Míster obsesivo✓

6. Un divertido compromiso

Bien, he aceptado un contrato para convertirme en esposa de un desconocido. Aun no sé cómo voy a explicárselo a mi madre, será lo de menos cuando se entere que me he liado con Gabriel J Bradford. Un hombre que tendrá sus mañas, pero no es cualquiera.

Tenía razón cuando dijo que le averiguaría la vida una vez supiera quien es, y la verdad es que sí. Su familia se desempeña en el negocio de la finca raíz, y en la actualidad poseen una de las más grandes inmobiliarias, y él es el director. Tiene 31 años, soltero y está bien cotizado, al igual que su empresa en la bolsa.

Además, el hombre tiene lo suyo, y eso estoy segura que le gustará a mamá, puesto que es lo que le encantaba de Aaron, que era lindo y combinaba conmigo.

¡Valiente combinación!

Sin embargo, con todo ese buen prontuario, no puedo evitar preguntarme por qué quiere contratar a una esposa. En fin, hoy nos hemos reunido para revisar el contrato y firmar los acuerdos prematrimoniales. Con esto admito que él hombre se toma esto muy en serio. La verdad he aceptado en un loco impulso y más vale que no me arrepienta porque pensándolo bien, eso significará que estaré atada a él por este contrato por lo menos unos años.

Por fortuna no nos vamos a casar de la noche a la mañana porque si fuese así, mi madre no me lo creería ni en chiste. El lugar al que me ha citado es el apartamento de un amigo. Dijo que sería mejor así y no nos preocuparíamos por nada, porque él sabe de su asunto. Asumo que debe ser uno muy entrañable para hacerle partícipe de este embrollo.

El mensaje avisando de que ya vino a recogerme llega a mi teléfono. Termino de retocarme los labios y me apresuro en salir de mi habitación.

―¿Vas a salir? ―mamá pregunta desde donde está sentada en el sofá de la sala, cuando me ve ir directo hasta la puerta.

Está un poco molesta porque no obtuvo lo que esperaba con sus planes de hacerme reconciliar con Aaron, y tal vez este es el momento preciso para empezar armar la cuartada de mi próximo matrimonio.

¡Ese sí qué es un buen chiste!

―Sí, y ya quiero que dejes de arreglarme encuentros que no necesito con Aaron.

―No entiendo cómo vas a dejarlo perder.

Cielos, me pregunto cuando dejará de adorar a San Aaron.

―¿No te has preguntado que quizás es él quien me pierde a mí? ―mascullo mortificada.

―¿Como es eso? ―pregunta mostrándose curiosa.

Largo un suspiro.

―Como ves, voy a salir, y es porque me veré con alguien a quien he estado tratando estas últimas semanas, y tal vez me de otra oportunidad ―expongo haciendo gala de mi escaso don para mentir y espero que ella se lo trague.

―¡Anto! ¿Lo dices en serio?

―Sí, ¿Cuál es el problema? ―respondo sin darle trascendencia y ella ensancha su mirada con asombro.

―Lo estabas engañando, es por eso que te deja, ¿verdad?

Vaya que mi madre saca sus conclusiones bastante rápido.

¿Por qué no me da un poco de crédito?

―No es así, pero tampoco voy a quedarme a llorar por él.

Mamá se queda muda, y me mira lastimera. Como si me desconociera. Sé que no hace lo de Aaron por malo, sin embargo, ya no quiero ser encasillada y hasta deseo que ese idiota lo vea.

―Sabes que detesto que te comportes como esas chicas del club que van de un hombre a otro sin remordimientos. Siempre te he dicho que tienes muy malas amistades.

―Mamá, son mis amigas, y no tiene de malo darse nuevas oportunidades.

―¿Y quién es esa nueva oportunidad que ni siquiera habías nombrado en esta casa?

Muy buena pregunta.

―Bueno, apenas lo estoy conociendo, pero ya te lo presentaré.

―¿Crees que te dejaré salir con alguien que no conozco?

―Ni que todavía fuera una adolescente.

―¿A quién no conoces?

El que pregunta es papá quien viene bajando por las escaleras proveniente de su estudio.

―Es un secreto por ahora, los veo más tarde ―digo acercándome a ambos para besarles en las mejillas despidiéndome, y seguido me escabullo antes de que mi madre replique algo.

Afuera está él esperando en su auto, me subo de inmediato.

―¡Arranca ya! ―le apremio.

Es probable que mi madre salga.

―¿Acaso se está escapando de casa como una adolescente rebelde?

―Muy gracioso.

―Esta es su casa, ¿no?

Flipo por dentro por su sarcasmo, pero se entera que no estoy de humor y se pone en marcha de inmediato.

―Sí, es mi casa porque aún vivo con mis padres, ¿contento?

―Ya veo, y solo espero que no haya mentido con su edad, no quiero tener problemas con sus padres.

―Tranquilo, cumpliré los veintitrés en otoño ―mascullo y por alguna razón se rasca la cabeza.



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En el texto hay: humor, romance, matrimonioxcontrato

Editado: 14.10.2023

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