Monarquía de lágrimas

Cartas de insomnio

POV:ZAI

Revolviendo la arcilla con otros materiales pude conseguir la consistencia perfecta para la mascarilla que necesitaba. Este pedido me había sacado canas verdes y eso, que aún faltaba más de 30 cosas por terminar en mi lista de quehaceres.

No quería dejarles ningún oficio a los demás, ya que; todos estaban ocupados en esta fecha, así que me propuse a vaciar aquella lista yo misma.

Escuche como tocaban la puerta, después de autorizar el paso, entro Antho con toda mi correspondencia en mano.

No hable demasiado con aquella persona, aparte que su humor contrastaba con el mío, nuestras palabras terminarían con un puño en mi boca y mi mano sobre sus ojos. Para una amistad duradera, en ocasiones debía haber momentos de tensión y palabras cargadas de realidad.

Me coloque derecha y mire de reojo el periódico del día de hoy, la portada llamo mi atención. Me levanté y camine hacia la correspondencia, observe el anuncio; "General Blackburn herido en la frontera del país después de 20 horas de diálogo con los asaltantes".

¿Este hombre no tenía la capacidad de dormir? ¿Acaso amaba tanto su trabajo para sacrificarse a tal punto?

Siempre me preocupaba demasiado por las personas de mí alrededor, pero él no lo era, ahí el detalle.

Ojalá hubiese empleado todo mi esfuerzo en hacer las cosas que ameritaban mi presencia, pero, aquellas palabras se quedaron en mi cabeza demasiado tiempo, mi cerebro dejo de procesar mis ideas y mis pies dejaron el despacho que tenía en la botánica.

Entre a las bodegas y recorrí el camino hacia un tónico que aún no salía a la venta, tome dos frascos y los metí en una canasta que había tomado en la entrada. Mire los recipientes de cada hilera de estantes y busque la etiqueta con los componentes que deseaba en un suplemento, cuando escogí uno que cumpliese con mis exigencias fui hacia otro espacio.

Casi elijo una crema en especial, pero, al recordar que solo era de mi uso personal, y que estaba en mi cabaña al otro lado de la ciudad, además él tenía ciertas preferencias que no deseaba que se repitieran. Tome una crema con potencial y la coloque en la misma canasta. Algunos tés y los empaque en las bolsas especiales.

Coloque la canasta en una mesa de la bodega y tome lápiz, papel y las etiquetas de la tienda. Especifique cada cosa y su uso, resaltando la aplicación de la crema.

Envolví la canasta, como si fuese un regalo, mientras arreglaba el papel y colocaba caramelos de menta que también creábamos, con pasos rápidos lo lleve de nuevo a mi despacho. Deje el presente encima del escritorio y cuando fui consciente del gesto solo pude sentarme y mirarlo por largos minutos.

Me gire y mire al caballero recostado en uno de los sillones rojos.

— ¿Crees que sería prudente enviar este regalo?—cuestione, aquel hombre, ni siquiera me observaba— ¿Es mi amigo o eso le dije para evitarlo?. ¿Podrías decirme miau?

Bolitas me miro, pero, no le importe lo suficiente, así que solo se volteó y siguió durmiendo.

—Es tarde, cuando le llegue tal vez esté dormido...

Tome papel y mi sello personal, no pensaba enviar algo con el de mis tiendas. Saque lo necesario para escribir una carta y mire todo organizado en mi escritorio.

¿Debería escribirlo a mano, o utilizar la máquina de escribir?

Tome el bolígrafo, me coloque derecha y comencé a escribir las palabras que necesitaba decir. No hubo nada que no fuese sincero, mientras escribía, no note que había tomado otra hoja y anotado algunos detalles que debía guardarme, pero, antes que pudiese arrepentirme firme y selle la carta.

Enviarlo no fue un problema, solo le pedí a un mensajero que lo llevase a su dirección.

Mire a Bolitas, el gato no tenía un nudo en el pelo, no había pulgas o un cabello maltratado. Era un rey durmiendo plácidamente, mientras yo, su pueblerina cumplía sus caprichos.

Observe la tinta que estaba en la punta de mis dedos, aunque no dejaba de cuestionarme si mi acto fue contraproducente.

Sin embargo, la imagen de sus hombres caídos aún me perseguía. Siempre tenía una curiosidad insaciable, pero, ahora parecía casi infinita.

POV:ALEXANDRE.

Cada músculo dolía en mi cuerpo, cada movimiento era tedioso y mis ojos, quemaban en cada pestañear. Mis labios estaban secos y mi garganta ardía al tragar agua, después de 18 horas sin tomarla, parecía casi un alivio divino.

Pensé en camino a mi hogar, "tal vez tenga algo de paz y pueda dormir", Pero, mi padre estaba en la entrada con una voz alta y un tono altanero. Éramos tan poco parecidos en cualquier aspecto.

Me grito tantas cosas que ahora no podía recordarlas con precisión, nunca me quedaba callado, pero la jaqueca me daba ganas de vomitar y me dolía el estómago, así que, mi atención estaba puesta en no desvanecerme y convertirme en un bolillo en posición fetal. Todo termino después de que Max llegara para sacarlo a patadas 5 minutos después.

¿No miraba lo cansado que estaba? Estaba de pie enfrente suyo, con la ropa roída y la cara golpeaba. Donovan no estaba conmigo, si no, estuviese aquí reclamando porque siendo su superior no le daba misiones menos peligrosas.

Aunque lo odiase, yo también era su hijo, ¿no podría tener la misma empatía por mí que por mis hermanos? Nunca había sido digno de él, aunque no compartía aquel pensamiento, pero ¿Qué me hacía falta para merecer su aprecio? Había una posibilidad de que, mi miedo nunca había sido parecerme al hombre que odiaba, tal vez, mi miedo era convertirme en el hombre que no me amaba.

Estaba enfermo, pero, no era mi trabajo, los trasnochos o mi falta de sueño, el causante era mi familia. Aquellas misiones que no debía tomar, pero, siempre escogía para alejarme de aquel torbellino que me hacía doler el pecho.

Gracias a la mujer que no me había dejado desde los 12 y el hombre que conocía desde los 13, aquella pesadilla que llamaba padre tuvo que irse de mi casa. ¿Qué haría sin ellos? Eran las únicas personas que solían quitarlos de mi vista.




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