“Nueva vida, nuevas oportunidades de encontrarse a sí mismo”
Había pasado una semana. Una larga pero intensa semana. Durante mi estancia en la mansión descubrí varias cosas.
Una de ellas es que mi padre guardó una habitación para mí desde que nací y desde entonces no había sido tocada. Entré lentamente, con los dedos rozando el marco como si al hacerlo pudiera sentir lo que no viví. La habitación olía a tiempo detenido, como si esperara, pacientemente, mi llegada.
Wyatt era el CEO de la empresa de mi padre biológico. Además, había pasado tiempo con Frederic, y me imaginé todo, menos que fuera el padre que siempre imaginé.
A menudo, cuando era pequeña, me imaginaba a Julián abrazándome y dando consejos. Pero nunca llegaron. Incluso cuando necesitaba un abrazo de papá, él se mostró frío e indiferente.
Y aunque me cueste admitirlo, ese vacío marcó cada una de mis relaciones. Me aferraba a la idea de alguien, pero en cuanto sentía que podía perderlo, huía antes de que me dejaran.
Así arruiné todo.
Incluso con Evans.
Evans. Recordarlo aún me causaba un dolor intenso. Por suerte, tenía a Reese. Y ahora, a una nueva familia.
Wyatt me ofreció un alto puesto ejecutivo, pero no quería trabajar por nepotismo. Ni porque fuese de la familia, quería ganarme el puesto. Así que opté por empezar a diseñar. Lo que siempre había querido.
No sé si era el destino o coincidencia, pero la empresa de mi padre era la mayor empresa de moda en París. Mi padre es un aficionado a la moda, y diseñar lo es todo para él. Aunque ya esté retirado, aún interviene, después de todo, es el fundador de Coeur Sauvage.
Al principio no entendí el porqué del nombre, pero cuando me lo explico me dejó sin palabras. Me dijo que su corazón late salvajemente cuando diseña. Es una emoción muy distinta a las otras. Como diseñadora puedo entenderlo a la perfección. Para mí, crear algo desde cero es completamente único. Amo la forma en que los colores se juntan y la forma en que cada prenda toma vida.
El apellido real de mi padre era Hill. Por lo cual soy Anne Hill. No Bennett.
Todo se sentía como un sueño. Lo único que me mantenía a flote era mi hijo.
Por otra parte, me había podido comunicar con Tag. El pobre estaba muerto de la preocupación porque no lo había llamado. Dijo que Evans había estado en su bar. Eso me pareció extraño. Ellos dos no eran amigos. Supongo que Evans está desesperado. Pero eso no es mi problema. Ya no soy su problema.
Si no le costó nada mentirme en la cara, yo no tendría por qué perdonarlo.
Estuve a punto de ascender en la empresa de Evans. Pero ya todo es en vano. Y no queda más opción que mirar hacia adelante.
—¿Señorita Anne? —La voz de Amaia me sacó de mis pensamientos—. ¿No va a desayunar?
Por unos momentos me había quedado mirando el plato de comida sin probar un solo bocado.
Wyatt y Reese también estaban desayunando. Y por supuesto, mi padre, Frederic. Aún no me acostumbraba a llamarlo papá o alto por el estilo. Él me aseguró que podía llamarlo como me pareciera más cómodo. Así que opté por lo fijo, Sr. Frederic.
—Sí, gracias, Sra. Amaia —respondí con una sonrisa, antes de empezar a comer.
Durante los días que estuve aquí, me di cuenta de varias cosas. Amaia era como una madre para mi hermano Wyatt. Todos la querían y la respetaban. Era muy amable y cálida. Pensar en qué pude haber crecido rodeada de todo este amor… es algo especial.
—¿Ya has decidido, Anne? —me preguntó el Sr. Frederic.
Frederic me ofreció quedarme en la mansión o alquilar un apartamento. Aún tenía mucho que pensar. Este cambio podría afectar mucho a Reese.
—Nos quedaremos aquí si no le molesta —Frederic sonrió en todo su esplendor, mientras Wyatt parecía contento también.
No era la única que quería quedarse aquí. Reese se había vuelto un consentido de su abuelo. Y Frederic parecía encantado de darle toda su atención a su nuevo nieto.
—Me hace feliz escuchar eso. Tenerte aquí, fue lo mejor que me ha pasado en años, Anne.
—Es muy amable —me sonrojé bajo su mirada.
—El lunes empezarás a trabajar. Ya quiero ver tus diseños. Deben ser hermosos.
—De hecho —me acordé de los diseños que había preparado para mostrárselos a Evans para la nueva colección—. Tengo unos que podrían gustarte.
Agarre mi bolsa que estaba en el sofá para luego sacar los diseños. Ellos iban conmigo siempre. Eran muy preciados para mí.
Me acerqué a Frederic para mostrarles los diseños. Mientras se los pasaba, me quedé esperando su reacción. Al principio paso las hojas sin ninguna expresión, pero luego de un rato, se los paso a Wyatt.
—Mira —Frederic puso una mano en su barbilla esperando la reacción de su hijo. Wyatt me miró en cuanto terminó.
No supe expresar su mirada, era una mezcla de asombro y algo más.
—¿Están mal? —pregunté insegura.
—Esto es…—pausó, volviendo a mirar los diseños—. Es hermoso, Anne. Sería una colección completamente nueva y fabulosa para la empresa. Quizás le haríamos unos retoques, pero esto… es increíble.