-¿Lista? - dije entrando a la habitación con una silla de ruedas.
Emilia inclinó su cabeza algo confundida - puedo caminar, no hace falta eso.
Asentí ante su respuesta - lo sé, pero así nos manejamos en el protocolo del hospital.
Ésta me sonrió y señaló su vestimenta - no tengo ropa, la que tenía del accidente estaba destrozada y creo que las enfermeras las desecharon. Sólo tengo ésta bata...
-No hay problema - dije alzando un ceja y mostrando una bolsa que traía escondida a un costado de la silla de ruedas - pude hacer algo de tiempo y fui a comprarte unas cuantas prendas, yo creo que los talles están bien - sentí un raro cosquilleo al ver sus azules ojos mirandome con sorpresa.
-Ahora vuelvo - dijo algo emocionada mientras se encierra en el baño.
Apreté mis manos liberando toda la presión de mis hombros.
Debo admitir que estoy muy nervioso, antes de ir a comprarle esas prendas, me puse a ordenar el apartamento y prepararle mi habitación para ella.
Como yo la mayor parte del tiempo estoy en el hospital, a mi cama casi que ni la uso, por lo que el sofá será mi mejor amigo de ahora en adelante. Compré comida saludable, y también unas cuantas revistas de embarazo para que lea mientras tanto.
Espero que se sienta cómoda, y que no hayan problemas con nada.
La puerta se abrió, y me sorprendió lo bien que le quedaron los pantalones, al igual con la camisa que recalca perfectamente su pancita.
-Muchas gracias Vincent, por todo - dijo mientras tomaba asiento en la silla de ruedas.
-No ibas a quedarte - me limité a responderle, ya que todavía no entiendo el impulso que había tenido para decirle que se iba a venir conmigo.
Mientras nos dirigimos hasta el ascensor, puedo sentir la mirada de Karen que me perfora la nuca.
Era de esperar que se viniera con nosotros, pero nunca pensé que Georgina me persiguiera por detrás también.
Tarde o temprano se iban a enterar que la realidad es que me acosté con ambas. Aunque me hubiera gustado que se enteraran en un lugar donde no esté Emilia presente.
-Hola Vin - dijeron las dos al mismo tiempo, a lo que yo me limité a asentir lentamente.
-¿Qué harás más tarde? - dijo Georgina acomodando su cabello a un costado.
-Yo...
-Mira la coincidencia que estaba por preguntarle lo mismo - dijo Karen riendo levemente.
Emilia reprimió una leve carcajada, y ambas lo notaron ya que la miraron furiosas.
Fijé mi vista en la pantalla del ascensor, rogando que lleguemos a planta baja y así salir corriendo de allí.
Dios, nunca pasé un momento tan incómodo (en realidad sí, una que otras veces y podría decirse que las situaciones eran demasiado similares)
-Vincent ya tiene la tarde muy ocupada chicas, lo siento - dijo Emilia mientras las puertas se abrían y salíamos dejándolas a las dos solas, y con las bocas abiertas de par en par.
Largué el aire un poco aliviado y sonreí de costado - perdón por aquel momento, no creí que...
-¿Que se te juntaría el ganado? - dijo Emilia riendo - al parecer estoy al frente de un médico mujeriego, ¿quien lo diría?
Sentí mi rostro algo caliente - si bueno... Pasado es pasado ¿no? - dije intentando dejar de lado a Georgina y Karen.
Ésta se encogió de hombros - pasado es pasado sino dejas nada pendiente. Y por lo que pude ver, falta mucho que aclarar a aquellas chicas, que por cierto, ambas tienen sentimientos encontrados contigo.
Alcé mis cejas - ¿qué? no. Sólo fueron noches locas, nada serio. Ellas mismas me lo aclaraban - dije sintiendo algo de vergüenza por hablar de eso con Emilia.
-Puedo asegurarte que si te vinieron a buscar, fue porque quieren. Pero bueno si ellas aclararon eso contigo, no tienen porqué enojarse - dijo mientras se ponía de pie con mi ayuda.
-Si - dije algo dudoso ante la posibilidad que no se enojen.
A paso lento comenzamos a caminar hasta al apartamento, y como no había tanto tráfico pudimis cruzar las calles de manera muy rápida.
Tengo nervios de que no se sienta bien en éste lugar, traté de acomodarlo y dejarlo perfecto para ella.
Creo que sentí algo de alivio en cuanto abrí la puerta, ya que ella sonrió con una emoción implantada en su rostro.
Dejó las bolsas a un costado y se sumergió en la aventura de conocer su nuevo hogar. Parece una niña en un parque de diversiones, y eso me provocó cosquilleos en todo el estómago.
-¿Te gusta? Intenté ordenar lo más que pude. Tu habitación será aquella de allá, yo dormiré en el sofá - dije señalando la puerta de mi ex-dormitorio - sientete como en tu casa, hay comida, libros, televisión, un portátil, allí puedes escuchar música - dije mostrándole los distintos ambientas - y la última puerta al lado del pasillo es el baño, que le puse una baranda en la bañera para que te sea más fácil a ti.