No podía dormir, la noticia que Jade me había dado fue como un balde de agua gélida. No sé qué haré porque creí que ya me había librado de ese problema.
El hecho de que Mila esté vivita y coleando es un gran inconveniente. Y saber que está en la misma ciudad, en el mismo continente y planeta no es algo que me agrade ni a mí ni a mis amigos.
Catch y Jade están igual que yo, pero siquiera ellos tienen la magia de su lado. Espero que encuentren un conjuro para contenerla por un tiempo.
Al menos hasta que encuentre una solución.
—¿Qué tienes hasta ahora? —indagué a Cathal que leía con esmero uno de los tantos grimorios que tenía— Quisiera saber cómo ayudar.
—Ya ayudas, Kat... eres los ojos y oídos, aunque también la fuerza bruta —reímos un poco, aliviaba la tensión que cargábamos— Hasta ahora un hechizo de resistencia. Es temporal, pero puede ser útil si luchas contra un vampiro mayor.
Iba a decir algo cuando de repente Jade entró al cuarto, su cara mostraba frustración por dónde la miraras:
—No he encontrado nada que nos pueda ayudar —fue directo a acostarse en la cama dónde su novio seguía leyendo— ¿Cuántos años tiene Mila?
—No lo sé... todos —dije casi exclamando lo último, esa vampiresa jamás me había dicho su edad y ni quería saberla.
Ninguno había dormido o ido a las clases de esta mañana, Mila era demandante de atención incluso si no estaba en el mismo lugar.
Estuvimos así hasta el mediodía, yo estaba fresca pero mis amigos no lucían bien. Fui un momento a la cafetería y les llevé algo de comer.
—Deben descansar, ¿ok?
Ambos negaron con la cabeza.
—Ella está en la ciudad, Kat... no podemos dormir sabiendo eso —protestó el ojiverde, tenía la verdad pero de igual modo debían recargar baterías.
Jade no se quedó atrás: —Aún no encontramos casi nada y no tenemos tiempo.
Asentí dándoles la razón y dije:
—Lo entiendo... sin embargo así no podrán ayudar —les quité los antiguos grimorios de sus manos— Consultarlo con la almohada les será útil, yo estaré de guardia.
Por más que pelearan el sueño les fue venciendo hasta quedar tendidos en la cama. Salí con sigilo llevándome mi bolso con mi portatil y puse llave al cuarto, Jade tenía su copia para cuando despertaran.
Salí al campus, estaba casi desértico por lo que fue sencillo encontrar una mesa dónde quedarme a buscar información.
La habían visto de noche, era una señal de que no tenía un amuleto de sol consigo y seguro iría tras ellos dos para que le hicieran uno.
Pero ¿por qué no lo hizo en ese instante? A ella se le daba de maravilla el control mental.
Salvo que quería que supiera que había vuelto y Jade era la mensajera.
—Hola, ¿que tal? —no podía ser verdad. En el momento menos oportuno tenía que aparecer— Alguien anda faltando ya el segundo día.
Seguí con lo mío, haciendo caso omiso al tipo. Sentí como tomó asiento, tal parecía que era tan testarudo como yo.
—De dónde vengo, si alguien te saluda y lo escuchas... por educación se debe devolver el saludo.
Metió su mano en el bolsillo de su camisa sacando un paquete de cigarrillos. Tomó uno y lo encendió como si nada.
—Touché —pronuncié sin inmutarme, tenía razón y si no hubiese sido un cretino no tendría problema en decir "hola".
—Sí que eres rencorosa, Katherine —dijo con una sonrisa burlona mientras se equivocaba a propósito con mi nombre.
No sé que me molestaba más: si su presencia o que soltara su humo en mi cara.
Cerré mi laptop casi con fuerza y lo miré:
—¿Qué quieres Brandon Lee? —si hubiese sido más directa le habría roto el cuello— No estoy con tiempo para perderlo contigo.
Me levanté dispuesta a alejarme de él, pero me agarró del brazo antes haciendo seña de que me quedara.
Volví a tomar asiento y con voz áspera dije:
—Dime pero hazlo rápido.
Asintió con la cabeza y tiró la colilla del cigarrillo que había terminado. Tomó aliento con calma y prosiguió.
—Te pido disculpas por todo hasta ahora —arqueé una ceja e insistí a que siguiera— pero admite que eres algo obsesiva con esto de querer saber todo... de alguien a quién no conoces.
Reí de ironía para evitar aventarle un puñetazo: —Está bien, ¿tu disculpa es un ochenta por ciento mi culpa? —se encogió de hombros entre que sacudía la cabeza afirmando— si fui obsesiva es porque te hacías el interesante ignorándome a voluntad.
Rodó los ojos y exhaló hastiado.
—Me llamo Adrien ¿Contenta? —negué de forma instantánea pude ver como tensaba su mandíbula— No te diré mi apellido, Katy... es por mi seguridad, no quiero ni necesito que me acechen.
—Cierto, estoy loca y podría seguirte a cada lugar como si fueras Chris o Liam Hemsworth —pronuncié con una voz lo más sexy que podía mientras me mordía el labio intencionalmente para que sobreentendiera mi sarcasmo.