Monarquía de lágrimas

-Oh mi amor, aun si no pudiese hacerlo, me quedaría una vida a tu lado.

POV: ZAI

Mis dedos temblaban al sostener la daga. Todo mi cuerpo estaba intentando mantenerse al margen del estrés, pero no podía ni siquiera moverme.

¿En realidad no tenía alternativa o ellos no deseaban darme una?

Ella estaba sentada a escasos pasos de mí. Había una cuerda alrededor de sus muñecas, el material rasgo su piel, tanto, que podía mirar un pequeño hueso sobresalir. Un grueso anillo se colocó alrededor de su cuello. Ella estaba encadenada a esta habitación.

Comenzó a removerse poco a poco.

—¿Dónde estoy?—cuestiono, escupiendo algo de sangre—¿Cómo llegue aquí? ¿Qué es este lugar?

—Estas en las mazmorras—respondí en voz baja— Tu hermana te trajo aquí.

—Y tú, estás aquí para terminar con su trabajo— su voz hacía eco en las paredes del lugar— Muerdes mi mano después que te di de comer. ¿Qué te ofreció ella que nunca te di yo?

—Ella me dijo— respondí, escuchando como mi propio llanto impedía que hablara— Para que Zai pueda vivir, Amara tiene que morir.

Ella hizo silencio, escupiendo la sangre que se acumulaba en su boca.

—¿Por qué?

—Lo siento Amara, lo siento tanto— susurré, mirando mis manos vendadas y después observando su rostro—Te quiero Amara, te quiero tanto, pero no puedo morir, no quiero morir.

—¡Estás maldita!—grito, mirándome a los ojos—¡Cada cosa que tocas carece de vida Zai, por eso, un alma sin nombre no merece vivir en un cuerpo con identidad!— realizo una pausa para volver a escupir sangre— Ni siquiera tienes algo o alguien. ¿Cómo podrías saber que es querer?

La daga se resbaló de mis manos. Limpie mis lágrimas, manchando mis mejillas de sangre. La había perdido, no podía mirar la daga entre la sangre y el barro que había en las mazmorras.

Una patada hizo que callera de espaldas y rodara por el suelo mojado. Amara estaba de pie.

Como pude, me levante con rapidez, algo mareada de la patada.

—No quería hacerlo, no quería esto—dije, suplicando por aire.

—¡Pero tú lo hiciste, me traicionaste!

Tropecé, cayendo sobre el mismo líquido rojo que cubría mi vestido. La sangre estaba por doquier y ella, estaba encima de mi cuerpo, sosteniendo la misma daga con que debía matarla.

—Cada cosa que tocas carece de vida Zai, por eso, un alma sin nombre no merece vivir en un cuerpo con identidad— repitió.

Mi cuerpo fue sacudido con fuerza. Escuchaba a lo lejos como una voz decía mi nombre con desespero.

—Zai, despierta maldita sea, Zai.

¿Antho?

Una fina capa de sudor cubría mi cuerpo, mi pecho subía y bajaba con rapidez, mientras los jadeos me impedían poder respirar. No tenía noción del tiempo.

—Solo fue una pesadilla, no es real, ya no es real— escuché los susurros de Anthonely mientras me abrazaba— Todo está bien, estas a salvo.

Para mi sorpresa, volví a quedarme dormida en los brazos de Antho después de algunos minutos temblando.

Mi cuerpo al despertar era un desastre, mis ojos ardían y mis manos aún temblaban. Antho no estaba a mi lado, pero escuchaba un pequeño ruido proveniente de la cocina

Tome un largo baño, estruje mi cara con fuerza, haciendo que mis mejillas ardieran por algunos minutos. Cuando salí del baño, había una caja en la cama.

La nota estaba firmada por mis amigos y decía “Feliz cumpleaños, Zai”

Fui al comedor, mirando como había fruta picada y un desayuno algo improvisado.

—Buenos días— susurré, acercándome.

—Debo admitir que solo tú puedes hacer que corte la fruta en forma de corazón— dijo Antho con una sonrisa, apuntando una silla— Ven, desayuna conmigo.

Yogur y frutas frescas, ella lo había organizado todo de forma minuciosa. Terminamos de comer, ambas nos mirábamos la una a la otra, aun sentadas en el comedor.

—Quiero retirarme a la cabaña, hace algunos días no voy y deseo pasar un rato sola... ya sabes.

—Lo sé, todo está bien si te sientes cómoda— dijo, dándome una pequeña sonrisa y tomando mi mano—Siempre solemos celebrarlo algunos días después, este año escoge el día.

—Realmente deseo... pero yo-

Ella me interrumpió.

—No debes darnos explicaciones—susurro, acariciando mi mano—Nunca hablamos de aquello y nunca te obligaría a recordar algo que te atormente, pero sabes que estaré para ti, hasta en los días más oscuros

— Hasta en los días más oscuros— susurré, mirándola a los ojos—Gracias, hermana.

Ella se movió para abrazarme, su cuerpo me rodeo y a diferencia de su carácter, Antho tenía un olor suave y una piel delicada.

Ambas salimos de la casa después de arreglarnos. Ella se llevó a Ronnie y yo tomé otro caballo. Un corcel de pelaje negro.

Las calles eran tan ruidosas que no podía escuchar mi propio respirar. Deseaba poder dejar de escuchar esa bola de ideas que amenazaba con quedarse siempre. Intentaba convencerme de que todo era una mentira, que no estaba estancada, que ahora avanzaba con un mejor rumbo.

Pero no importa que haya construido, siempre terminaba en el mismo sitio, en el mismo lugar y llorando la misma muerte. Nunca dejaría de sentirme tan culpable y sola.

No quería sentirlo, solo deseo poder arrancar estos pensamientos de mi mente y nunca escucharlos más. Solo deseo vivir, porque sobrevivir me estaba matando.

A lo largo de los años, había recolectado fuerza para seguir. En momentos como estos, solo podía recordar como mis amigos habían cambiado el ritmo de mi vida.

Existía un recuerdo muy presente de mi cumpleaños número 19. Eliazar estaba enfrente de una hoguera y con ojos cristalizados me pidió que cuando no quisiera seguir, recordara que lo estaba abandonando.

Solía buscar en mi memoria mis recuerdos más preciados, pero ahora no tenía ninguno, aunque intentara con todas mis fuerzas recordar alguno. Sabía que estaban ahí, que había personas que me amaban y una vida que adoraba, pero ahora no existía, solo podía pensar en momentos crueles.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.