Mitos Y Leyendas De Mi Abuelo Chucho

ATAQUE DE OTROS MEDIOS

Erase una vez, en algún lugar de las redes sociales:

¡Santo Dios!, como han destruido los monumentos históricos de mi país, todo en ruina, como si un huracán paso por allí y lo convirtió en cenizas.  No tomo fotos ni tomo videos de lo que observo porque se le acabó la energía a mi ‘celular’.

»!upss!, ¡eeeh!, bueno con la poca energía que me quedó pude mandar esta nota de voz.

Inmediatamente se hizo viral esa noticia; creándose la alarma en todo aquel país; pero… esa noche muchos reporteros se apersonaron en el lugar comprobando la falsedad de la noticia. —Otra falsa noticia en las redes sociales—señalaron los reporteros; sin embargo, la noticia continuo siendo divulgada por el mundo y  algunas naciones llegaron a penalizar moralmente a aquel país.

En otro lugar del planeta surgió una noticia aun más intrigante:

¡Santo Dios!, mis ojos lo ven y no lo puedo creer, como si fuera un relato extraído de una historia de ciencias ficción. Jamás pensé que ocurriría algo así. Un rayo de luz azul celeste confundido con el azul del cielo surcó las nubes para estrellarse contra las torres más altas de la ciudad. La luz derrumba a estos edificios como si fueran hechas de papel. Otro rayo también  azul abrió camino por entre los árboles, destruyendo todo a su camino; solo queda un amplio y oscuro boquete con una profunda herida de muerte. Lo más intrigantes es que no se pueden tomar imágenes; alguna especie de radiación impiden registrar con imágenes  el horror que observamos.

Como humo en un campo desolado,  esta  la noticia se divulgo por los medios de radio, televisión y redes sociales, haciéndose  eco por todos los medios de comunicación del mundo.

(…) Margaret, una joven madre residente en las inmediaciones de la ciudad agredida, se hallaba de pie, sorprendida e inerte por la  noticia escuchada  a través de la televisión,  no podía creer lo que aquel narrador describía.  Horrorizada, la joven mujer  se aproximó a la televisión y subió el volumen para escuchar mejor ya que no podia ver imagen alguna.

—¡Santo Dios!, nuestra ciudad está siendo atacada por fuerzas extrañas. Nuestras cámaras hacen las tomas de los edificios caer; pero… por razones desconocidas las imágenes no son capturadas y menos difundida.

»¡Crean lo que les digo!; polvos, cenizas, escombros y vidas humanas perdidas. No hay límite para esta agresión, ciudadanos atrapados entre los escombros sin poder escapar; y nuestros soldados sin enemigo a la vista a quien atacar.

»Los edificios son aplastados como si fueran hechas de endebles galletas. Soldados apuntando al cielo sin encontrar un blanco concreto, y el rayo destructivo sigue cayendo sobre nuestra ciudad; he aquí porque les afirmo que el ataque viene del espacio exterior.  Extraterrestres que desean poseer lo que por siglos hemos  cultivado como tesoro: “nuestra  libertad”. Informó para ustedes  Jones Donance.

Ante aquella pausa televisiva,  Margaret, inquieta, saltó aterrorizada en busca de sus dos hijos quienes se  hallaban en el estudio jugando con un dispositivo electrónico. La joven madre llevó a sus hijos al frente al televisor, allí los tres se hincaron de rodilla. La madre con sus tres hijos comenzaron  a orar mientras la noticia continuaba:

—Como si emergiera entre los marcos de un  portal inter-estelar, la luz azul no revela su origen y, sin dar tregua,  flagela la tierra creando profundas grietas grises; las cuales, vomitan lavas y cenizas creando un verdadero infierno de llamas y surcos negros en su camino. Elevadas masas de calima espesa ahoga a los pobres seres indefensos. Gritos escalofriantes se oyen por todos los alrededores  de los edificios caídos.

»Ciudadanos todos, resguárdense en sus casas; mantengan la radio encendida, comuníquense con sus seres queridos por las redes sociales, sintonicen nuestro canal de noticias y les daremos las últimas informaciones del día. Nuestros equipos de reporteros y yo estaremos a las calles, al servicio de ustedes, recogiendo estos acontecimientos, los cuales están en pleno progreso. Ya las autoridades, sabrán que …

 »¡Santo Dios!, una gigantesca ola de cenizas se abalanza sobre nosotros. Suspenderemos nuestra transmisión; al momento volveremos.

Ante la inesperada pausa,  Margaret llena de miedo escuchó un ruido en la sala de su casa. Ante la periodicidad de aquellos golpes, se acercó a la puerta de entrada de su hogar; al llegar y abrir  la puerta observó a su marido Williams,  quien portaba varias bolsas de mercado. Williams al ver a Margaret toda exaltada, soltó las bolsas y la abrazó. Margaret llevó a su marido hasta la radio y estando allí exclamo:

—¡Amor!, ¿escuchaste la noticia, alguien nos ataca desde el espacio exterior?

—si amor, lo he estado escuchando desde la radio del auto.

—¿Qué haremos?

—Vine a dejar estas provisiones, para volver por más.

Williams regresó a la puesta de salida y desde allí informó a su esposa:

—Espera aquí, iré por  papá y tú hermana —Margaret, regresó frente a la televisión donde se mantenían sus dos hijos hincados de rodilla. La joven madre intentó informarse por las redes sociales pero todas las señales estaban caídas.

Jones (el narrador de noticias) sigue narrando lo sucedido, aun sin poder transmitir imagen alguna:




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