Ayer volví a soñarlo, me preguntaba... El ¿por qué? ¿A caso será qué él también piensa en mí? Lo dudo mucho, él seguramente está enamoradísimo de una muchacha de esta gran ciudad.
Soy Katrina... Olvidé contarles un poco más de mi vida. Y empezaré contando sobre mi mejor amigo de nombre José, llevábamos 3 años de amistad. Obviamente él sabía todo sobre Andrés, aquel amor que por el momento " es complicado".
De Lunes a sábado trabajo en una panadería y en mis tiempos libres suelo escribir cartas o relatar algunos sueños extraños de mi vida. Es verdad, algo aburrido lo llegó a admitir, pero al menos vivo en la misma ciudad que mi "amor platónico".
De camino al trabajo veo acercándose a mi mejor amigo, a quien ya le había comentado de Andrés...
—¡Hola babosa! —Me abraza y me da un suave golpe en la frente. —Hola. —No puedo evitar abrazarlo. —Siempre será el hermano que me ha faltado.—Deberias escribirle. —Me lo dice con tono serio.
—Aún no, creo que no se vería muy bien. — Sentía que se vería realmente como si fuese una urgida, para poder comenzar una conversación. — José no coincide conmigo así que me mira con cara de negación.
— Qué tal si me deja en visto, eso me rompería en miel pedazos y no lo quiero. Enarco una ceja. — Como tú lo quieras.— Suena un poco frustrado, me pregunto si llegarán a ser por mis problemas. — Esperemos que no.
Mientras el se despide dándome un abrazo me dirijo finalmente al trabajo. Mientras preparo algunos pedidos en repostería, me quedo viendo mi celular y el descubrimiento de Andrés, el muchacho que robó mi tranquilidad.
La realidad era... que no podría seguir si él llegara ha negarse a entablar una conversación conmigo, pero si no lo intentaría jamas sabría que es lo que pasaría. Finalmente después de una discusión profunda conmigo misma decidí hacerlo.
Estaba más roja que un tomate, aunque se trate de un solo mensaje, pero para mi era lo que siempre quise hacer; Después de dos años finalmente tengo el valor de hacerlo.
Decidí empezar con un: Holaa! A las 11:06 PM.
Aquella noche estaba temblando del miedo, no sabía cuál sería su respuesta, pero había decidido hablarle y nada podía hacerme cambiar de opinión. Después de aquella locura, decidí apagar los datos móviles del teléfono, no quería pensar más en ello.
Al día siguiente... Estuve esperando su mensaje, pero no llegaba. Me resigné a qué él me respondiese. Hasta que escuché la campanita de mi celular, estaba nerviosa. Y sí era la respuesta que tanto esperaba. Fue a las 10:44 AM. 7 de Julio... Que decía: Hola!
Y sabía que él respondería de esa manera, sin ganas de continuar la conversación. Y yo no solía mandar mensajes para iniciar conversaciones, simplemente no coinisidian con mi forma de ser, pero lo había dejado de lado por él... Yo sin duda quería continuar aquella conversación y retomar las preguntas que siempre quise hacerle.
"Tenía la necesidad de saber más sobre él, qué música le gustaba escuchar (porque siempre traía consigo los audífonos), cuántos años tenía, cuándo es qué cumple años, cuál es su plato favorito... Y lo más importante, qué hace aquí".
Le pregunté: ¿Cómo estás?. A lo que él respondió: Estoy muy bien, gracias. Y qué tal tú?
Vaya... No pude evitar suspirar. Hoy en día ya casi nadie escribie de esa manera los mensajes, con aquella ortografía me refiero. Me encantó recibir los primeros mensajes.
Fue difícil acercarme a él pero lo estaba logrando, me sentía realmente dichosa por recibir aquellos mensajes que llenaban de alegría mis días. Empecé a enviarle audios. La verdad es que aún no sabía si él de alguna manera apreciaba aquellos mensajes de voz que solía enviar.
Después de preguntar el día en el cual cumple años decidí responder diciendo— llegué tres días tarde. Su cumpleaños era cada 03 de julio, pero está vez estaba muy contenta, demasiado podría asegurarles.
Durante todo ese tiempo que logramos entablar aquella conversación, pude conocer su gusto musical, que prácticamente fueron ¡ las mejores canciones qué logré escuchar! Y fue así como quedamos en vernos el 14 de julio, para realizar una caminata hacia el valle de las agujas; el lugar que yo le había recomendado. Pues ese día no podía dejar de sentirme tan nerviosa ¡por volverlo a ver!
Decidimos vernos en la plaza de San Miguel y tomar helados ya que era un día demasiado caluroso. Retomamos la conversación.
Ahí estaba él, el amor de mi vida... Saludándome, en verdad sentía que era un sueño, no había cambiado absolutamente nada.
Un día antes fui a comprar un globo ( que decía feliz cumpleaños) y un chocolatito con nueces ( ya que me había comentado que le gustaban). En verdad todo debería salir perfecto.
Creo que fui demasiado valiente para invitarlo a una caminata y darle aquel presente por el día de sus cumpleaños, tarde, pero fue mejor así.
Aún con la taquicardia que sufría en ese momento, en aquel momento de "nuestro reencuentro", tuve el valor para saludarlo.
–Hola Katrina, ¿qué tal?– mostrado un leve sonrisa.
En verdad extrañaba aquella mirada, la voz que fueron caricias para mi existencia, su cabello ( que aún lo tenía largo)...
–Hola Andrés, todo bien y tú. – ¡Enserio! No se me puede ocurrir algo mejor. Aún no lograba entender el por qué de mi reacionar cuando estaba cerca a él.
Creo que mi error fue no prestarle tanta atención; podría decirlo de esa manera, por el hecho de perderme en aquel andar, en el movimiento de sus manos, aquel viento provocando el dosorden en su cabellos y aquel sonido de su risa que enloquecía a mi corazón.
Tomamos el dichoso helado para luego dirigirnos a una movilidad, con destino al "valle de las aguas". Un lugar apto para practicar senderismo; les describo el lugar: pues son tierras que toman forma de torres naturales que terminan en picos altos. A lo lejos, este sitio parece un cuartel de aguijones gigantes por lo que ha sido bautizado como “El valle de las agujas”.