Misterio en la mansión Santana

Martina

Estúpido Leonel, estúpido Junior. Se burlaron de mí y en mi propia cara. Me hicieron quedar como una loca en frente del resto de mis compañeros. Pero, no me importa. Sé que en esa casa hay algo, sobrenatural o no, debemos estar alerta pues obviamente es una amenaza.

Aunque me hervía la sangre sobremanera, me sentía preocupada por Marlene y su bebé. No entiendo por qué aceptó este trabajo si bien podía quedarse en casa con su esposo y su niña. La pobre se hubiese ahorrado todo el susto que padecimos durante las siguientes dos noches en aquella maldita casa.

De verdad, me cuesta entender cómo rayos los Santana convivían con aquello que acechaba durante las noches y a veces durante la luz del día. Debían estar locos para compartir su casa con alguien o más bien algo así. Bueno, en ese tiempo no tenía claridad de las cosas, pero las pistas que íbamos encontrando entre todos, más las terribles experiencias que vivimos, nos dieron la respuesta.

Recuerdo que horas después del apagón, la electricidad regresó misteriosamente. Solo la mansión había quedado sin energía, porque salimos a preguntar en las casas vecinas y todas tenían electricidad. Eso fue algo que me pareció curioso, porque todas las cosas extrañas comenzaron a suceder luego de que Vanessa viera aquella misteriosa sombra al interior de la habitación.

¿Todavía creían que yo estaba loca o solo era superstición sobre lo que dije? Pues bien, para comprobar que yo estaba en lo cierto, decidí realizar mi propia investigación por los pasillos de la casa.

Decidida, esperé hasta el anochecer para comenzar. Durante el resto del día anduve deambulando por la casa actuando con normalidad, hice los quehaceres de la cocina y limpié la sala principal mientras el resto hacía otros oficios como limpiar el jardín, podar el césped y limpiar las habitaciones de la segunda planta.

Luego de terminar con nuestras tareas, nos reunimos en la cocina y entre todos nos preparamos algo de comer y salimos a una pequeña sala de cine ubicada en un sótano muy elegante. Los Santana nos dieron permiso de ver películas cuando quisiéramos, pues estábamos allí cuidando su casa.

A eso de las diez de la noche todos se fueron a dormir, yo fingí estar acostada. Así que, esperé hasta las once de la noche, tomé una linterna, mi taser y mi gas pimienta y me aventuré a explorar los rincones de la casa en busca de respuestas. Si no se trataba de un fantasma sino que, se trataba de un ladrón, por lo menos lo atraparía y le avisaría al resto del grupo.

A paso lento salí de mi habitación apuntando con la linterna hacia el fondo del pasillo, mientras que en la otra mano llevaba el taser listo para defenderme y el gas pimienta en mi bolsillo en caso de alguna emergencia, poder usarlo y tomar ventaja al momento de emprender la huída. Tenía planeado gritar fuerte para que todos escucharan, pero quería convencerme de que aquello se trataba de un fantasma vagando por la casa.

Muchos suelen decir en la oficina que soy supersticiosa, pero tengo mis razones para creer que es algo del más allá rondando por las paredes de este lugar. Así que, con una corriente helada recorriendo mi espalda, salí ante la vasta oscuridad acompañada tan solo del silencio que dominaba los pasillos.

A lo lejos pude escuchar un ruido proveniente de la planta baja de la casa. Reconozco que tuve mucho miedo cuando pude divisar la sombra de un hombre caminando a paso lento cerca de la escalera. Lo más extraño es que, una vez apunté con la linterna, no había nadie.

Todo mi valor y toda mi determinación se fueron por la borda cuando vi que de pronto aquella sombra apareció una vez más corriendo escaleras arriba hacia donde yo estaba.

Con mucha presteza corrí hacia mi habitación cerrando la puerta bajo llave. Quien sea que haya sido, intentó abrir la puerta, pero gracias a Dios no lo consiguió. Al ver que no se iba, comencé a gritar sobremanera alertando a mis compañeros, pero cuando salieron a ver, ya no había nada. Aquel misterioso ser ya se había marchado quién sabe a qué rincón de la casa. Tuve mucho miedo, sentí mi corazón latir a millón y mi respiración ridículamente acelerada.

—¿Qué ocurrió? —preguntó Marlen con el ceño fruncido en cuanto Analía encendió la luz.

—Lo ví, ví la sombra de aquel hombre y corrió hacia mí. Intentó abrir la puerta de mi habitación pero huyó cuando comencé a gritar —dije apenas pudiendo respirar —estaba en la planta baja.

—¿Qué demonios te pasa, Martina? No sabemos si es un ladrón estudiando la casa para luego robar, puede matarte —habló Jose Eduardo demostrando algo de enojo por lo que hice.

Bajé la mirada sintiendo pena con mis compañeros, de verdad no era mi intención causarles ese susto, solo quería descubrir qué o quién nos estaba atormentando durante las noches en casa de nuestro jefe.




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