Era como si el pasado y el presente colisionaran con la suavidad del aleteo de una mariposa pero con la tenacidad de un tornado, lo único incierto era el futuro, pero algún extraño presentimiento le decía que las vagas esperanzas de que su vida mejorara estaban lejos de hacerse realidad.
Lysander miró a Selene, hastiado de su hermana y el continúo malestar que le traía pensar en ella, aún así, en su corazón conocía la verdad: el comportamiento de Selene no era su culpa y el rencor que guardaba hacía ella era infundado por retorcidos trozos de su niñez. Sin embargo, eso no le impedía molestarse cada vez que se colaba en su vida, en la realidad aparentemente normal que estaba intentado mantener en ese instituto, resguardándose en el arte y por fin, sintiendo calma interna, tranquilidad.
Aquel espejismo se fragmentaba cada vez que veía a Selene, era su hermana, pero le resultaba extremadamente difícil demostrarle afecto.
«Soy rencoroso» reconocío Lysander para sí mismo «Pero tengo mis razones para serlo.»
«Es desconfiada» admitío también «Pero tiene sus razones para serlo.»
Y Selene no ayudaba en absoluto, con sus delirios y problemas, con su venenosa enfermedad que dañaba cada vez sus lazos frágiles. Pero ella no tenía a nadie más y Lysander era su protector, trataba de mantenerla contenta... No obstante, está vez había cruzado la línea.
— Inquietante y perspicaz criatura — comentó Selene en cuando Cassandra Ward abandonó la habitación — Un tanto exaltada y nerviosa.
Aquel era otro punto de quiebre en su vida, desconocía las razones pero últimamente tenía una fijación por la joven de cabello rojizo y ojos avellana, parecía ingenua y algo torpe pero en sus ojos brillaba un conocimiento innato, como si supiera las respuestas a todos los misterios del mundo pero se las guardara para sí.
Había algo en ella que picaba su curiosidad y debido a ello, había comenzado a dibujarla.
— Me pregunto, ¿Qué persona no estaría nerviosa ante tu semblante paranoico e insano? — Una cruel ironía dejó sus labios, sabía que aquello que más lastimaba a Selene era lo que le decía, tomando aquello que la hacía débil en su contra con un hábil juego palabras. — Además, de haber insinuado que tú causaste estos destrozos.
Selene apartó la mirada.
Durante años había dibujado a su hermana, una persona con la que compartía todo, incluso secretos. Selene había sido su musa desde que era niño, un pequeño ignorante que se dejaba usar a diestro y siniestro, quién encontraba su único consuelo en dibujar a la niña con la que no le permitían hablar, la que permanecía apartada y aún así sonreía desde la distancia... En aquella etapa fue la única vez que Lysander vio a Selene dar sonrisas sinceras y si había una razón por la cual todavía la dibujaba, era para intentar conservar esa imagen de ella, por lo menos con el grafito, aunque a lo largo de los años sus bocetos se habían hecho tan siniestros como el estado de animo de ella.
— Prácticamente lo admití, Lysander. Lo hice ¡Pero es la única forma de atraer tu atención desde que estás en este infernal lugar!
Ella comenzó a alzar la voz y él lo que menos quería era agravar más los rumores sobre sí mismo y sin duda alguna, una escena como las que podría armar Selene sería el detonante para sentirse aún más apartado en L'hiver Institut.
— ¡Solo te veo los fines de semana, Lysander! E incluso cuando estás en casa, no hablas conmigo, me apartas y ahora, en tu habitación habían dibujos de esa... jovencita, igual en este estudio, ella en todas parte y ¡YO EN NINGÚN LUGAR! Y por sobretodo, luces tan infeliz como hace años ¡Maldito sea el día que decidiste inscribirte aquí! Lo estás haciendo todo igual, eres igual que ellos.
— ¡Silencio! — Habían pasado años desde la última vez que grito con tanta ira, con cada palabra Selene subía aún más el tono de su voz y sus últimas palabras lo hirieron más que cualquier otra cosa — No te atrevas a compararme con ellos, Selene y aún menos a decir que no te tomo en cuenta, cuando la mayoría de mis decisiones las he tomado por ti.
Ella se estremeció.
Habían pasado años desde la última vez que la habían gritado, años desde el fatídico día. El labio inferior de Selene comenzó a temblar y ella se abrazó a sí misma, frotándose los brazos, como si quisiera alejar el frío. Sus mirada se tornó opaca y Lysander notó como la lucidez desaparecía lentamente de ella... Casi como entrando en un estado de catatonia.