Capítulo 16.
En Sincronización
Monique en efecto contaba con las habilidades físicas idóneas para el equipo de animadoras, fruto del arduo entrenamiento de años a lado de una de las guerreras más poderosas de los Caballeros de la Luz. Tenía gran agilidad, una fuerza sobresaliente, y una elasticidad envidiable. Y en ese sentido, tras un par de horas de práctica, no había nadie del equipo que pudiera negarlo. Pero había un pequeño, casi insignificante, detalle que al parecer a Monique le hacía falta: la capacidad de coordinar sus movimientos con los de otras personas. O, todavía peor, la capacidad de medir sus movimientos y fuerza estando rodeada de esas otras personas.
En el transcurso de sólo dos horas, mientras tenía su mente enfocada en intentar replicar cada uno de los movimiento que Lily realizaba al frente, había pisado, golpeado, empujado, derribado, e incluso arañado a al menos otros ocho miembros del equipo; todo eso sin querer, obviamente, pero eso no hacía que doliera menos. Y cada vez que uno de esos “accidentes” ocurría, su confianza y concentración iba en descenso, así que era sólo cuestión de tiempo para que ocurriera de nuevo.
La buena noticia es que no había picado a nadie con su cuerno… aún.
El último de aquella tanda, fue después de dar un largo salto con vuelta hacia atrás, y caer con ambos pies justo sobre los de una chica.
—¡Auh! —exclamó la afectada con fuerza, cayendo al suelo de sentón y aferrando sus manos a sus adoloridos dedos—. ¡¿Qué te pasa?!
—Lo siento… —masculló Monique, seriamente apenada. Por la forma en la que aquella muchacha la miraba, Monique supo de inmediato que no estaba dispuesta a aceptar su disculpa tan fácil. Y el mismo sentimiento parecía reflejado en la mayoría de los demás ojos que la miraban, salvo los de Karly que parecían más preocupados que otra cosa.
Sólo los frenéticos aplausos de Lily lograron hacer que todos quitaran su atención de Monique.
—Muy bien hecho, chicos —exclamó Lily con entusiasmo—. En especial tú, Monique. Buen trabajo.
—¿Eso es sarcasmo? —soltó sin reparo la chica en el suelo con el pie adolorido. Si acaso quería decir algo más, una mirada de reprimenda de Daphne la hizo abstenerse de ello.
—Tomemos un descanso de veinte minutos, y empecemos a ensayar la rutina para la competencia desde el inicio. Monique, quiero que la observes con cuidado y la memorices, ¿de acuerdo?
—¿Yo? —exclamó Monique, azorada—. Pensé que yo no…
No alcanzó a terminar su cuestionamiento, antes de que Lily se girara una vez más hacia el resto del equipo.
—¡Veinte minutos! Aprovéchenlos.
Y sin más, se dirigió hacia su maleta de gimnasio para dar un sorbo de su botella de agua. Daphne pasó en ese momento a lado de Monique, sin siquiera mirarla, y se dirigió con paso presuroso hacia Lily. A pesar de que estaban a cierta distancia, Monique alcanzó a escuchar lo que decían, y le fue imposible no poner atención pues… claramente hablaban de ella.
—Lily, no podemos seguir así —le murmuró Daphne con firmeza—. Terminaremos con medio equipo lesionado antes del sábado si no pones un alto.
—¿De qué hablas? —masculló Lily, indiferente—. Me parece que nuestros compañeros pueden aguantar unos cuantos empujoncitos y pisotones.
—Es más que eso, por favor —susurró Daphne despacio, intentando de seguro no ser oída, pero sin éxito—. Escucha, la chica tiene habilidades, pero le faltan las bases, y no podemos enfocarnos en enseñárselas en estos momentos. ¿Por qué no le decimos que mejor se presente el lunes luego de la competencia y la entrenamos con más calma?
Aquella propuesta le pareció de maravilla a Monique. Estaba lista para aceptarla, antes de que incluso se la mencionaran.
—No —respondió Lily tajante, girándose de lleno hacia su subcapitana—. Luego del sábado vendrán las distritales, las regionales, y con suerte las nacionales. Necesito comenzar a entrenarla para que mejore ahora mismo. Es el mejor momento para hacerlo.
—Pero, ¿por qué? —espetó Daphne, sonando un tanto exasperada al hacerlo—. No tiene sentido…
La mirada de Lily se endureció significativamente, y se fijó como navajas directo en ella. Daphne respingó un poco al sentir esos intensos ojos sobre sí, incluso reaccionando con un pequeño paso vacilante hacia atrás.
—En lugar de estarme cuestionando, deberías enfocarte en enseñarle a nuestra nueva integrante lo que necesita saber —indicó Lily con voz áspera—. ¿No eres para eso mi subcapitana?, ¿para encontrar soluciones a las oportunidades que se nos presentan? Si es una tarea que te ha quedado grande, sólo dímelo y estaré encantada de pasársela a alguien más.
—No digas tonterías —respondió Daphne, intentando reflejar una seguridad que a simple vista no sentía—. Yo me encargo…
—Excelente —exclamó Lily, cambiando radicalmente su humor a uno bastante más alegre y despreocupado. Se colgó entonces su maleta al hombro y se dirigió con paso animado hacia la puerta del gimnasio—. Enseguida vuelvo.