SINOPSIS

Perder un novio es triste.
Perderlo en vivo, con medio país opinando como si fueran jurados de reality, ya es deporte extremo.
Y no de los que dan medallas, sino de los que te dejan sudando vergüenza y memazos.

Así que sí: hice lo que cualquier persona con la dignidad hecha polvo y una leve inclinación al drama haría… huir sin mirar atrás.

Spoiler: el universo no coopera.
Mi vuelo se canceló, mi maleta se perdió y terminé en un pueblo donde la tecnología murió hace décadas.
No hay señal. No hay Uber. No hay terapia.
Solo un gato con cara de juez, un hombre que parece hablar con signos de puntuación y yo, intentando parecer zen mientras en realidad quiero morder un router.

Él se llama Lian.
No sonríe, no conversa, no tiene redes, y probablemente me odia solo por existir.
Yo, en cambio, hablo hasta dormida, me estreso si el celular vibra sin razón, y tengo la habilidad natural de convertir cualquier silencio en un programa de entrevistas.
Y claro, el destino que ya debería buscarse un pasatiempo decidió que compartiéramos techo.
Literalmente.
Una influencer cancelada y un escritor antisocial bajo el mismo techo… nada podría salir bien, ¿cierto?

No sé si esto es un castigo o una terapia de choque, pero cada día entre sarcasmos, miradas raras y comidas que parecen retos de supervivencia, empiezo a entender que “modo avión” no era desconectarme del mundo… era apagar a la versión ridícula que construí para que los demás me quisieran.

Y sí, me asusta.
Porque sin seguidores, sin maquillaje y sin pose, solo quedo yo… y a veces eso da más miedo que cualquier comentario viral.
Pero entre el ruido que ya no tengo y los silencios que ahora me acompañan, hay algo que suena distinto. Algo que no es amor todavía, ni falta que hace, pero se siente… real.

Así que no, no prometo un romance perfecto.
Prometo caos, risas incómodas, vergüenza ajena y tal vez solo tal vez, un poquito de paz en medio de todo el desastre.