Autora: Jessang.
–Helena cuida a tus hermanos, tengo que salir– le dice mi madre a mi hermana mayor de 7 años- no le abran la puerta a nadie y no salgan.
Mi madre se va y cierra la puerta, jugamos un rato y nos acostamos en el cuarto de mis padres que estaba al frente del nuestro, mis hermanos se quedaron dormidos, yo solo me quede allí acostada viendo hacia mi habitación y por un momento vi una sombra pasar, no le preste atención y me quede dormida.
Iban pasando los años y de vez en cuando se sentían y veían cosas en la casa, pero no le tomábamos importancia, yo por ser muy pequeña y los demás simplemente por no querer, pero al parecer a la extraña sombra si, después de un tiempo se hizo notar mas.
–Carlos ¿qué haces aquí?– dice mi padre entrando al cuarto de ellos, todos estábamos allí, mi madre, mis hermanos y yo, excepto mi papá que estaba en el garaje arreglando el carro– te estaba llamando, por un momento creí que te habías escondido en la cocina porque vi una sombra.
Todos nos quedamos sorprendidos ¿Qué sombra pudo haber visto mi papá si todos estábamos en el cuarto? Bueno eso se quedo así, no se hablo del tema, mi padre salió con mi hermano a continuar arreglando el carro, mi mamá, mi hermana y yo continuamos en la habitación hablando.
***
–Mami ya llegamos– le digo a mi mama al llegar del colegio a las 6 de la tarde– ¿para dónde vas?
–Voy a ir a comprar algo que nos falta para hacer la cena, helena acompáñame.
Yo tenía 12 años, así que me quede sola en casa mientras mi hermana y mi mamá salieron, cerré la puerta y me fui hacia mi cuarto, me quite el uniforme del colegio y me fui a bañar, mientras estaba en el baño escuche que se cayeron unas cosas, me quede extrañada porque todo estaba bien en su lugar como para que se cayera y las ventanas y puerta estaban cerradas como para que entrara aire, por un momento me acordé de que mi abuela me había contado sobre los duendes, criaturas que pueden aparecer en tu casa y hacer sonidos como cuando las cosas se caen pero en realidad no es así, lo tome normal y no me dio miedo, pensé –si es un duende nada va a estar en el suelo– cuando salí del baño si me asuste, habían muchas cosas en el suelo –¿pero cómo es posible, todo estaba bien, estas cosas no tenían como caerse?– sentí un frio subir por mi espina dorsal, tome mi ropa y salí de prisa de mi cuarto, me fui para la habitación de mis papas, me vestí rápido y salí, abrí la puerta del frente y me senté allí, sentía una extraña presencia, pero trataba de no prestarle atención, solo miraba para la calle.
Mi mamá y hermana llegaron y me encontraron allí sentada en la puerta.
– ¿Y qué haces tú ahí?– pregunta mi madre.
–Es que me fui a bañar y escuche que se cayeron unas cosas y cuando salí así fue, todo estaba en el suelo– le respondo.
–Cobarde –me dice mi hermana.
–Cobarde no, ven a ver– las llevé al cuarto y vieron todas las cosas en el suelo.
–Seguro era que estaban mal puestas– dice mi mama.
–No, todo estaba bien.
–Ordena eso– dice mi madre y se va para la cocina con mi hermana.
Ordene todo rápido para salir de allí, no quería estar sola.
***
Paso el tiempo, era raro cuando sentía algo, solo trataba de no quedarme sola en la casa y mucho menos de noche, cuando estaba sola me quedaba en la sala viendo la televisión y cerraba la puerta de mi cuarto, pues sentía que alguien me observaba desde un rincón, cuando me iba a dormir me arropaba hasta la cabeza y abriendo un poco la cobija veía como si algo se moviera, yo solo me tapaba toda y trataba de dormirme rápido pues el miedo me consumía, no podía gritar ni salir de allí, estaba completamente paralizada y la voz no me salía, cerraba mis ojos con fuerza y en mi mente me decía –duérmete rápido– pero no lo hacía, tenía miedo de ver algo o que esa cosa me tocara, de solo pensarlo se me erizaba la piel y mi corazón latía con fuerza, no le comentaba nada a nadie porque no me creían.
Una tarde mi madre se encontraba sola en la casa, estaba en la sala y por un momento sintió lo que yo sentía, que la observaban desde mi habitación, ella no le tomo importancia, pues se dice que cuando se sienten estas presencias no hay que tenerles miedo, ella solo dijo –esta es mi casa, no tuya, así que ni creas que te voy a tener miedo– al llegar del colegio nos conto lo que le sucedió, y me dijo que no hay que tener miedo, pero ya para mí eso era imposible, ya se había creado ese miedo en mi.
Una noche, estábamos solas en el cuarto de mi mama ya listas para dormir, pues mi papa estaba para la finca e íbamos a dormir nosotras sola en la casa, cuando es así todas dormimos en el cuarto de mis padres, estábamos conversando con la puerta cerrada y de repente escuchamos un fuerte sonido en la cocina como cuando se cae algo pesado, las tres nos quedamos calladas.
–Sofi anda a ver– me dice mi madre.
–No si, yo no salgo de aquí ni loca– le dije– quien quita y vea algo, no, no, no yo mejor me quedo aquí.
–Tú si eres miedosa– dice mi madre abriendo la puerta y salió a ver.
– ¿Qué era? –le pregunto al regresar.
–Nada.
Nos quedamos dormidas, esa noche tuve una pesadilla horrible, me levante sobresaltada, sentía que mi corazón se iba a salir, me senté en la cama pero sin bajar los pies, pues creía que algo me podía agarrar desde debajo de la cama, no sé hasta qué hora estuve despierta sin poder dormir, no quise despertar a mi madre o mi hermana, pues que caso tenia si solo era una pesadilla.
Al día siguiente mi hermana y yo nos fuimos al colegio y mi madre se quedo lavando, en la tarde cuando termino se acostó a dormir, mientras dormía sintió que alguien o mejor dicho algo, le soplo un oído, ella en el acto se despertó, se quedo por un momento allí y se levanto, salió y recogió la ropa, pues iba a llover, al regresar al cuarto se sentó en la cama y se dispuso a leer un libro, mientras lo hacía sintió como que un gato estaba arañando las tablas de la cama por debajo, ella solo se quedo allí tranquila, no quería dejar que el miedo la consumiera.
Estos tipo de acontecimientos seguían sucediendo, pero no sabíamos porque.
Nos llego una visita, un amigo de la familia que es brujo, al entrar a la casa dijo algo que nos dejo sorprendidos.
–Aquí hay un demonio.
–¿Qué dijiste Robert?– le pregunta mi madre.
–Aquí hay un demonio– camino por toda la casa y se centro en mi cuarto– y aquí está el portal.
–¿Qué portal?– pregunta de nuevo mi mamá.
–El que conecta este mundo con el otro.
–¿Y cómo se abrió este portal aquí?, antes no se sentía nada en esta casa.
Robert siguió caminando.
–Al parecer hay alguien quiere que se vayan de esta casa.
– ¿Pero quién? No hemos tenido problemas con nadie, ni con un vecino.
–Eso hay que averiguarlo.
Robert le entregó una lista de cosas que mi mamá tuvo que comprar, al comprarlas se las entregó y él de nuevo fue para la casa e hizo algo así como un lavado a la casa, así lo llama él… desde ese momento no se sintió más nada, pero me quedo el temor, aun no me gusta estar sola en casa y mucho menos en mi cuarto y más después de tantas pesadilla que tuve con esa sombra.