— ¡Oh, demonios! — exclamó Amely lanzándosele encima a Cassie, logrando tumbarla de la banca en un intento de quitarle la libreta. — ¡Esto es como una mina de oro!
Cassie alzó la libreta sobre su cabeza para alejarla de las inquietas manos de Amely, sin la menor duda sabía que aquello le intrigaba en sobremanera, como lo hacía con Cassandra, pero esa libreta era propiedad de Lysander, por no decir que parecía demasiado personal para echarle una simple ojeada.
— ¡No, no, no!— gritó Cassie. Las manos de Amely parecían moverse en todas direcciones, sin darle tiempo de reaccionar a tiempo, pero por lo menos todavía tenía la libreta entre las manos y Amely no había logrado arrebatársela, pero si seguían forcejeando por el suelo como un par de maníacas iban a destrozar la libreta y arruinar sus uniformes.
Amely hizo un mal movimiento y se golpeó el brazo contra la banca donde habían estado sentadas, el impacto causo un ruido bajo y metálico. La chica se quejó por el dolor y se alejó en el acto, acunando la parte lastimada contra su pecho y murmurando palabras de consuelo consigo misma.
— ¡Vale ya, eso fue karma! — amonestó Cassie mientras se inclinaba para ver el golpe de su amiga, la chica inmediatamente alejó el brazo para protegerlo y se quedó quieta. Cassie dejó la libreta sobre la banca y agregó: — Déjame ver, si se está hinchando debemos ir a la enfermería.
La mirada de Amely encontró la de Cassandra y le tendió el brazo con sumo cuidado, más su mirada se desvió hacia la libreta y fue el único indicio que tuvo Cassandra antes de que ella la tomara, el golpe de su brazo por el cual tanto se quejó olvidado.
— ¡NO! — gritó Cassie y le arrancó la libreta de las manos con prontitud, justo cuando Amely la iba a abrir para ojearla.
— ¡Esa fue una pelea digna de admirar! — soltó una voz tras ellas.
Ambas chicas giraron la cabeza para ver de quién provenía, Amely sonrió y Cassie gimió. Ante ellas, con el uniforme desacomodado como siempre, estaba Ian Lawler, de baja estatura y cuerpo delgado, nunca llevaba el chaleco del instituto y las mangas de la camisa blanca siempre las recogía hasta la mitad del brazo, además la llevaba por fuera del pantalón negro. Solían molestarlas desde el primer día y Cassie había notado que Amely tenía un flechazo por el y su estilo desgarbado, ojos grises y cabello marrón alborotado.
Estaba demás decir que muchas veces Ian irritaba a Cassie, pero por lo demás solían llevarse bien. El chico estudiaba fotografía, cabía mencionar que era un completo adicto a las redes sociales, Instagram en particular y siempre era de los primeros en enterarse de las cosas.
— También van a besarse para reconciliarse, porque pagaría por ver aquello — comentó al azar. Las mejillas de Cassie se tornaron rojizas y bajó la mirada, por otro lado, Amely se levantó, sacudió su falda y le golpeó el brazo con un poco demasiada fuerza.
El muchacho hizo una mueca y Amely contrarrestró: — Porque no mejor pagas para tener algo de sexo, estoy segura que te hace falta, tal vez solo tengas un problema: Seguramente le repugnarías hasta a una prostituta.
Cassie bufó ante la respuesta soez y agresiva de Amely y vio como las mejillas del chico inglés se teñían de rojo, más que vergüenza, parecía realmente molesto y no se molestó en ocultarlo al decir: —Mi activa vida sexual no te incumbe.
— Nuestras peleas y reconciliaciones no te conciernen.
Y así podían seguir durante de hora. El amor, pensó Cassie, y sus hermosas formas de expresarse. Ella miró a Amely apunto de atinarle otro golpe a Ian y suspiró, tenía formas muy peculiares de expresarse.
Cassie abrió la libreta para anotar una idea que llegó por los altercados entre Amely e Ian, que lucían como dos niños pequeños a punto de hacer berrinche por el juguete favorito que no querían compartir. En cuanto vislumbró las líneas de grafito cerró la libreta con un golpe seco mientras apretaba los labios.
¿Qué iba a hacer?
En eso, mientras Cassie empalidecía y se sentaba sin fuerzas en la banca, tanto Amely como Ian la miraron como si le hubiera salido otra cabeza, seguramente por la expresión en su rostro. Cassie estaba ideando de nuevo el plan para regresarle la libreta a Lysander cuando Amely decidió darles las buenas nuevas a Ian y le contó por qué habían estado revolcándose en el suelo junto a la fuente.
En cuanto terminó, Ian turnó la mirada entre la libreta y la cara de Cassie.