¿monja? No lo creo

Capitulo 3

¡¿ESTO NO ME PUEDE ESTAR PASANDO?! me giré para encarar a la persona detrás de mí y era Alison, uy que alivio.

—¿Quién anda ahí? —Alison me miró con los ojos saltones y nos escondimos detrás de la gran cortina que bueno que era larga, se escucharon pasos cerca de nosotras y ya me encontraba sudando del miedo, por favor Jesús escucha mis plegarias, [QUE NO NOS DESCUBRAN] los pasos se alejaron y se escuchó una puerta cerrarse.

—Dios, estuvo cerca —dije susurrando, soltando todo el aire que tenía contenido por el episodio.

—¿Qué haces despierta a esta hora Isabella? Y vestida así —dice señalándo mi vestimenta.

—Es que voy a una fiesta —sonrío.

—¿Te has vuelto loca? —susurra para que no nos escuchen.

—¿Isabella? —dice un Nicolas sorprendido —wow fue más fácil encontrarte —sonríe viéndome de arriba abajo luego frunce el ceño.

—¿Cómo entraste? —preguntamos Alison y yo.

—Jajaja —rió bajo —no me subestimen chicas —¿Isabella para donde vas? —pregunta algo ¿molesto?

—Para una fiesta ¿no crees que es una locura? —Alison le responde a Nicolás por mi, mientras me señala.

—Iré contigo —dice Nicolas abriendo la puerta para que salga.

—¿Y yo? ¿qué hago? —pronuncia Alison.

—Anda a dormir Alison —dicho esto, salgo y Nicolas cierra la puerta detrás de sí.

No lo puedo creer iré a la fiesta con Nicolas, no fue necesario pedírselo, ja, nadie se resiste a mi.

—Dijiste que estabas buscándome, ¿por qué? —pregunte curiosa, observando su hermoso rostro —bueno —se rasca la nuca —solo quería conocerte —me toma las dos manos entre las suyas y me ve fijamente a los ojos [Dios que hermoso, este es el destino] al ver que no digo nada, ya que mi cerebro está en shock, continúa —desde que te vi tomaste toda mi atención, trate de disimular para que nadie se diera cuenta y me encuentro aquí dispuesto a conocerte.

—Nicolas, yo... Pienso exactamente igual —le sonrió mientras le veo a los ojos.

—Debido a que estamos internados en un convento no podemos conversar porque las monjas y los monjes no se relacionan a excepción que sea una bienvenida, así que me gustaría verte todas las noches a esta misma hora —me acaricia las manos con su pulgar —me parece perfecto Nicolas —sonrío como tonta.

Fuimos al convento de los monjes para que Nicolas se cambiara de ropa, ¿quien lo diría? El chico estuvo internado anteriormente en lo militar, de ahí fue donde le enseñaron abrir las puertas con pinzas.

—¿Es necesario ir a esa fiesta? ¿Por qué mejor nos quedamos aquí?

—Es que ya acepte la invitación, no lo puedo dejar pasar, aparte yo no me pierdo una fiesta —digo con simpatía.

—Yo solo lo decía porque van haber muchos hombres observándote —pronuncia con un poco de molestia [Oh alguien aquí esta celoso] —y o sea estás bellísima —menciona tímido.

—Gracias por el cumplido, tú también lo estás, digo, no bellísima.. Sino.. Bueno tú me entiendes, guapo eso.. Eso es lo que quise decir —suelta una carcajada y Dios quiero que me trague la tierra.

—Qué tierna te ves sonrojada —acaricia mi mejilla izquierda entre su mano y la acaricia, yo cierro los ojos ante el tacto y agacho un poco la cabeza, Nicolás pone su dedo índice en mi mentón y sube mi cabeza con suavidad, aún tengo los ojos cerrados pero puedo sentir y escuchar nuestras respiraciones muy cerca —se escucha la bocina del taxi y me sobresalto abriendo los ojos, vaya sí que estábamos muy cerca.

—Eh.. ya llego el taxi [si no lo dices ni me entero] —dice con la voz ronca para luego encaminarse hasta el auto y abrirme la puerta, me adentro al interior y luego me sigue el.

El camino al antro la pasamos conversando de él sobre su estadía en la milicia, sus estudios en Harvard, su padre es todo para el, debido a que su madre murió cuando el tenia 3 años, me contó que siempre fue religioso y mientras crecía se dio cuenta que no le interesaba ninguna chica o ningún chico entonces decidió encomendarse a Dios por un tiempo para después volver a disfrutar su vida con su padre.

—Y cuéntame de ti Isabella, ya creo que he hablado mucho sobre mi —sonríe.

¡¿Ahora qué hago?!

—Llegamos —dice el chofer.

—Salvada por la campaña Isabella, pero ya tocará tu momento —pronuncia Nicolas juguetón pagándole al taxista para luego tenderme la mano ayudándome a salir del automóvil.

Lo único que hice fue responderle con una sonrisa para luego adentrarnos al lugar donde la música retumbaba, el olor de la marihuana te golpeaba y te encontrabas en el lugar donde los jóvenes buscaban una buena diversión.

Llevaba a Nicolas de la mano para que no sé perdiera y nos encaminamos hasta la barra.

—Hola John —saludo agitando mi mano.



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En el texto hay: fiesta, diversion, monja

Editado: 03.11.2018

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