Misterio & Discreción

9. Límite

Recobré la fuerza suficiente para ponerme a limpiar el desastre que había causado. Costó un poco debido a que la sangre comenzaba a secarse pero al final dejé todo como estaba en un principio.

Ya sólo quedaba mi ropa, fui a mi parte del armario y busqué lo que iba a ponerme después del baño.

Entré al cuarto de baño dejando la ropa llena de sangre en un rincón para lavarla a parte. Abrí la ducha y el agua cayó arrastrando la sangre que había caído en mi piel.

La paz que sentía en estos momentos era única. Mila estaba demasiado callada y sabía que algo planeaba mas decidí disfrutar de estos momentos y anticiparme para la próxima tormenta que se iba a preparar.

Terminando de bañarme, agarré la toalla y comencé a secarme. En un momento rocé la zona en estado de necrosis, pensé que iba dolerme; en eso recordé que los nervios podían estar dañados a causa de la muerte tisular y por esa razón no sentía nada.

Me vestí, envolví la ropa ensangrentada con la toalla y al salir del baño me encontré con Jade. No pude evitar sentirme perseguida por su mirada y cómo acto de reflejo me apegué más a la toalla que ocultaba aquellas prendas teñidas.

¿Debía decirle?

—¿Todo en orden? —inquirió mirándome con detenimiento.

Asentí con rapidez, intentando no parecer sospechosa:

—Necesitaba una ducha —respondí señalando la puerta de dónde había salido—... los efectos de la poción todavía me tenían algo mareada.

La rubia fue hacia el refrigerador tomando una botella de agua. Yo fui hacia mi cama y coloqué el bollo de ropa bajo la mesita de luz. Alcanzaba a sentir la vista de Jade en mí, no me creía o, por lo menos, desconfiaba de mis palabras.

—¿Cómo está el arañazo que te hizo esa zorra? —inquirió de golpe, maldecí en mis adentros cuidando de no gesticular errónea.

—Está bien... me arde un poco aunque ya no siento dolor —contesté midiendo lo que decía, inhalé sonoramente para, de alguna forma, evitar ponerme alterada.

Ella se acercó, pude predecir su movimiento y esquivé su tacto.

—Empeoró... ¿estoy en lo cierto? —este era el punto en que ya no podía seguir ocultándolo y sólo me limité a asentir— Kata, ya estamos metidos hasta el cuello... no tienes que seguir sola.

Me quedé en silencio mientras mantenía mi vista en el suelo. Jade corrió mi blusa y, con esta, los vendajes que cubrían la herida en putrefacción. Su mirada se había perdido y no podía mantener la boca cerrada.

—P-pero... ¿Cómo? Y en tan poco tiempo.

—Tal parece y decidió ponerme fecha de caducidad... a menos que recupere su libertad.

En ese instante pude oír como el corazón de la rubia comenzaba a acelerarse, no era para menos aunque tampoco me permitiría dejarla así.

—No pienso dejarla salir si es lo que te estresa —pronuncié con algo de frialdad en el timbre de mi voz.

—Entonces, ¿planeas ...?

La interrumpí de forma instantánea antes de que siguiera con sus dudas:

—Tampoco estoy dispuesta a morir, Jade —dije con determinación mientras la miraba a los ojos—... mucho menos de esta forma tan patética.

La rubita se tranquilizó un poco y tomó asiento en mi cama.

—Saldremos de esta —pronuncié entre que la rodeaba con mis brazos—. Confío en ti, confío en Catch y confío en mí.

Sin tan sólo tuviera la razón.

Me separé de golpe de mi amiga, una sensación de hormigueo comenzaba a tornarse molesto. ¿Por qué justo cuando daba palabras de aliento?

La zona negra comenzaba a expandirse y sentía que desfallecía a cada segundo. No conseguía seguir sentada, todo se estaba tornando blanco en mi visión.

Jade se levantó de la cama y me ayudó a recostarme.

—Kata... ¡Mierda, te estás poniendo demasiado pálida!

Su voz se tornó aguda y quebradiza, Jade, ella no debía verme así y sin abrir los ojos, era capaz de imaginarme su expresión. Se suponía que yo era la que cuidara de ellos mas ahora me sentía inútil e indefensa.

Pude sentir que otra persona llegaba, la puerta se abrió. Era la esencia de Catch.

Sus pasos vinieron rápido hasta donde estaba, y, con suavidad, tomó mi mano.

—Jade trae una bolsa... Kat no se ha alimentado.

Dijo con la mayor templanza que podía haber recibido. Había entrado en mí mente mediante el roce.

Mi amiga bruja hizo lo que su novio pidió. Cathal ayudó a que pudiera sostener la bolsa para acercarla a mis labios y dar el primer sorbo aquel líquido.

La fuerza llegaba a mí y no tardé en acabar con el paquete. Pude sentarme y abrir los ojos sin volver a presentar mareos. El brujo de ojos verdes ya volvía a pasarme otra bolsa más.

Él corrió un poco mi blusa y su rostro se deformó:

—Catch... Debemos ir con ella y buscar una tregua.

Pronuncié sacándolo del shock en el que estaba, no obstante, la rubita abrió sus ojos con amplitud y se dirigió a mi:



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En el texto hay: vampiros, brujos, secretos

Editado: 18.11.2024

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