Monique Devil

Capítulo 09. Un Propósito Real

Capítulo 09.
Un Propósito Real

La Srta. Cereza iba tarde a su primera clase esa mañana, por primera vez en los siete años que llevaba como maestra en Gray Peaks High, situación que la preocupaba y alteraba bastante. E igualmente por primera vez en ese mismo lapso de tiempo, rompía ella misma la regla sagrada de no correr por los pasillos de la escuela, dirigiéndose hacia su salón lo más rápido que sus tacones le permitían. Lo bueno era que para ese momento casi todos estaban ya en sus respectivas aulas (excepto ella), así que los pasillos estaban solos y nadie era testigo de su penoso desliz.

—Disculpen la tardanza, niños —pronunció en alto en cuanto entró por la puerta del salón, dirigiéndose directo hacia su escritorio sin mirar nada más—. Había un gran embotellamiento en la avenida, y luego algún tonto se paró en mi lugar…

Calló rápidamente, tomando la resolución de que era innecesario compartir con sus estudiantes más detalles de lo debido con respecto a su horrible mañana. Las mentes jóvenes tienen ya demasiado que procesar como para agobiarlos con las penurias de la vida adulta.

Dejó sus cosas sobre el escritorio, y rápidamente se giró hacia el pizarrón, comenzando a borrar lo que había quedado escrito de la clase anterior.

—Pero bueno, no estamos aquí para hablar de mis problemas —declaró con convicción una vez que dejó de borrar—, sino para aprender. Así que sequen sus cuadernos y…

Sólo hasta ese instante tuvo la calma suficiente para virarse por completo a mirar el resto del salón. Y sólo en ese momento se percató de que algo extraño pasaba. Todos sus estudiantes, o al menos la mayoría, estaban amontonados hacia un lado en la mitad del salón, mirando temerosos a la otra mitad. Y ésta en ese momento era ocupada por lo que parecían ser, a simple vista, un montón de esqueletos verdes con armaduras; algunos sentados en los pupitres, otros de pie a sus lados, y algunos más asomándose desde el patio por las ventanas laterales.

La Srta. Cereza contempló aquello en silencio unos segundos, mientras su cerebro intentaba encontrarle un sentido a tan extraña imagen. Sin embargo, la respuesta más obvia no tardó en hacerse presente, y su expresión completa cambió a una de total enojo.

—¡Monique Devil! —exclamó en alto, claramente furiosa.

Como respuesta a su grito, una mano grisácea se alzó tímidamente entre el mar de cráneos y huesos verdes.

—Presente…

— — — —

La conversación no tardó en pasarse a la oficina del Dir. Rough. Frente al escritorio de éste, se encontraban la Srta. Cereza, Monique, y al menos treinta de sus esqueletos guerreros, rodeando a su nueva ama de forma protectora, pero estando más que nada quietos y en silencio. Monique miraba hacia el suelo, bastante apenada por la situación.

—Esto es totalmente inaudito, director —declaró la Srta. Cereza con enfado, señalando hacia Monique y los esqueletos—. ¿Qué hacen estas… cosas…? Ni siquiera sé lo que son, pero no tienen ningún motivo para estar aquí.

—Somos el Ejército del Cráneo Esmeralda —declaró orgulloso uno de los esqueletos, dando un paso al frente—. Somos los leales sirvientes y protectores de Monique Devil, nuestra Señora del Mal.

La Srta. Cereza lo observó con su mirada afilada e inquisitiva.

—No sé de qué está hablando esta criatura, pero suena a una secta. O aun peor, a una pandilla del malvivientes.

—Le aseguro que no son ninguna pandilla, señor —se defendió Monique rápidamente, dirigiéndose directo al director—. Sólo son… se podría decir que son unos nuevos amigos con los que… estoy decidiendo cómo lidiar.

El Dir. Rough, que hasta ese punto había estado escuchando todo en absoluto silencio, dejó escapar un largo y pesado suspiro.

—Lo entiendo, Srta. Devil. Pero el reglamento especifica claramente que los estudiantes no pueden recibir visitas no autorizadas en los terrenos de la escuela durante horarios de clases…

—Mortal tonto —le cortó uno de los esqueletos, al tiempo que desenvainaba rápidamente su espada y lo apuntaba con ella directo a su rostro. La punta de la hoja se colocó a escasos centímetros de la nariz del director—. La Señora del Mal no necesita autorización de nadie para hacer lo que quiera. Ella rige sobre los mares de fuego, las arenas rojas, los cielos negros y cualquier criatura que viva o respire debajo o encima de ellos. Es la domadora de la luz, señora de la oscuridad…

—Suficiente —exclamó Monique apremiante, y con una mano empujó el brazo del esqueleto, forzándolo a bajar su arma—. Gracias, pero no me estás ayudando tanto como crees.

—¿Ve lo que le digo? —espetó la Srta. Cereza, alarmada—. Sabía que en cuanto permitiéramos que esta… niña pusiera un pie en nuestra escuela, cosas como ésta comenzarían a pasar.

—¿Está acaso amenazando a la Señora del Mal? —espetó el mismo esqueleto de antes, ahora apuntando su arma hacia la profesora. Los demás esqueletos presentes parecieron también más que dispuestos a blandir sus armas del mismo modo. La Srta. Cereza, por su parte, sólo retrocedió un paso, pálida ante tal amenaza.



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En el texto hay: parodia, heroes y villanos, demonios y monstruos

Editado: 30.11.2024

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