Dicese que por estos lares deambulan almas en pena, seres que aun no han encontrado la luz que les lleven al paraíso (ante el señor Dios) por tener deudas pendientes en la tierra. Esa almas desorientadas molestan a los transeúntes emitiendo silbidos, llantos, sonidos de cadenas, luces, figuras raras entre las sombras de la noche o cualquier horripilante espectro. Puede ser un tributo de las pobres almas por el destino que se merecen, por haber sido sacados de sus cuerpos con mucha violencia. Almas arrogantes, que no entienden que ya no son parte de este mundo. Almas que insisten en comunicarse con los vivos; quienes en lugar de ayudarlos a identificar su pecado, corren despavoridos y presos de miedo.
Sucedió que mi abuelo, siendo joven, acostumbraba tomarse algunos tragos en un pueblito distante a su casa. Tarde en la noche, mareado y semidormido, mi abuelo emprendía el regreso a su casa montado en una bicicleta toda oxidada. En uno de esos regresos, debía transitar por una desolada y larga carretera; entre caminos de tierra, calles asfaltadas e inmensos cocotales.
Todos en el pueblo sabían cuando mi abuelo se acercaba por el pintoresco sonido que su bicicleta emitía.
Aconteció que muy avanzada la noche, de esas en que mi abuelo regresaba de sus rumbas, sintió algo misterioso montado sobre la parrilla trasera de su bicicleta… ¡sabía que era un muerto!; por lo pesado de su vehículo, por el frío sentido en su espalda y por el olor a carne podrida. Nunca llegó a voltear para ver la cara del inesperado pasajero y, para evitar que este le hablara, confundía al extraño pasajero usando versos incoherentes, como los que les voya cantar acompañado con las cuatros cuerdas de este cuatro, y dice así:
En una noche oscura y soleada
las estrellas repiqueteaban en el cielo,
cual callada y blancas garzas
de ruidoso y negro plumaje.
Es mi triste corazón, ¡ya muerto!
Que galopaba con frenética alegría
Como el sonoro y mudo canto
en la oscuridad de un claro día.
Donde usted esta, mi fantasma amigo
Las pasiones ni malas ni buenas son,
no se diferencia el calor del frió,
y se puede odiar con mucho amor.
La mentira de la verdad
y la verdad de quién miente
forma parte de la realidad
forma parte de lo evidente.
Las contradicciones de aquí y de allá,
se resuelven interrumpiendo la paz:
a la fuerza la razón le ha de dar,
a quien ocultan la verdad.
El lobo que rasga la carne, oveja es.
Así… quien esclaviza patria ajena,
le premian las sometidas naciones,
por llevar la paz del sepulcro a otras tierras.
Naciones donde Dios se hace gobernante
para desgarrar la piel de aquellos pueblos
que no siguen su palabra: ¡seres ignorante!
no son merecedores de esta tierra ni de este cielo.
¡Bajemos!, a mirar ese río de estrellas,
que recorriendo agua arriba, espera rendida.
Vértigo de la profunda montaña,
que desde la cima, nos invita a abandonar la vida.
¡Bájese!, mí impaciente amigo,
que debo llevar, más allá, mi canto
donde el camino asusta al río
y el río se espanta sin escuchar mi llanto.
(…) Y asina mi abuelo lograba que la pobre alma, confundida por su recitar incoherente, se bajara de su bicicleta para ir en a la búsqueda de otro solitario vagamundo mas fácil de asustar. Así, que cuídense de caminar por estas oscuranas vacías porque son lugares de andanzas de las almas sin vida.
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Editado: 06.03.2022