Moda de amor

CAPITULO 1

CAPITULO 1

Una corazonada

Tengo 25 años y soy diseñadora.

Lo era. Hasta que me acusaron de plagio, observo a la culpable con un nudo en mi garganta, no era posible que todo mi esfuerzo y mi posible ascenso haya sido en vano, ¿qué le diría a Reese? Tenía que luchar, al menos intentarlo.

—jefa, juro que lo he creado yo, puedo mostrarle la evidencia.

La señora Monroe se mostró impaciente, el ruido de sus tacones era realmente insoportable. Selena me miraba con desagrado, la culpable de todo y la que robó mi trabajo.

—Tienes diez segundos para demostrarlo —sentenció, ahora todos en la oficina se habían reunido.

No era cualquier trabajo, el diseño que había creado me iba a llevar a ser una de las principales diseñadoras de moda, había estado luchando para conseguirlo, pero la que creí que era mi amiga, me traicionó sin dudarlo.

—Está bien —jamás en mi vida el corazón me había latido tan rápido, corrí hasta que me detuve en mi escritorio, había dejado algunas copias de mi diseño, al abrir mi bolso quede en blanco. No había nada, ni las hojas, solo mis cosas personales. Al darme la vuelta, vi la asquerosa cara de Selena sonriendo, me di cuenta de que también había hurgado en mis cosas.

Estoy acabada.

—¿Y?, ¿aceptas que le has robado el trabajo de Selena? —no pude mirarla, contuve mis lágrimas, no podía darles el lujo de verme destruida.

No dije nada, tal vez fue por la vergüenza o por la rabia que tenía en ese momento.

—Es una ladrona, se lo dije, jefa, siempre quiere sobresalir y no le importa arrastrar a otros.

Perra.

—Yo...— intenté decir algo, pero me interrumpió.

—Conductas como esta, son inaceptables, le informaré a recursos humanos sobre esta situación.

—¡No! Por favor, no conseguiré trabajo si tengo una falta en recursos humanos —pedí. Jamás conseguiría trabajo con una falta como esa.

—Debió haber pensado en eso cuando le copio el trabajo a su compañera, no hace falta que te diga que estás despedida, ¿cierto? —se giró en sus elegantes tacones y sin mirarme dijo —. Espero que aprendas que plagiar es de las peores cosas que puede hacer un ser humano. Ya conoces la salida.

Jamás iba a conseguir trabajo. ¿Quién me daría trabajo luego de ser acusada de plagio? Solo un loco aceptaría.

Selena se acercó cuidadosamente, —Hasta nunca, Anne —alce mi mano derecha, sin embargo, salió corriendo antes de que le propinara una hermosa cachetada.

Deambulaba por las calles. No podía creerlo, me había quedado literalmente en la calle, ¿qué le diría a mis padres? ¿A Reese? Qué humillación.

Un carro pasó por mi lado a toda velocidad salpicando un charco. Me miré a mí misma con simpatía. Era una mujer sin empleo, acusada de plagio, sucia de barro, ¿qué más podía pasarme?

No tientes al destino, Anne.

Necesitaba un trago, urgentemente. La idea de seguir mi vida la sentía muy pesada, creí que todo iba a mejorar ahora que iba a ascender.

Al entrar en el bar, varios sujetos me miraron, tal vez era por el sucio vestido o por morbo. Me senté en una de las sillas del bar.

¡Guao! —el barman resoplo.

—Ni una palabra, Tag.

Tag era el barman del bar, más específico, éramos amigos desde la infancia. Era uno de mis amigos más cercanos, fue el único que no me dio la espalda cuando dejé mi ciudad natal.

—¿Qué te ha pasado, Anne?

—Espera, necesito una bebida fuerte antes de decirlo.

En segundos, Tag me ofreció un vaso de whisky, no tomaba, pero este momento lo ameritaba.

—Selena ha robado mi trabajo y me han acusado de plagio.

—¿Qué? Pero, tú nunca harías eso, ¿verdad?

¿Era en serio?

Tag había salido un tiempo con Selena, ella le terminó por alguna desconocida razón. Sin embargo, no tenía los ánimos para discutir con Tag.

Recogí mis cosas, dispuesta a irme, indignada.

—No, espera. No te vayas.

—Solo déjame sola.

Tag me obedeció y salió a atender otros clientes, de vez en cuando me miraba de reojo, sintiéndose apenado, era muy fácil de leer. Me sentía muy miserable, ni siquiera podía dar la cara ante mi familia. Creí que Selena era mi amiga, pero no dudo ni un momento en darme la espalda y apuñalarme.

Luego de varios minutos, decidí que era hora de irme, debía enfrentar mi realidad.

Salí del establecimiento en silencio. Tag me miró de reojo, pero no dijo nada, ambos sabíamos que no era el mejor momento para hablar.

Alguien pasó caminando a toda velocidad, empujándome a un lado con fuerza, aterrice en el suelo. Me giré para verlo con furia, era un hombre de traje, parecía tener prisa.

—¡Deberías fijarte por donde caminas! —grité, el hombre no se detuvo, simplemente me ignoró.



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En el texto hay: destino, niños, romance

Editado: 28.04.2024

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