relish.
—¿Qué has pensado hacer con él?
—Claramente, voy a sacarlo de ese horrible lugar y lo llevaré a casa conmigo.
—Que bueno que lo hagas— sonrió en consuelo.
—Es lo menos que puedo hacer.
Galen apoyó su mano sobre la mía.
—Come Rhea, vas a necesitar energía.
Me quedé en silencio por un momento y luego asentí.
Comí todo lo que había en el plato y estaba lista para regresar.
—Regresemos que Elián va a llegar en cualquier momento— pedí.
—Sí, vamos.
Al regresar, Elián estaba allí junto con Phoe.
—¿En qué viniste? ¿En avión?— interrogué por lo rápido que había llegado.
—Estábamos cerca de aquí.
Asentí.
—Hola, Phoe— saludé.
—Hola, linda— saludó con su sonrisa característica.
—Él es Galen, Galen él es Elián, mi hermano y su novia Phoe.
—Gusto en conocerlos— saludo Galen y estiro su mano hacia Elián.
—Igualmente— respondió Elián tomando su mano.
—Elián necesito hablar contigo a solas— pedí.
—Si, claro.
Nos dirigimos hacia el patio del hospital y nos sentamos en uno de los bancos cercanos.
—¿Ese tal Galen no es parecido a Ricitos?— interrogo Elián con curiosidad.
—Claro que no, cállate y escucha. Hay dos cosas que debes saber.
—Bien, te escucho.
—¿Recuerdas al abuelo Relish?
—¿Por qué lo preguntas?
—¿Lo recuerdas o no?
—Pues no, murió cuando éramos muy pequeños.
—Escucha bien Elián— tomé aire y continué— El abuelo Relish no murió, está vivo.
—Rhea, no me vengas con esas idioteces en este momento— pidió con seriedad.
—Escúchame idiota, estuvo toda su vida encerrado en un maldito asilo porque nuestros padres lo abandonaron.
—¿Qué quieres decir? ¿Cómo sabes eso?
—Como castigo, el abuelo Bell me mando a hacer tareas comunitarias al asilo donde esta Relish y me toco cuidarlo a él, nos empezamos a contar nuestras historias y él se dio cuenta de que era su nieta, él me lo dijo y el abuelo Bell, lo sabía y yo estaba muy triste y furiosa, más furiosa y es por eso que discutimos y sin querer lo tire de las escaleras— confesé rendida y caí al suelo.
—¡Oh, Rhea!
Se acercó a mí y me envolvió en un abrazo.
—Saldremos juntos de esto como siempre.
—Pensé que te enfadarías, ¿cómo es que nunca te enojas por las cosas que hago?
—Es que temo por mi vida—respondió en tono burlón.
—Eres un idiota.
—Lo sé, pero la simple razón por la que nunca me enfado es porque no puedo y porque tenemos que estar unidos. Te conozco Rhea y sé que te escudas detrás de alguien que no eres, pero sé que volverás a ser como antes y yo estaré para ti siempre.
—Gracias, hermanito.
—Eres lo más preciado que tengo Rhea— dijo besando mi cabeza.
—Tu igual.
Elián me observó divertido.
—Oye, ¿Cambiaste a Ricitos por su gemelo nerd?
—Ya, Elián, que no se parecen.
—Si tú lo dices.
—Claro, regresemos.
—Vamos.
Estuvimos en la sala de espera, hasta que el doctor llego.
—Rhea y Elián Bell, ¿están aquí?
—Sí, somos nosotros— dije señalando a Elián.
—¿Alguna novedad?— interrogó Elián.
—Si, ya pueden entrar al verlo.
—Oh, gracias— respondí aliviada.
Fuimos rápidamente a la habitación donde se encontraba el abuelo.
Yo solo entre apenada y me quedé en un rincón.
—¡¡Abuelo!!, ¿te sientes mejor?— interrogo Elián con una sonrisa.
—Si, no fue nada, es porque ya estoy viejo— bromeó.
—Nos asustaste mucho.
El abuelo dirigió su vista a mí.
—Lo siento— dije con la cabeza inclinada.
—No fue tu culpa Rhea, yo solo perdí el equilibrio— respondió con serenidad.