Moda de amor

CAPITULO 20

"No puedes ser la mujer que necesita de un hombre, sé la mujer que un hombre necesita"

Anne.

Miro fijamente a Alex, mientras él me mira nervioso. No soporto más su silencio y decido adelantarme.

—¿Sucede algo?

—Lo siento, estoy un poco nervioso —dice, casi sudando.

—Tranquilízate, no es como si fuese una víbora.

Al contrario de tus compañeras. Lo pensé, no lo dije.

—Quiero decirlo, pero no quiero hacerte sentir incómoda.

—No pasará, ¿es algo relacionado con la empresa?

Él sacude su cabeza.

—Dilo. No hay porque temer.

Alex sonrió y dejó escapar un suspiro, —Me gustas.

Demonios.

La confesión me dejó pasmada. Abrí los ojos como platos.

—¡Señorita Anne! —cerré los ojos en cuanto escuche su voz.

Qué maldita suerte tengo.

Me giré hacia él. Evans me mira como si hubiera hecho algo malo. No doy mi brazo a torcer. Se lo merece.

—¿Sucede algo, jefe?—Evans frunce el ceño ante mi voz mordaz.

—La reunión se acabó. Puede irse —dijo en dirección al chico. Alex solo me miró.

—Pero...—intento replicar.

—La reunión se acabó —esta vez sonó autoritario.

Alex se marchó sin ninguna respuesta. Sin embargo, lo llamé y fui en dirección a él. Me acerqué un poco para que Evans no escuchará.

—Lo siento, eres un buen chico. Tengo novio. Quizás podamos ser buenos amigos.

—Me gustaría eso —el chico sonrió y se alejó de nosotros.

Evans carraspeó la garganta con los brazos cruzados.

—Sígueme —ordenó. Me quedo quieta en mi lugar. Al ver que no me movía, se acercó invadiendo mi espacio personal.

—No hagas que te cargue, Anne —su voz está cargada.

—No me moveré de aquí, hasta que me hables bien.

Cruce los brazos para afirmar mi punto de vista.

Evans cerró los ojos, buscando su paciencia, —Te besaré y haré lo que quiera contigo justo ahora, si no vienes conmigo.

Trague en seco, tratando de mantenerme firme después de esas palabras.

Mire a mi alrededor y todos nos miran. Observo el rostro rojo de Evans. Es capaz de eso y mucho más.

Maldito.

—No te atreverías —digo por lo bajo, bajando mis brazos.

—¡Oh! Soy capaz de todo ahora mismo, Anne.

—Solo tienes que decir la palabra mágica.

Estoy agotando su paciencia. Pero debe aprender a respetarme.

Evans aprieta los dientes y dice por lo bajo, —Por favor.

—Está bien —accedo. Me encaminó a su oficina con Evans detrás de mí.

Ahí es donde perteneces, Evans Collins.

Detrás de mí.

¿Quién diablos eres?

¿Y qué has hecho con Anne? Al llegar a la oficina, espero parada, no quiero sentarme, Evans se sienta en su silla.

Lo observo mientras él se mueve inquieto en su silla sin decir una palabra, sus ojos fijos en los míos. Su ceño fruncido y los labios apretados delatan un torbellino de emociones. Claro, había algo más que simple curiosidad en su mirada; era celos, y se notaba a kilómetros.

Parecía estar al borde de estallar. Evans se pasó una mano por el cabello, un gesto que solía hacer cuando estaba nervioso. No podía evitar sentirme un poco intrigada por la tensión que se iba acumulando en el aire. Evans se cruzó de brazos, como si intentara crear una barrera entre él y lo que estaba sucediendo.

Aprieto mis labios para evitar reírme.

—¿Qué es tan divertido?— murmura.

Quería decirle que no había razón para preocuparse; solo era amigable. Pero su mirada intensa me decía que no había forma de convencerlo.

Quizás una parte de mí quiere hacerlo sufrir por lo que hizo en la reunión.

—¿Cómo va tu día?—preguntó, mirando el montón de papeles sobre la mesa. Ignoro la tensión entre nosotros y el tema.

Evans frunce el ceño— Bien... hasta que vi lo que pasaba con Alex — respondió con un tono que no podía ignorar. Su voz estaba cargada de algo más que simple desdén.

—¿Te refieres a nuestra conversación? Solo estábamos hablando sobre el proyecto—, traté de aclarar, sintiendo cómo mi corazón empezaba a latir más rápido.

—Sí, claro. Solo hablando y riendo como si fueran los mejores amigos del mundo— replicó, dejando escapar un suspiro exasperado.

—Evans, no es para tanto. Es solo una conversación— insistí, aunque empecé a sentirme incómoda ante su mirada intensa.

—¿Solo una conversación? Me parece que te estás divirtiendo demasiado con él— contestó, cruzando los brazos de manera defensiva. Sabía que esa postura era un signo de su incomodidad.

—¿Estás celoso?—le pregunté directamente, aunque temía la respuesta. Su rostro se tornó aún más serio.

—Sí, estoy jodidamente celoso.

No espere esa respuesta.

—¿Por qué hablaste con él? ¿Te invito a salir?—continuó al ver mi silencio.

—Fue agradable hablar con alguien que entiende el trabajo. No significa nada más —, traté de explicarle, pero él seguía mirándome con desconfianza.

—No has respondido mi pregunta, ¿te invito a salir? ¿Qué le dijiste antes de irte?

—Evans, por favor. Deja este tema.

Evans no parece querer calmarse.

—¿Y qué hay de mí? Siempre he estado aquí para ti— dijo Evans con un tono que me hizo sentir culpable. —No entiendo por qué necesitas buscar atención en otra parte.

—Evans, no se trata de buscar atención. No estoy reemplazándote ni nada por el estilo—, respondí con calma.—. Eres importante para mí.

—No lo parece cuando estás tan feliz hablando con él—murmuró, claramente herido.

—Estás siendo dramático. Solo hemos hablado hoy.

Evans pasó una mano por su cabello.

—Dramático —repitió para sí mismo.

¿Qué era esta escena de celos? Olvide lo que le iba a decir.

Puse ambas manos en mis caderas, mirándolo con decisión, —Tú eres el que debería empezar a explicarse, ¿qué es eso de ese nuevo trabajo?, ¿sabes la responsabilidad que has puesto sobre mi cabeza?



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En el texto hay: destino, niños, romance

Editado: 22.11.2024

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