Bloomsburg, Pensilvania, Estados Unidos, 1985.
Una noche tormentosa azotaba al pequeño, misterioso y aparentemente nada especial pueblo de Bloomsburg; rayos, relámpagos, vientos fuertes que parecían un poema tormentoso y oscuro del famoso poeta Edgar Allan Poe, vientos turbios que hacían que la punta de los pinos lograse llegar a tocar el suelo, y una lluvia que ponía en duda si era de agua o de granizos, hasta se podría decir que muchos coches sufrieron daños en sus parabrisas.
No había forma que ninguna persona en sus 7 sentidos se atreviese a salir y enfrentarse a semejante clima rebelde, o al menos eso es lo más lógico pensar. Y allá iba, un joven borracho de 20 años que acababa de romper con su novia, una maestra de secundaria la cual lo había seducido para calmar esas feroces ganas de revivir su juventud; el chico se encontraba caminando campantemente y dando saltitos similares a como relata la historia de caperucita roja, solo que a la luz de la luna nublada por las nubes llenas de agua, hasta aquí, todo normal, pero lo que nadie se esperaba es que la historia de caperucita roja cobrara vida, o al menos la parte en que la niñita es devorada por el lobo feroz, el joven no se había percatado que no era el único en aquel infierno bombardero de la lluvia.
Pasadas 5 cuadras del lugar de donde salió, el joven empezó a sentirse mareado, llegó al punto en el que no podía sostenerse en pie, tenia un dolor de cabeza descomunal factor del alcohol que consumió, tenía las manos entumecidas por el fuerte frio que había traído la lluvia, a tal punto que ya empezaba a tener síntomas de hipotermia, se desplomó en el suelo y no se pudo levantar, empezó a gritar pidiendo ayuda, su voz se apagaba por el ruido de las gotas de lluvia al caer en los tejados de las casas, pasaron 5 minutos y vio aquella silueta negra que lo estaba siguiendo (de la cual nunca se percató, ojala lo hubiese hecho), en ese momento creyó que había llegado la ayuda, se desmayó, cerró sus ojos, con la esperanza de despertar en su cuarto desordenado y maloliente, lo que él no sabía era que se aproximaba un sueño eterno del cual jamás iba a poder despertar.
A la mañana siguiente, el pueblo no sería el mismo de siempre, aquel pueblecito aburrido y gris, amanecería con un panorama nada agradable, por los alrededores yacían partes desmembradas de un cuerpo masculino; intestinos en las líneas telefónicas, piernas, brazos, manos en floreros intentando ser adornos de hogares tranquilos, riñones en los buzones, un perro callejero comiéndose un hígado en medio de la carretera, y en una de las ramas de un árbol se encontraba un cuervo devorando los ojos de la cabeza del sujeto que la noche anterior se hallaba tirado en el suelo pidiendo ayuda por lo mal que estaba de salud en ese momento; aquel pequeño pueblo que era aburrido y de color gris, ya tenia una historia que lo marcaría por siempre y cambiaria su color gris a un rojo intenso, haciendo alusión a la sangre con la cual se manchó ese pueblo, pero el mal que vendría seria mucho peor aún.