—Saben que esto es un pecado ¿verdad? yo no quiero hacer eso —me dirijo hacia mis padres, señalando el lugar a través de la ventana.
—No es que quieras, es que debes —replica mi padre.
—¿Para ser monja no se necesita ser virgen? —pregunta mi madre confundida.
—Jajaja... no he... entrado... y ya... me botaron —digo entre risa.
—Bueno, no se —menciona mi papá —no vale la pena, si no se intenta —dice bajándose del automóvil.
Louis se dedica abrirnos la puerta a mi madre y a mí para luego bajar las maletas, yo agarro una para arrastrarla hacia la entrada, Nathalie otra y mi papá arrastra las otras dos restantes.
—¡Papá! ¿que voy hacer aquí? Si yo me quedo dormida en la misa los domingos —reprocho —no me gusta este lugar —echo un vistazo hacia la entrada y hay varias personas afuera vestidas con ese traje que usan las monjas que ni siquiera sé cómo se llaman.
Mientras más nos acercamos puedo observar mejor los rostros de cada una de las personas, en la entrada se encuentran al rededor de 26 monjas jóvenes y como 10 monjas mayores, un monje mayor y un monje muuuy joven y guapísimo.
—¿Sabes que papá? estoy pensando en eso de quedarme —pronuncio mientras me volteo con una sonrisa en los labios al verlo.
—¡Isabella! —se quejan mis padres porque me conocen tanto que saben lo que pienso.
Pero no me dicen más nada ya que nos encontramos en la entrada del convento y saludo agitando mi mano.
—Buenas tardes señores y señorita Mussolini —dice una de las monjas mayores —mi nombres es María, estas monjas son Amadea, Sandra, Zaray, Ruth, Rebecca... —dice señalando a la que le corresponde cada nombre —asiento mientras escucho lo que dice, pero la duda surge en mi cabeza ¿y el nombre de él monje joven? ¿Para cuando? A mí no me interesa el nombre de esas monjas yo quiero saber es el nombre de él.
Estaba tan equivocada diciendo que entrar a un convento era un pecado, mientras que pecado pienso que es, no tener a ese monje dándome azotes con un rosario mientras estoy recostada en una mesa.
Nos dan un espacio para despedirnos, en fin, mis padres me dicen que me comporté, esa palabra ya me está retumbando la cabeza de tanto que me lo mencionan.
—tranquilos que tengo todo bajo control —me dirijo sonriendo.
—Tus "tengo todo bajo control" nunca salen bien —dice Nathalie
Nathalie y Louis se despiden nostálgicos, que soy su bebé aunque me porte mal y bla bla yo les doy un beso y abrazo a cada uno y se marchan.
Me volteo para dirigirme al interior del convento con la hermana María junto a Eva y Alison que serán mis compañeras de habitación, dejamos todas las maletas en la habitación y me dieron un recorrido por todo el lugar, mientras la monja María me decía que una monja a cargo de una habitación estaba en todo su deber de expulsarme de la misma si fallo 3 veces, luego del recorrido y de las palabras de la monja, nos adentramos al comedor y no se podía comer hasta que todas estuvieran sentadas para orar y luego alimentarnos.
—Bueno vamos a darle el honor a una de nuestras nuevas novicias para que de la oración de hoy —habla la hermana María, dando un ambiente expectante para las cinco novicias que entramos hoy. [que no me elija, que no me elija —digo en mi mente mientras tengo los dedos cruzados debajo de la mesa] —Melody —pronuncia la hermana María y yo respiro.
Empieza Melody —Gracias te damos Dios... —y al fin empezamos a comer, al menos la comida es buena.
...
Ya empezaba anochecer, cada una fue a sus respectivas habitaciones y al llegar nos pusimos a charlar.
—Empecé con la conversación —¿cuál es el nombre del monje joven? —pregunté cautelosa, aunque no tanto porque lanzar esa pregunta de primera, no es digna para el lugar en el que me encuentro.
—Ah Nicolas —dice Eva con simpleza.
—¿Y el donde duerme? A parte ¿porque no estaba a la hora de la comida? —pregunto con intriga.
—Se empiezan a reír Eva y Alison—los monjes duermen en el convento de al lado y los monjes Raúl y Nicolás su venida se debe a la bienvenida de una nueva novicia o sea en este caso eres tú, nosotras también hacemos lo mismo, se turnan las monjas mayores como la hermana María junto con una monja que sea la más reciente dado a que una novicia, no puede ir a dar la bienvenida de un novicio —acota Alison.
—Ahh —digo entendiendo.
—¿y cuéntanos a que se debe tu venida a él convento? —pregunta Eva.
—Bueno en realidad yo no quería venir, mis padres me obligaron porque según ellos no me comporto como debería —omito contarles el resto porque no sé qué tan confiables son.
—¡¿QUÉ?! —gritan al unísono.
—Shh —hago una seña para que hagan silencio.
—Monjas y novicia, silencio, soy la hermana Julia —menciona entrando a la habitación —yo dormiré con ustedes, le explico —se dirige hacia mi —como eres nueva, novicia Isabella yo estoy encargada de ustedes con el pasar del tiempo te irás acostumbrando a las reglas —dice con simpatía —hora de dormir, mañana se le facilitará la guía de lo que le toca hacer. —yo asiento —si, hermana Julia —respondo —Bien, Isabella dirija la oración de las buenas noches para nuestro Señor —pongo los ojos saltones a punto de reclamar, pero me contengo por lo que había dicho la monja María de los 3 fallidos y obviamente pensando en que Nicolas tiene que ser mío, empiezo —Señor gracias por el día de hoy y por todo amen —finalizo mi oración —esa no es una oración —réplica la hermana Julia —mañana en su planificación le enseñaran, ahora sí a dormir, buenas noches monja Eva, monja Alison y novicia Isabella —respondemos en coro Eva Alison y yo —Buenas noches hermana Julia —Finalizamos acostándonos.