-Y...Esa carta que me diste, cuando estabamos en Londres...-empezó a decir ella-
Estaban en el edificio de Antoine en La Rue Rouge. Los colores de un suave atardecer se abrían paso por el cielo parisino, bañando las almas de aquellos dos adolescentes, que habían descubierto lo que significaba "un amor de verdad"
Él jugaba con su cabello, acariciandolo suavemente, como si fuera lo más hermoso que hubiera tocado.
Un estremecimiento corría por el corazón de Lorraine al sentir los latidos del corazón de su amado.
-¿Si? -dijo él-
-¿Debería leerla?
Él tragó saliva, mientras debatía entre si debía contarle lo que contenía la carta o no.
Al final, decidió hacerlo.
-Creo que no deberías, princesa. Ya que la escribí pensando que aquellos maleantes iban a terminar conmigo. Pero sí te diré una cosa: aquella carta expresaba mi interminable amor por tí. Expresaba cuanto te añoro, cuando te necesito...
Al oír estas palabras, la jóven depositó un cálido beso en su mejilla.
Unos cristalinos ojos grises se encontraron con los de ella, mientras una sonrisa se asomaba por sus labios.
Aquella sonrisa era todo lo que Lorraine necesitaba para sentir que había alguien en la faz de la tierra que la amaba tanto como ella lo hacía.
Aquella sonrisa conformaba sus sueños y esperanzas...
Aquella sonrisa era su todo.
-Tengo una sorpresa para tí. -dijo él, que no podía creer lo hermosa que se veía contra la luz del atardecer-
Salieron de La Rue Rouge y caminaron con alegría tomados de las manos.
-Ahora debes cerrar los ojos, ¿está bien?
Ella asintió e hizo lo que él pedía.
Dió unos cuantos pasos y subió algunos escalones...
-Y...¡Ya!
La adolescente abrió sus ojos y se dió cuenta que estaba en su librería favorita, con un libro en sus manos.
'Mon petit Amour'
Por Antoine Bonheur.
Dedicado a la que comparte mis sueños y sonrisas, aquella que me enseñó que sí es posible soñar, aquella que me enseñó el arte de amar...
Por siempre tuyo, Antoine James Bonheur.
-Colette me ayudó a publicarlo ahora que trabaja en una editorial.
Su sonrisa era tan grande que Lorraine pensó que en cualquier momento se iba a desmayar debido a la euforia que inundaba su corazón.
-¡Estoy tan orgullosa ahora que no me importaría besarte!
Ella también estaba experimentando un tipo diferente de felicidad al ver que todos los sueños del jóven que tanto amaba se hacían realidad.
Él se acercó a su oído y susurró:
-Tampoco me importaría que lo hicieras.
Al decir esto, la tomó en sus brazos y la levantó, mientras ambos poseían unos corazones rebosantes de alegría.
-Mi princesa. -dijo él-
-Mi guardian. -respondió ella-
Algo era más que seguro, Antoine Bonheur y Lorraine Bellerose compartían un amor más fuerte que la muerte misma. Más puro e inocente que la primera risa de un bebé al nacer.
Aprendieron sus secretos, y entendieron que el amor, no se trata de querer a alguien más...Sino de quererte a tí mismo.
Aprendieron que los obstáculos que la vida les presentó podían ser superados siempre y cuando estuvieran juntos, compartiendo las caricias que ahora descansaban sobre su alma y corazón, como un recuerdo dulce que seguiría vigente hasta el fin del universo.
Sin embargo, el cariño, los besos y la dulzura que estos dos compartían estaba fuera de su control. Ya que en esos momentos, cuando sentían el tacto de sus manos, los latidos de su corazón...Se dieron cuenta que no estaban siendo manejados por la razón, sino por los profundos sentimientos de su corazón.
Fin.