Le sonreí a Patty por segunda vez, y me le acerqué mientras acomodo mi bata.
Por ahora la sala de Emergencias está bajo control, y no veo señales de mi gran mentora (digo gran porque no nos llevamos bien). Al parecer hoy tendré un buen día.
-¿Libre? - dije apretando mis labios, mientras espero una respuesta de su parte.
-¿Cómo? - dijo riendo y acomodando un mechón de cabello detrás de su oreja.
Suspiré profundo - pues a mí me parece que estás libre de tareas - miré de reojo el cuarto de mantenimiento - ¿quieres...
El ruido de la ambulancia me sobresaltó, ya que se escucharon unos gritos desesperados.
Arrugué mi frente sintiendo toda la adrenalina en mi sangre, y salí corriendo hacia ellos.
-¡Se supone que tendrías que estar en la puerta Akers! - gritó la doctora Adams mientras ayuda a bajar la camilla del paciente.
Apreté mis dientes y negué lentamente - lo siento, no ocurrirá de nuevo.
-¿Qué tenemos aquí? - dijo la doctora Adams ignorando mis disculpas por completo, y centrándose en los paramedicos, mientras ingresamos a la sala.
-Mujer de unos veinticinco años, embarazada, tuvo un grave choque automovilístico, sin cinturón, trauma en la cabeza y espalda, presión baja - el hombre no para de hablar mientras la ingresamos a un consultorio y tomo una linterna, para chequear sus pupilas.
-¿Puedes oírme? - dije examinando su cabeza - está en un hospital, tranquila. Soy el doctor Akers, está a salvo.
Su rostro está todo maltratado y con leves cortes de cristal. Sus manos están aferradas a su vientre, y pude notar unas lágrimas derramarse por sus mejillas. Su cabello castaño oscuro, se tiñó de rojo debido a la sangre que brota de la contusión en su cabeza.
-Llamen a ginecología - Patty se arrimó a la paciente, y se sobresaltó por el grito de la doctora Adams - ¡señorita Holloway dese prisa!
Una de sus manos apretó mi brazo y alcé mis cejas fijando mi vista en la suya.
Sus ojos apenas se sostienen abiertos, y su boca está seca por lo que le cuesta pronunciar las palabras.
-Eres mi esposo - susurró por lo bajo.
-No - apreté su mano suavemente - soy el doctor Akers, es normal sentirse desorientada, ¿me dices tu nombre? - dije tratando de averiguarlo antes de que se desmaye de nuevo.
-Yo... - dijo fijando sus ojos avellana en mí - no lo sé.
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