"El pasado nos sigue a todas partes, no importa si te escondes al final del mundo, tarde o temprano llegará hasta ti"
—Esto es una mala idea, Evans—dije, frunciendo el ceño mientras jugueteaba nerviosamente con el borde de mi vestido.
—Mis padres quieren conocer a la familia de mi novia—contestó él, sus ojos brillantes de emoción, aunque su voz delataba una mezcla de ansiedad.
—Te dije que no le dijeras, Evans—replico con firmeza, sintiendo cómo una ola de nervios se apoderaban de mí. La idea de estar frente a su padre otra vez me llena de inquietud.
—Tienes que calmarte, nena. No será nada del otro mundo—dijo Evans, acercándose más, intentando compartir su calma con una ligera sonrisa.
—Con mi familia, es todo del otro mundo— murmuré, mi mirada estaba perdida en el pasado. Mi padre me había tratado con frialdad desde que supo que estaba embarazada de Reese.—Dime una cosa, ¿cómo hizo tu madre para convencer a mi padre para reunirse?—pregunte, la curiosidad brillando en mis ojos mientras la tensión en su cuerpo se negaba a disiparse.
—No lo sé—respondió él con un ligero encogimiento de hombros—. Pero vamos tarde, voy a buscar a los niños.
—Evans—lo llamo, y él retrocedió un paso, volviéndose para mirarme, una mezcla de ternura y preocupación se asomó en su rostro.
—Ayúdame a abrochar el vestido—dije, sintiendo cómo la ansiedad me envolvía, un lío de emociones y miedos.
—Si querías que tuviera mis manos sobre ti, solo tenías que decirlo—replicó él, su tono ligero, pero su mirada ardiente.
—Eres un pervertido—respondí, aunque una sonrisa apenas contenida se asomaba en mis labios.
—Date la vuelta, Anne—ordenó suavemente, mientras me giraba con un suspiro, enfrentándose a sus propios miedos.
No podía resistir la tentación. Sus dedos fríos encontraron la cremallera de mi vestido, moviéndose con una delicadeza que me hizo estremecerse, como si cada toque pudiera romper algo más que la tela.
Antes de poder alejarme, acercó sus labios a mi oído. Un escalofrío recorrió mi espalda haciéndome temblar y no de frío.
—Idiota—dije, aunque no pude evitar ocultar la sonrisa que nació en mis labios.
—Estás hermosa—murmuró él, dejando un beso húmedo en mi cuello mientras el corazón latía desbocado.
Incline la cabeza a un lado, incapaz de resistir el magnetismo que me unía a él.
—Tú también estás muy guapo—respondí en un murmullo.
Evans se acercó aún más, su cabeza casi enterrada en mi cabello, respirando profundo. —Ese olor me vuelve loco—dijo, su voz baja y cargada de deseo.
—¿Qué olor?—preguntó, intrigada.
—Tu olor—respondió, como si eso fuera todo. Elevó una mano a mi abdomen, bajando lentamente, sus palabras, construyendo un puente entre ambos.
—¡Evans!—lo empujo suavemente por el pecho, pero su sonrisa es inconfundible.
—Más tarde no te librarás de mí tan fácilmente—dijo, con una chispa traviesa en sus ojos.
—Ve a buscar a los niños, Evans.
Evans sacudió su cabeza, volviendo a sí mismo.—¿Ves cómo me dejas? Como un loco.
Me reí mientras lo veía desaparecer por la puerta de mi habitación.
Cada día me enamoro más de Evans.
Estoy perdida.
Reese se había recuperado, había pasado una semana, Tag lo visitaba a menudo, Evans ponía mala cara cuando lo veía. Afortunadamente, podía calmar sus celos con un poco de cariño.
No sabía qué esperar de la noche de hoy. Mi familia no es especialmente agradable, la única que puedo rescatar es mi madre, pero mi padre y mis hermanas, eran mis peores haters.
Por otro lado, la familia de Evans. No le caía nada bien a su madre, luego del encuentro y que me ofreciera dinero para alejarme de su hijo, no había vuelto hablar con ella.
Además, le había asegurado que no existía nada entre Evans y yo, no puedo siquiera imaginar lo que debe estar sintiendo ahora que sabe que somos pareja.
La noche no anunciaba nada bueno. Deje escapar un suspiro silencioso. Mi único alivio era tener a Evans a mi lado, y a los niños. Rachel no era mi hija, pero la sentía parte de mí, era una niña extraordinaria. La amaba, tanto como a Evans.
El lugar de la reunión sería en un hotel de lujo, mis padres no tienen el dinero para pensar en cenar en un lugar como ese, seguramente es idea de los padres de Evans. Al fin y al cabo, ellos son los de la idea.
—Mi abuelo me odia, Sr. Evans.
—Solo dime Evans, Reese. Tu abuelo no te odia.
Detuve mis pasos en la puerta, sin atreverme a pasar e interrumpir la conversación entre Evans y Reese. Puse una mano en mi corazón, tratando de calmar mis latidos.
Lo siento pequeño. Lo siento tanto, hijo.
Evans está arrodillado frente a Reese.
—Él me odia. Mami se pone tensa cada vez que lo ve.
Evans se quedó en silencio, antes de que pudiera decir algo, decidí interrumpir.
—¿Listos, chicos?—sonreí falsamente, ignorando el latido de mi corazón. Puse una mano en la espalda de Evans mientras se levantaba —. Ya estoy lista, ve a buscar a Rachel, Evans.
Evans dejó escapar un suspiro. Una comprensión silenciosa había entre los dos, no hay necesidad de palabras.
Antes de ir a la reunión, acordamos decirles a los niños que estábamos juntos. Ya no podíamos seguir mintiéndoles.
Me senté en la cama, palmeando un asiento a mi lado, Reese corrió para sentarse y abrazarme.
—Mami, no quiero ir.
—Escucha cariño, tu abuelo no te odia, me tiene rencor a mí. Eres un niño extraordinario, mi amor, no pienses esas cosas.
—Está bien, mami.
—Además, hoy vas a ver a tu abuelita.
—¡Sí! Quiero ver a abuelita.
Reese me abrazó hasta que Evans apareció con Rachel en sus brazos, vestida con un hermoso vestido rosa. Mientras los niños estaban sentados en la cama, ambos nos arrodillamos frente a ellos, tomando sus manos.