Cumpleaños especiales
Finalmente, había llegado la noche.
Termine de retocar mi maquillaje antes de salir a recibir a los invitados. Había optado por ponerme un vestido dorado, el cual llegaba a mis rodillas, no era muy lujoso, pero tenía un diseño muy lindo.
Toda la casa estaba decorada y llena de personas importantes, probablemente y según lo que me explico Evans, eran ejecutivos de la empresa.
Evans.
Recordaba nuestra charla en la mañana y por alguna razón inexplicable resultaba agradable.
Realmente quería conocerlo.
Toqué la puerta de Rachel y encontré a Evans hablando con la pequeña Rachel, estaba vestida como una princesa, llevaba un vestido rosa y su cabello estaba trenzado, era una niña muy bonita. Por otra parte, el Sr. Evans llevaba un esmoquin negro que se ajustaba a su figura, no podía decir que se veía mal, porque estaba guapísimo.
¿Acabo de pensar eso?
Sí, era imposible negar que era un buen partido.
—¿Puedo pasar? —inquirí asomándome por la puerta.
Ambos giraron y Rachel salió a darme un abrazo.
—Estás muy linda, señorita Anne.
Le di un beso en el cachete, —Tú también lo estás pequeña.
Salió corriendo, dejándonos solos.
El Sr. Evans se acercó a mí y me dio una mirada completa.
—Te ves...—otra vez me miro —, ¿cómo decirlo? Preciosa.
Mi corazón se acelero un poco.
—Tú no estás tan mal.
Mentira. Estaba que me lo comía con la mirada.
Ambos nos miramos sin poder girar en otra dirección. Deseaba poder poner mis manos en su cuerpo, en su pecho, en su abdomen. Me estaba poniendo hormonal.
Mis ojos se detuvieron en su corbata desarreglada.
—¿Puedo? —dije mientras sostenía su corbata entre mis manos.
Él asintió, bajando su mirada hasta mi rostro.
Mis manos estaban frías y temblaban un poco.
Mientras hacia el nudo en la corbata, sentía su mirada sobre mí en todo momento, pero no me atreví a mirarlo.
Al terminar, Evans agarró mis manos frías.
—Mírame.
Mierda.
Obedecí y la mirada que encontré me dejó sin aliento.
—Qué bonitos ojos tienes —dije sin poderlo evitar, sus ojos azules parecían un mar seguro, un completo mar abierto preparado para perderme en su mirada.
—No quiero que estés nerviosa cuando estés conmigo, quiero que te sientas segura.
Asentí.
Digo, era inevitable, su presencia no era pasada desapercibida.
Reese abrió la puerta y ambos nos alejamos en tiempo récord. Ambos habíamos acordado mantener el hecho de que nos conoceríamos en secreto de los niños y demás personal.
Teníamos claro que, si algo pasara, los principales afectados serían los niños.
—Tía, ya hay muchas personas abajo, ¿ya vienen?
—Sí, Reese. Baja con el Sr. Evans, mientras yo termino de revisar algunos mensajes.
Ambos salieron por la puerta, Evans me lanzó una pequeña sonrisa al salir.
Mi corazón se emocionó un poco al verlo.
Estoy perdida. Sacudí la cabeza, revisando mi teléfono.
Había varios mensajes de mi madre.
"Tu papá está mejor" la sangre que donó Reese fue de mucha ayuda, gracias, hija"
"Disculpa por lo que dijo tu padre ayer, sabes cómo es"
"No quiero que te sientas presionada por hacer o venir, solo quiero que sepas que tu padre realmente no siente lo que dice"
"No pienses tanto en eso"
"Te quiero, hija"
Me mordí el labio inferior, pensando en que responder.
"Está bien mamá, gracias por avisarme"
¿Me alegraba? Muchísimo.
Por alguna razón, no podía odiar a mi padre con todas las cosas malas que me ha hecho a mí y a Reese.
El pasado y el futuro están estrechamente relacionados. Algunas personas pueden alejarse de su pasado, pero cuando se trata de tu padre o cualquier familiar cercano se hace completamente imposible.
A medida que crecemos nos damos cuenta de que es difícil, mirar hacia el pasado, nos hace más fuerte o más débiles y que el futuro es incierto, pero muchas personas viven pensando en el futuro olvidando su presente.
La vida continuaba a pesar de todo lo que una vez pase, el tiempo y el reloj no perdonaban. Pero creo firmemente que tú decides avanzar o estancarte en el mismo lugar, aunque el tiempo corre, si no actúas, darás vuelta en la misma ruleta una y otra vez.