Grabriel
―¿Cuál crees que encaja?
―¿Por qué me lo preguntas a mí?, ¿no eres el que se va a casar?
¡Demonios!
Debo recordar que pedir ayuda a un imbécil negado para los compromisos serios, no sirve de nada.
―¿Entonces qué coños haces aquí? No te he llamado para otro asunto que no sea este.
―Vine porque sigo siendo tu único e incondicional amigo de toda la vida.
Grady me hace resoplar con su recordatorio; sin embargo, es cierto. Me convertiría en un mentiroso si no aceptara que un tipo tan meticuloso como yo, no es amigo de todos.
―Para lo que sirves ―me quejo gruñón.
―Bueno, has sido tú quien me ha llamado ―se regodea―, aparte que tú mismo te has metido en este problema así que piensa en cómo salir tu solito.
―Vamos, Grady.
―Por Dios, Gab, solo a ti se te ocurre inventarte que ya estás saliendo con alguien cuando no es cierto. Si bien eres apuesto, tu personalidad retrógrada y obsesiva solo aleja a las mujeres, y eso incluye a Giselle.
Giselle.
Ese imbécil no debería mencionarla en este momento.
―Te dije que no la mencionaras ―le reclamo.
―Pero es la razón por la que estás haciendo todo este alboroto innecesario, ¿por qué no simplemente eliges a una y ya? ―reniega.
Me enfurruño, luego le veo destapar la cerveza que fue a buscar regando un poco de líquido sobre la superficie de madera. Eso me enerva más de lo que ha dicho. Voy por un paño y lo limpio mientras él me ve espantado.
―¡Santo Dios!, si no dejas de actuar como una mamá obsesiva de la limpieza, más te vale que pienses en la soltería eterna.
―Deja de regañarme como si fueras mi madre, odio que se rieguen las cosas.
―No Gabriel, lo que odias es que nada esté fuera de su lugar, y por eso puedo entender a Giselle. A sus ojos debes de verte como un anormal cuando los hombres no somos tan cuidadosos. En verdad quiero ayudarte; y no auguro una buena convivencia si te pones así de intenso.
―¿Olvidas que no busco una esposa de verdad?
―No, solo que mientras mantengas esta farsa tienes que hacerla muy creíble o se te vendrán encima.
Grady dice algo muy cierto, y quizás lo he pasado por alto. Había esperado que Giselle me aceptara con todo y defectos, sin embargo, los usó como la excusa para alejarse de mí. Ahora estoy en un problema, porque a pesar de todo ninguna es perfecta como ella.
―Como sea, ¿vas a ayudarme o no?
―A este punto, creo que sería mil veces mejor que te declares gay ―dice y quiero pensar que bromea―, vale, vale, solo bromeaba, muéstrame la lista de candidatas ―añade decidiéndose por fin.
Tomo mi tableta y se la extiendo. Allí he guardado los perfiles y apuntes de las entrevistas.
―¿Qué te parecen? ―pregunto cuando las ha revisado todas, por lo menos de vista.
―Aquí veo a diez lindas chicas de las cuales puedes escoger a cualquiera.
―Eran más, y estas son las que han quedado luego de depurar la lista.
―¿Y cuantas eran?
―Cincuenta ―respondo sin darle importancia y él abre los ojos.
―¿Pero qué les ofreciste para que llegaran como moscas? ―pregunta espantado.
―Basta de bromas.
―De verdad que eres tonto, todas estas están divinas, hasta yo quiero quedarme con algunas.
―Dije que pararas tus bromas.
―Bien, ¿y que te asegura que no irán por allí contando todo esto?
―La cárcel ―respondo lacónico.
―¿¡Qué!?
Grady debe pensar que es una broma, y no es así. No soy tan descuidado.
―Crees que iba a tomarme este riesgo sin una salvaguarda. Obvio, les hice firmar una cláusula antes de entrevistarlas, solo revelé el asunto a las diez a las que le vi más posibilidades.
―Vaya reality te montaste, eres un capo.
―Ya basta, ¿mejor dime qué opinas?
―Todas son hermosas, ¿acaso las convocaste de una agencia de modelos?
―Claro que no, son chicas con currículos corrientes, aparte de necesitadas de trabajo ―expongo sin mucha diatriba.
―Creo que eres un aprovechado.
―¿Me ayudarás o no? ―espeto.
―Vale, no le veo sentido, a ojo clínico me gustan la seis y la nueve.
―¿Creí que no te fijarías en la belleza?
―Soy bastante subjetivo ―se ufana.
―De todos modos, esto será solo trabajo, y parte de ello es mostrarse delicadas y bonitas. No puedo mostrar a cualquiera que esté por debajo del nivel de Giselle o mi familia me lo recriminará.
―Dices eso como excusa, y me pregunto cuando te la sacarás de la cabeza.