Después de todo, tanto Helena como Lysander eran estudiantes de arte de Segundo Nivel. Si había alguna oportunidad de devolver la libreta sin esperar hasta el lunes o hasta la clase del señor Jouvet, la única que compartía con Lysander debido a que este la había reprobado por sus pocas asistencias en primer nivel.
Helena se quedó estática, seguramente la chica creía que no le hablaba en serio porque ¿Para qué buscaría una estudiante de escritura a un estudiante de arte? Y no cualquier estudiante, nada más y nada menos que uno que protagonizaba varios rumores en el instituto, era completamente inusual y extraño.
— ¿Lysander Aldrich? — preguntó la chica con mirada escéptica, era de las pocas veces que ella y Cassie intercambiaban palabras. Normalmente se evitaban hasta el punto de lo incomodo, solo se veían en la noche ya que Helena solía salir temprano en la mañana para correr, contrario a lo que Cassie había pensado de ella en un principio cuando se conocieron, era una chica bastante activa.
Cassie asintió.
Helena pareció sopesar la respuesta.
— Creo que hace parte del equipo de atletismo — habló ella tras pensárselo por varios minutos.— Pero no estoy completamente segura, pero según sé sí hace parte de alguna actividad extracurricular.
En L'hiver institut habían varias actividades extracurriculares en las que los estudiantes se podían inscribir, algunas se daban en los horarios libres de lunes a viernes pero la mayoría eran los sábados. Cuando Cassie se habían inscrito decidió no hacer parte de ninguna de esas actividades, puesto que no le llamaban la atención, prefería dedicarle ese tiempo a las obligaciones de sus clases.
— Aún así la mayoría del tiempo se las pasa en las salas de practica, reserva la última sala para él — agregó Helena mientras seguía con los fluidos trazos sobre el papel — Lo sé porque su nombre esta escrito en el libro para las reservas de la biblioteca, siempre tiene esa sala para él, no me sorprender que existan tantos rumores si se las pasa solo y encerrado en ese lugar.
Y esas fueron las últimas palabras que dejaron los labios de Helena antes de tomara su celular y audífonos, dándole una señal clara a Cassie para que no la molestara más. Le había dado información más que suficiente; Cassie sabía que los estudiantes de arte y escultura solían reservar esas salas por el lado sur del instituto para practicar y hacer sus trabajos en paz. Las salas estaban condicionadas exclusivamente para ellos.
— Por cierto — añadió Helena, su voz más elevada de lo habitual por el uso de los audífonos — Si no le encuentras en la mañana no te molestes en buscarlo hasta el lunes, he tenido grupos de trabajo con él y siempre desaparece desde el sábado al medio día.
¿A qué se debería aquello? Seguramente, como otros alumnos, empleaba el tiempo libre para ir a la ciudad y disfrutar de su fin de semana. Aquello debía ser lo más normal y común para hacer, pero la mente de Cassie le decía otra cosa, un misterio más para añadirle a Lysander.
Cassie despejó su cama, ya que siempre la dejaba hecha un desastre, y depositó la libreta bajo su almohada. Se acostó con deliberada lentitud para no atraer la atención de Helena, le sorprendía que la chica no le hubiera preguntado el por qué buscaba a Lysander, pero no parecía de las personas que se inmiscuía en lo de los demás.
Cassie olvidó por completo la idea de leer algo antes de dormir y se enfrascó en la profundidad de sus sueños sin darse cuenta, su mente divagando como solía hacer.
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A la mañana siguiente Cassie se percató de dos cosas, la primera: el cuello le dolía horrorosamente, lo cuál era la consecuencia de dormir en una mala posición y la segunda: el día anterior ni siquiera se había molestado en cambiarse de ropa antes de dormir, simplemente había caído desvanecida.
Como era de esperar, Helena no estaba en la habitación, seguramente estaba haciendo su rutina de ejercicios diaria. Cassandra se estiró con esfuerzo y soltó un gemido cuando los músculos de su cuello se quejaron, no entendía cómo se quedó dormida y simplemente quería que aquel suplicio terminara.
Su celular estaba descargado y mientras el aparato prendía Cassie se dedicó a ojear de nuevo los bocetos de Lysander. No comprendía por qué la mayoría de las páginas estaban a rebozar de dibujos de la misma chica, en diferentes posiciones pero siempre con la misma expresión, sus labios tensos en una línea recta, su mirada pérdida y apagada.