Rey Edmond y General Richard
Siguieron hablando entre susurros, ninguno de los soldados se había dado cuenta, solo el general, que de vez en vez, sin que nadie se diera cuenta, tratando de escuchar algo de la conversación con cierta confusión, sin saber que hacer exactamente ante una situación tan inusual.
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Llegaron al palacio en menos de media hora, la princesa y el extranjero ya habían dejado su plática desde hacía un par de minutos, guardando un silencio sepulcral que solo fue roto por el caballo al relinchar de vez en cuando, cuando hubo entendido el ademán de su jinete cuando le indicó detenerse, cosa que el mismo general le había hecho saber al contrario.
El padre de la princesa estaba ahí junto con dos sirvientas, se notaba claramente molesto pues estaba más erguido de lo normal, frente a la entrada del enorme castillo con tintes góticos y míticos que al foráneo le parecieron atractivos y ciertamente familiares, lo dejaría pasar esta vez, ya después tendría tiempo para investigar, las facciones del rey eran duras, Marie supo que estaba en problemas, dio un suspiro cansado, los únicos que se acercaron un poco más a la desaparecida fueron, su acompañante/secuestrador y el general, uno a cada lado.
El primero en hablar fue el general, como siempre, dando las explicaciones de los hechos según él los había apreciado e imaginado, cuando la princesa iba a replicar algo, su padre la calló con una simple mirada impasible, bien eso indicaba que estaba demasiado molesto, después tendría su turno, al terminar de hablar, el rey por fin cedió la palabra a su hija, quien acomodándose en el caballo prosiguió a decir su versión de los hechos.
―Veras, padre, lo que sucede aquí en realidad es muy simple, bajé al pueblo para apreciar las nuevas adquisiciones en el mercado, me encontré con este hombre, el cual había conocido en una de mis tantas expediciones secretas y que había marchado hace algún tiempo, tuve la suerte de reencontrarme con él y paseamos por todo el pueblo―bien, esa no era del todo cierto, pero era necesario decir unas cuantas mentiras―al final del día, sucedió lo último que contó el general, por lo que exijo que no le traten como si de un criminal se tratase.
―Yo conozco a todos tus amigos, Marie, así que no me mientas―dijo severo, con una mirada desaprobatoria dirigida hacia su hija
―No es ninguna mentira, y no le conoces pues como ya he dicho, lo he conocido en una de mis tantas expediciones secretas, pero es un amigo cercano―expresó con firmeza, no sabía desde cuando se había vuelto tan mentirosa
―Te has lastimado, así que te ordeno que vayas con los sanadores para que te curen o den un remedio, te pondré una escolta para que no vuelvas a escaparte―comentó con seriedad―y con respecto a tu amigo...
―Adam, su majestad―indicó el mencionado con mucho respeto, haciendo una reverencia ante el hombre, el mencionado lo miró de mala manera disimulada, no le daba buena espina aquel muchacho
―Me gustaría que le diesen una habitación―se apresuró a decir antes de que su padre continuase
―Bien, le daremos una habitación―aceptó él sin protestar, la princesa sonrió y le indicó al castaño que la bajase del corcel, lo cual hizo
―Marcharé con Eleonor ahora mismo, padre―se apresuró a decir ella
―Un par de guardias te llevaran, junto con Cristine―señaló a un par, a la derecha de la menor―no te apartarán la vista de encima, los guardias se quedaran fuera de tu habitación, otro par de guardias los relevaran más tarde, ellos les darán una explicación después―los mencionados asintieron―Airin, alista una habitación para nuestro invitado, pero primero llevalo a las caballerizas para que deje a su corcel―ella asintió, más protestas harían de todo mas complicada
―Sígame.
Ya con las órdenes dictaminadas por el rey, cada uno de ellos hizo lo que le correspondía, Airin lo guió hacia las caballerizas con un par de soldados siguiéndoles de forma discreta, la princesa caminó con Christine hacia el interior del castillo siendo acompañada por el otro par de guardias, el general se mostraba disgustado pero no dijo nada al respecto, sin embargo, cuando planeaba irse el rey le llamó, ambos fueron a su despacho sin decir nada.
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Después de ir con Eleonor para que le revisara el tobillo, haciéndole saber que no fue gran cosa y se recuperaría pronto si no se esforzaba demasiado, se lo vendó después de sobarle con la mayor delicadeza posible y le dio una muleta para que pudiera andar con más calma, no era la primera vez que las usaba, anteriormente se había fracturado una pierna mientras cabalgaba, así que no le resultó extraño caminar, al llegar a sus aposentos entró sin mediar palabra con los guardias que se encontraban a cada lado de su puerta sino que los ignoró olímpicamente.