Al llegar me senté junto a Elián, quien se encontraba en la sala de espera.
—¿Alguna noticia acerca del abuelo?
Elián negó con la cabeza.
—Todavía no salieron los doctores.
—Bien, continuemos esperando.
Entre conversaciones y una espera eterna, finalmente los doctores salieron de la habitación.
—Bien, todos los estudios están muy bien y creo que le puedo dar de alta— observó la planilla que traía entre sus manos—Hoy mismo.
—¿Hoy mismo?— repetí con emoción.
—Si, pero en unas horas porque hay que hacerle unos estudios finales para asegurarnos de que esté bien del todo.
—Claro, muchas gracias doctor.
—En un momento regreso— avisó el doctor.
Se retiró de la sala de espera para regresar nuevamente hacia la habitación.
—¡Qué gran noticia!— esbozo Elián con emoción.
—Si, solo queda esperar— respondí.
—¿Dónde se quedará el abuelo Relish?— interrogo Elián.
—No hablamos todavía de eso, pero seguro se quedará en la casa junto con nosotros.
—¿Y cuándo iras a buscarlo?
—Iré hoy mismo.
—Tendremos que hacerle un cuarto para él.
—Elián, podemos darle la habitación del tío Jan.
—Rhea, no creo que sea la mejor idea.
—¿Crees que la mejor forma de preservar su memoria es encerrando todos sus recuerdos y pertenencias en aquella habitación?
—Aun conserva su perfume.
—Bien, entonces dejaremos esa habitación bajo llave y nunca la abriremos, porque eso es mejor para recordarlo que continuar dándole vida mediante su uso y estando rodeados de esos recuerdos— suspire— Solo será más depresivo Elián, no podemos encerrar todo aquello porque lo estaríamos encerrando a él también.
Phoe se acercó hacia Elián y acaricio su hombro.
—Escúchala Elián, sé que aún es difícil, pero es lo mejor que pueden hacer por Jan.
Elián asintió.
—Bien, le daremos la habitación.
Me acerqué hacia Elián y lo envolví en un abrazo.
—Gracias por siempre entenderme.
Le regalé una mirada de agradecimiento a Phoe y ella sonrió en respuesta.
—No tengo opción— bromeó— Ve por el abuelo Relish, yo me quedaré con el abuelo Bell.
—No, esperaré hasta que salga, quiero estar con él— pedí.
—Bien, esperaremos juntos.
Asentí y nuevamente nos encontrábamos a la espera de noticias.
Observe a Galen y no pude evitar formar una sonrisa. Aún se encontraba allí firme y a pesar de que sabía que era para asegurarse de que el abuelo se encontrara bien, se sentía bien tenerlo alrededor.
Luego de unas horas, trajeron al abuelo para que podamos llevarlo a casa.
—Elián, tú llévate al abuelo y yo iré por el abuelo Relish al asilo— pedí.
—Si, claro, nos veremos en la casa.
Galen se ofreció a llevarme, ya que habíamos ido juntos en su vehículo al hospital, por lo que acepte que me llevara.
Cuando llegamos nos dirigimos hacia la mesa de recepción.
—Buenos días, quiero llevarme al señor Relish— pedí.
—¿Cuál es su nombre?— interrogó la recepcionista.
—Rhea Bell Relish— agregué.
—¿Eres su hija?
—No— respondí seca.
—¿Cuál es el vínculo que los une?
—Soy su nieta— respondí con impaciencia.
—Bien, espérame un segundo.
La recepcionista comenzó a cliquear en su computador.
—Lo siento, señorita, pero el señor Relish, no tiene ningún pariente autorizado a retirarlo de aquí, tampoco hay algún pariente relacionado con él, por lo que no puede solicitar su retiro.
—¿Tú crees que miento?— indague con enfado.
—No estoy diciendo eso, señorita, debo seguir con las políticas del lugar y una de ellas es que si dicho familiar no figura en la autorización, no puede retirarlo.
Mi límite había llegado. Fui atrás del mostrador y la tomé de su uniforme.
—A las políticas me los paso por el trasero.
—Señorita, cálmese— pidió con temor.
—No, no me calmaré, quiero llevarme a mi abuelo y una empleaducha como tú no lo impedirá...— afirme.
—Necesito que se calme— pidió nuevamente.
Galen interrumpió.
—Lo siento, señorita— se disculpó con la empleada— Rhea, suéltala ahora— pidió.
—Tú cállate idiota.
—¡Rhea suéltala y ven!
Solté a la recepcionista.
—No se quedará así, te lo aseguro.
Galen se volteó hacia mí.
— ¿Así quieres lograr retirar al señor Relish?
—Es una incompetente. ¿Qué culpa tengo de que hayan hecho creer todos estos años que estaba muerto?
—Bien, pero ella tampoco tiene la culpa y así no se hablan las cosas. Déjame hablar con ella.
—Bien, pero apúrate— me encontraba realmente molesta.
Galen voltio hacia la recepcionista, mientras que yo de atrás le hacía señas amenazadoras.
—Disculpe, pero ella es su nieta y lo ha buscado, pero mucho tiempo, ahora que lo encontró, quiere tenerlo cerca— comento.
—Si joven lo entiendo, pero yo solamente puedo entregarlo a sus familiares y la señorita no figura como una de ellos.
—Si, lo sé, pero...
Interrumpí.
—A ver idiota, si no quieres que te arranque cada una de tus malditas extensiones de tu horrible cabello, entrégame a mi abuelo— exigí.
—Rhea, cálmate— pidió Galen.
— Lo siento, pero llamaré a seguridad— aviso la recepcionista.
—No, no lo haga— pidió Galen en un ruego.
—Ay, hazlo, pero que se apuren porque no tengo todo el día— pedí impaciente.
A lo lejos se oyó una voz familiar.
—No va a ser necesario que llames a seguridad, yo me ocuparé— dijo el abuelo Bell con serenidad.
—¡Abuelo!, que bueno que estés bien— me acerqué hacia él y lo envolví en un abrazo.
—Si, me siento muy bien. Déjame arreglar esto, ¿si?
—Si, abuelo.