Moda de amor

CAPITULO 14

CAPITULO 14

 

"Puede que las personas sepan más cosas de nosotros, que nosotros de ellos"

 

¿Qué había hecho?

Al día siguiente, todo lo que sucedió me vino como un balde de agua fría.

Evans ni siquiera me miraba y tenía toda la razón. No lo culpaba en absoluto.

Me levanté de la cama, agarrándome la cabeza, tenía mucha resaca. No recuerdo como llegué a casa, lo último que recuerdo es haber estado en el bar con Tag y haber regresado en la noche.

Dios mío.

Qué irresponsabilidad.

¿Y Reese? ¿Evans lo recogería?

Afortunadamente, era sábado y no tenía que llevar a los niños, era muy tarde. Baje las escaleras en cuanto estuve lista. Opte por ponerme una sudadera negra.

Los tres estaban en la sala. Evans estaba sentado en el sofá, se encontraba sumergido en su laptop y los niños jugaban en el suelo. Ni siquiera notó mi presencia.

Me senté a un lado, manteniendo la distancia.

Era claro de ver.

Era muy incómodo.

—¿Te tomaste el medicamento, Reese?— pregunté, Reese asintió.

—Diana se los dio, señorita Anne —dijo Rachel.

—Está bien.

—Irresponsable —murmuró Evans por lo bajo.

—¿Dijiste algo?—me giré hacia él, seguía sin verme a la cara.

—¿No recuerdas lo que hiciste anoche?

Mierda.

¿Ahora qué locura hiciste?

¿Hice algo malo?

Trate de recordar, pero mi mente estaba en blanco.

—Eres un desastre cuando estás borracha. Espero que no vuelva a suceder, resulta muy inapropiado.

Era cierto. Mi versión borracha era la peor en todas las borracheras, era fastidiosa e intensa. Mi primera etapa es reírme de todo, luego llorar, luego abrazar y luego...

Carajo.

—No me digas que...

Alzo la mirada, —Te desmayaste.

Suspire de alivio.

Cambie de tema, urgente, —Lo siento por lo de ayer.

—No tiene importancia —dijo, seco.

—Pero...

—Mira, somos dos personas adultas, no hay que actuar con niñerías, sabes perfectamente lo que dijiste y ninguna excusa es válida. Así que como ayer me dijiste, lo que sea que pasaba entre nosotros se acabó. No quiero volver a hablar sobre esto.

Un balazo duele menos.

Quien te entiende, maldita loca.

¿Eso no era lo que querías?

Pero no así.

Entonces, ¿Qué quieres?, ¿que este a tus pies y te lama la mano?

—Me parece bien.

¿Bien, dices?

Apenas lo íbamos a intentar.

Dios mío, que hice.

Evans parecía que había puesto nuevamente sus barreras.

—Hay un trabajo en la empresa —emitió.

Alce las cejas, no podía creer que me lo estaba diciendo y cuando se podía notar que estaba molesto.

—¿De qué se trata?

—Es con una empresa, quiero ver que puedes ofrecerle a la empresa.

—No puedo creer que me estés dando la oportunidad, finalmente.

No podía contener mi sonrisa.

—Independientemente de lo que pase, trabajo es trabajo. El diseñador se encuentra en el hospital por una intoxicación.

Esto me daría la oportunidad de demostrarle que puedo con el trabajo y por consiguiente, darme trabajo de diseñadora.

—¿Cuándo empiezo?

—El lunes —se levantó del sofá, parecía querer decir algo, pero en el último momento se arrepintió y desapareció por las escaleras.

—Bueno, niños, ¿quién quiere jugar?

Los dos niños gritaron emocionados.

***

Al día siguiente, los cuatro estábamos cenando en el comedor. El ambiente era tan denso que hasta los niños se sentían incómodos.

Evans y yo apenas hablábamos y en caso de hacerlo, me respondía secamente lo que le preguntaba.

—Cuando estaba pequeña me regalaron un poni, Reese —le dijo Rachel.

—Aún estás pequeña —dije llevándome un bocado de puré de papa.

Rachel cruzó los brazos, amargada.

—No soy pequeña.

—Si lo eres —dijo Reese. Ambos nos reímos de la cara molesta de Rachel.

Era muy caprichosa y linda para su propio beneficio.

—Papi, ¿por qué no le hablas a la señorita Anne y me defiendes?

Evans ignoró el comentario y siguió comiendo, perdido en su teléfono. Parecía estar chateando con alguien.

¿Tan interesante estaba?

¿Qué?, ¿estás celosa?

¿Serás consciente de lo que pasó?

Conchuda.

—¿Tienes novio, señorita Anne?

La repentina pregunta de Rachel hizo que se me atorara la papa. Esta niña y su lengua.

—¿Por qué me preguntas eso?

—Mi papi está soltero y tú estás soltera.

Mire a Evans y no parecía importarle la charla, alzo una ceja por algo que vio, pero luego sonrió.

Mierda.

Me picaba el puño.

—Tag es su novio —hablo Reese.

—No lo dudo —emitió Evans por lo bajo.

—¿Quién te dijo eso, Reese?—cuestione.

—Él siempre dice que se va a casar contigo, así que debe ser tu novio.

Estos niños me van a volver loca.

Evans se ríe fuertemente y todos quedamos estupefactos.

¿Evans?, ¿Riéndose?

Rachel lo jalo del suéter atrayendo su atención, —Papi, ¿estás bien?

Me tapé la boca para no reírme.

—Estoy bien, hija. Perfecto.

Por alguna razón, no le creía nada en absoluto 

—¿Entonces si tienes novio? Lástima —se puso cabizbaja.

—No tengo ningún novio. Tag es solo mi mejor amigo. Rachel no eres cupido para andar emparejando a las personas.

—¿Hay diferencia, señorita Anne? ¿Por qué quiere tener dos hombres?

Había visto mucha televisión.

—Un mejor amigo es una amistad cercana, casi como un hermano y un novio, es alguien más cercano a ti, es alguien que te ama y te protege.



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En el texto hay: destino, niños, romance

Editado: 22.11.2024

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