Y allí estaba ella. La chica de cabello corto y oscuro, maquinando en su cabeza un plan para que el adolescente de gafas negras se quedara con ella para siempre.
Cosette era una chica de apariencia áspera, alta y con muchas historias dentro de esos dos ojos oscuros.
Había sido el primer amor de Antoine Bonheur, había sido su primer beso.
Eran cosas que la chica del lazo azul desconocía, pero que ella recordaba con mucha nitidez, como si fuera ayer que sostenía su mano.
Porque la chica del lazo azul no lo merecía.
La chica del lazo azul, era estúpida e indefensa. Una nueva pieza en su juego de ajedrez que quería eliminar.
Pero, algo tenía ella, que había arrancado a Antoine de sus brazos...
Era cierto que ahora el poeta adolescente se veía mucho más feliz, con los pómulos rosados y una sonrisa inigualable.
Pero esto que haría continuación cambiaría todo lo demás.
-Hola Cosette.
Y un hombre, de piel morena y ojos oscuros llegó a su encuentro.
-¿No te parecería mejor un lugar más privado?. -dijo Cosette, con la voz temblorosa, señalando a todo el bullicio de su cafetería menos favorita en toda Francia-
-No hay otro lugar, a menos que quieras ir a aquel donde los prisioneros se arrastran, preciosa.
Ella rodó los ojos.
-Sabes que detesto que me llames así.
-Y tú sabes de donde vengo yo, querida. Tómalo o déjalo.
Ella puso los ojos en blanco, mientras se aplicaba un poco de lapiz labial, que alimentaba su incansable narcicismo.
-¿Hay noticias?
Cosette asintió.
-Pero hay algo que no tenías en cuenta...Está enamorado.
El moreno alzó una ceja, mientras una carcajada llena de sarcasmo salía de su boca.
-¿Quien es la chica en cuestión?
-Alguien que detesto.
El sujeto volvió a reir.
-¡Oh, por favor! No tengo tiempo para dramas adolescentes, querida. Tú haz lo tuyo y yo lo mio. Ya me estoy encargando de eso.
-Mañana lo veré en teatro.-dijo ella- Pero no sé qué hacer. Está embelesado.
-Tú siempre sabes que hacer.
Y era verdad. Cosette era cautelosa, como una serpiente antes de inyectar el veneno mortal.
-Tienes que actuar rápido, o si no, ya sabes cómo acabará esto.
............
Cosette Delacour carecía de delicadeza para el arte dramático, pero quería hacer teatro sólo porque Antoine estaba ahí.
Estaban actuando en la obra más hermosa y desgarradora del drama británico: Romeo y Julieta.
Antoine hubiera deseado que a Cosette le hubiera tocado el papel de una simple viejecita caminando por las calles de Nueva Verona, pero había obtenido el protagónico.
El profesor William brillaba de la emoción, pues era su obra favorita.
-Acercate más. Mirala a los ojos. -decía- Recuerda tus lineas.
Antoine se las sabía a la perfección, pero no podía ser tan expresivo con Cosette.
El adolescente levantó la mirada, y con manos sudorosas dijo:
-En tus ojos veo más peligro que en cien espadas de ellos...
Pero las palabras que salían de su boca eran descoloridas, sin amor.
Cómo deseaba que aquella a la que le estuviera diciendo esas palabras fuera a Bellerose...
Pero es que para él, aquellos hermosos ojos oscuros no representaban peligro. Es más, cuando se encontraba con esos hechizantes ojos, se sentía como si hubiera encontrado un lugar para que su corazón pudiera descansar.
Y Antoine creía que sí era posible morir por amor, o vivir, con la única motivación de ver a tu amada al final del día.
-Tomate cinco minutos. -dijo el profesor William-
Antoine fue a beber agua, mientras dejaba a Cosette con las palabras en la punta de la lengua.
Ella estaba más colorada que un rubí. Tanto así que el rojo de sus mejillas se confundía con el carmesí de sus labios.
No estaba así sólo por casualidad, más bien era por cierta chica, que entraba con una gran sonrisa a la sala.
-¡Princesa!
El rostro de Antoine se iluminó. Tomó a Lorraine entre sus brazos y la levantó, para luego besar sus labios con dulzura
Al levantarla, el bolso de Lorraine cayó al suelo.
Momento que aprovechó Cosette para introducir una nota no tan bonita en él.
Al verlos así, con una de las más grandes sonrisas, aquella que Antoine nunca tuvo cuando estaba con ella.
-Vamos a ver si puedes con esto, chica azul.
Y la puso dentro del bolso de gimnasia de Lorraine.
-No creí que fueras a venir, mi amor. -dijo Antoine, más ilusionado que nunca-
-Siempre estaré para apoyarte. -respondió ella-
Y con algo de timidez, lo besó en la mejilla.
Así, Antoine sintió que la vida finalmente le sonreía.
-Quiero presentarte a una persona...
Y entrelazó sus manos con ternura.
-Profesor William, ella es Lorraine...Mi novia.
"Mi novia"
Le gustaba como sonaba eso, le gustaba la forma en la que un "te quiero" se escapaba de sus labios.