Misterio & Discreción

2. Luke Mendel

De lo ocurrido en el campus fui directo a mi habitación; necesitaba desahogarme y beber algo.

Abrí la puerta sin tocar pero para mi buena suerte la parejita ya había terminado sus quehaceres. Fui a mi congelador y saqué una bolsa de sangre la cual no tardé en acabar.

Los dos no entendían el por qué de mi furia; era hora de ponerlos al tanto.

—¿Brandon Lee? —inquiría Catch entre que trataba de no reír, la rubia ni siquiera trató de disimular la gracia— No es por nada pero ¿sigue vivito y coleando?

Asentí a regañadientes:

—Estuvo de suerte, aunque le espera mi venganza por la noche —sonreí victoriosa. Otro punto positivo de ser vampiro era el control mental, cosa que se me daba de maravilla— Intenté ser amable y se burló de mí... merece una "pequeña" represalia.

—El primer día y ¿ya haces malas migas, Kata? —articulaba Jade sin dejar de mirar su celular— No eres una moneda de oro como para que a todo el mundo le caigas bien.

Sabía que iba a continuar, así que evité decir algo: —Piénsalo; es un engreído y que te importe, al grado de querer revancha, sólo aumentará su ego.

—Recuerda que tus emociones son más intensas —prosiguió su novio intentando ayudarle— Sé que ya lo sabes y es por eso: debes relajarte y disfrutar del sol, de tu nuevo inicio tras años en las sombras.

Ambos tenían razón, me estaba dejando llevar demasiado por el enojo.

—Es verdad, ¡al diablo con ese tipo! —exclamé con ánimo. Los dos se acercaron y nos dimos los cinco en grupo.

No obstante, había "cruzado los dedos" en mi cabeza; era obvio que no me iba a doblegar ante ese sujeto.

El resto del día fue bastante normal: las clases, tomar apuntes, beber "café" y pasear por el instituto. Lo que me molestaba era tener a aquel chico en las mismas clases, hacía como si nada hubiese pasado.

Eso sólo empeoraba mi furia contra él.

 

* * *

 

Y en menos de lo esperado ya eran las seis de la tarde; mi última clase era a las siete hasta las nueve por lo que nada me impediría hacerle una broma al susodicho.

Entusiasmada preparé todo lo necesario y fui a pegarme una ducha; para cuando terminé de enlistarme faltaban veinte minutos para la clase. Iría sola ya que Jade tenía la noche libre y saldría con Catch a cenar.

Tomé las carpetas, el celular y el macchiato para ir directo a la sala.

Al entrar noté que la sala estaba casi vacía, busqué lugar cerca del frente. Me senté y saqué el cuaderno con el bolígrafo para tenerlos a mano.

—Hola... ¿te importa si me siento a tu lado? —indagó un chico que se me acercó a mi izquierda. Afirmé con la cabeza, él sonrió y tomó asiento— Gracias.

Sólo me limité a susurrar un "de nada", podía sentir su mirada posada en mí de vez en cuando. Parecía agradable o, al menos, educado.

El aula ya estaba bastante poblada y la profesora no tardó en llegar, ella empezó a hablar del filósofo Descartes y sus aportes a este estudio.

En un momento la profesora mencionó en latín la frase más famosa del filósofo: «cogito ergo sum» que se traducía como «pienso, luego existo».

No pude evitar sumirme en mis pensamientos y no darme cuenta que se me había escapado una retumbante risa.

—Por favor ¿puede contarnos el motivo que le causa gracia?

¡Fantástico! Ahora el auditorio completo me observa con detalle.

Inhalé y exhalé despacio y, tratando de no caer en la vergüenza, dije:

Una vez, el genio de Descartes dijo: "Pienso, luego existo." —tomé una breve pausa, todos expectantes y en especial el chico a la izquierda— Después señaló: "¡Hay tanta gente que no existe y no lo sabe!"

Vi al muchacho, en su rostro se fue dibujando una gran sonrisa y apartó su vista un poco. Al parecer era el único que había reaccionado positivamente, era algo.

Tenía una agradable sonrisa, lo dejaba más atractivo en mi opinión.

Sin esperármelo a los pocos segundos todo el salón estaba riendo, no sabía si del chiste o de mí.

Vi a la profe y ella también había reído un poco, en cuanto se calmó volvió a dirigirse a mí:

—Bien, señorita ¿cuál es su nombre?

—Katja Brühn —mencioné con voz fuerte y clara— la "j" se lee como una "i"; por si acaso.

La mujer asintió como si nada y mientras leía el libro.

—Está bien, señorita Katja hoy paso su descuido porque supo como enmedarlo... que sea la última —su voz sonó severa en esto último. Corroboré con un expreso "sí" que dije casi en susurro.

El resto de las horas pasó de volada, prescindí de hablar con mi compañero. Ya no queía ser la bufona de la clase y quería que hoy terminara.

A penas sonó el reloj de las nueve y todos salieron rápido de la sala, incluyendo al que se había sentado a mi lado. Tomé mis pertenencias y fui hacia la puerta mientras revisaba mi correo.



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En el texto hay: vampiros, brujos, secretos

Editado: 27.10.2020

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