Misterios del corazón humano

5.Sonrisa

Soy Katrina...  Soy quien   se pregunta siempre si en algún momento él se había puesto a pensar al menos un segundo en mí existencia.

 

Llega el momento en el cual tuve que tomar aquella decisión, la cuál cambiaría mi vida por completo. Mandar la solicitud de  amistad por la red social "Facebook", mientras escuchaba la canción:

 

Si fuera más guapa y un poco más lista
Si fuera especial, si fuera de revista
Tendría el valor de cruzar el vagón
Y preguntarte: ¿quién eres?

Te sientas en frente y ni te imaginas
Que llevo, por ti, mi falda más bonita
Y al verte lanzar un bostezo al cristal
Se inundan mis pupilas

De pronto me miras, te miro y suspiras
Yo cierro los ojos, tú apartas la vista
Apenas respiro, me hago pequeñita
Y me pongo a temblar

Y así pasan los días, de lunes a viernes
Como las golondrinas del poema de Bécquer
De estación a estación, en frente tú y yo
Va y viene el silencio

De pronto me miras, te miro y suspiras
Yo cierro los ojos, tú apartas la vista
Apenas respiro, me hago pequeñita
Y me pongo a temblar...

Espero recuerden aquella canción, pues, no dejaba de pensar en él, cada segundo de mi vida, cada que  llenaba mis pulmones de aire;  él estaba en cada parte de mi vida. Jamás llegué a sentir algo como esto, algo más que amor.

Con los ojos cerrados lograba ver aquella sonrisa que cautivaba mi existencia, aquella sonrisa que es aún más cautivadora que la Nebulosa del Ánguila o aquella  tranquilidad que sentías al mirar las Auroras Boreales.

Simplemente aquella sonrisa traía consigo magia de la vida que habla del coraje y del amor verdadero, ese que sana cualquier duda o dolor en este mundo. 

 

Le envié la  solicitud.

Nada nuevo paso durante mucho tiempo, siempre con mi vida cotidiana. Dejando que tome su curso dando todo por perdido y solo ateniéndome a los bellos recuerdos que al cerrar mis ojos puedo traerlo a mi presente. 

Andrés... 

Mi cielo, mar y  estrellas; el muchacho de los ojos más hermosos. Cuántas ganas me dan de poder tomar tus manos  y cantarte canciones a capela, a la luz de la luna y la estrellas cubriendo nuestras almas que  rozan  una a la otra.

Cerrando los ojos... puedo imaginarlo.

— Hola Katrina. —No puedo evitar sonreír y darle una suave caricia en su mejilla. 

—Hola Querido. Respondo con tanta confianza y ternura. — Cada que lo veía a esos ojos cafés podía sentir el mundo detenerse. Puedo sentir su respiración tan cerca mío, que llega a ser embriagador, es una caricia para mi alma.

— Quiero que vayamos a cenar. —Mientras muestra una leve sonrisa y prosigue arreglado mis mechones alocados que van danzando a la par de mi corazón, este por los vientos y mi corazón por el amor que me    hacía sentir. —¿Qué no vas a responder?— Anarca una ceja mientras yo de un susto respondo. — Claro que sí, iremos a dónde tú nos lleves. –No puedo evitar no mostrar una radiante sonrisa. Era él definitivamente... el hombre con quién quería derramar mi última lágrima, a quien le dedicaría mi último aliento de vida.

Tomandos  de la mano, me  dirige a su auto donde emprendemos un viaje de aproximadamente 3 horas y ya tenía todo preparado. En verdad era demasiado perfecto.  Tenía todo listo para un día de campamento, mejor dicho ¡una noche de campamento!

Un par de sleepings, una linterna, unas frazadas ( para el frío de horror que sentía), una caja de cerillas, una bolsa de  gomas marshmello ( una delicia), un botella de vino  Vilte del 2010, un par de copas, una pequeña lámpara y por último él traía un abrigo negro que resaltaba con la tez  de su piel. 

— Eres realmente un ángel Andrés. — Susurré en su oído, envolviendo mis brazos a su cuello y el tomándome de la cintura, mientras de fondo  puso la canción  November Rain-Guns'N Roses.

Tanta paz, tanga alegría y sobre todo tanto amor que reflejaba aquellos ojitos que cautivaban mi alma e iluminaban mi noche.

Lo que sentía por él tenía un nombre: Amor eviterno.

Un amor que se podía  sentir tan puro,  un  amor que es trascendente; que va más allá de la vida y la muerte. Un amor que sobre pasa  el corto límite del entendimiento humano, incapaz de comprender la inmensidad e inmortalidad de mi amor.  ¿Cómo no amarlo con esta intensidad? Si con el recuerdo de su existencia me da la  fuerza necesaria para seguir.

 

 

 

 

 




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