"— No tengas miedo a ser valiente. Recuerda que el intento puede valer mucho la pena, quizá más de lo que esperabas al principio. Si nunca te atreves a dar el siguiente paso... nunca dejarás de tener miedo y sólo quedarás con más dudas que te traerán más incertidumbre e inseguridad. ¿De verdad quieres seguir así, cariño? Nada malo pasará... lo prometo. Yo estoy aquí. Confía en mí y también en ti. Has sido muy fuerte y sé que puedes con esto también. Sólo te pido un poco más, Maddie.
Las palabras de la dulce mujer de traje gris y cabello caramelo, que últimamente no ha dejado de presentarme cómo "su hija" ante todo el mundo... sólo han incrementando y fortalecido la ferocidad de la ola de sentimientos nacientes y estrujantes dentro de mí, y también me han hecho reflexionar de lo cuán cobarde he sido y sigo siendo aún. Incluso conmigo misma.
Soy patética, además de cobarde.
No sólo al estarle fallando a esta dulce mujer a la que le debo tanto, sino que también... lo soy por seguirme fallando a mí misma, al reservarme tanto con el mundo aún. Al reprimirme y no hacer nada para inspirarme a salir de mi zona de confort. He creado un poderoso y ambicioso monstruo de inseguridad dentro de él. Ahora es él el que vuelve a reprenderme, junto con la voz fuerte y desesperada de la razón. Ahora son esas dos voces las que logran apretar con fuerza a ese nudo que se ha formado en mi garganta desde esta mañana.
Esta mañana en la que por fin tomé una decisión, y, que ahora, es ella la que me está intimidando tanto y también me está haciendo arrepentirme hasta la mierda. Sin embargo... me digo a mí misma que ahora que estoy aquí, tan cerca de enfrentar cierta situación, no puedo cambiar de opinión y que sería la mayor cobardía si intentara hacerlo. No puedo seguir siendo este ser ridículo que tiene miedo de todo y de todos, no quiero seguir evitando esta situación, tampoco quiero que Julia y los demás sigan viéndome frágil y vulnerable.
Estoy harta y cansada de lo que puedan llegar a pensar de mí, pero no puedo evitar darle importancia. El monstruo del miedo y de la inseguridad nunca me dejan en paz, nunca lo ha hecho con eso y sé que soy culpable al seguirlos escuchando y haciendo caso a todo lo que me dicen, pero, ahora... tengo que armarme de valor para combatirlos.
No tengo segundas opciones en este momento que estoy tan cerca de enfrentar a uno de los más terribles fantasmas de mi pasado, y la voz de mis propios demonios, en esta ocasión, tendrán que silenciarse. Aún no me siento segura. De hecho... ahora sólo quiero huir de aquí y esconderme debajo de las piedras si es posible para evitar que me vuelvan a encontrar. No quiero ver a Joan, no quiero ni siquiera escuchar más de él. No me creo muy preparada mentalmente, sinceramente, para asumir ese reto, pero tengo que hacerle caso a Julia... Tengo que... confiar en mí.
Tengo que dejar de temer o sino..., nunca llegaré a nada bueno.
En este momento en donde estoy parada afuera de una de las habitaciones, en donde se hacen interrogatorios en la estación donde trabaja mi madre adoptiva... ya no hay vuelta atrás. Ahora que estoy aquí, tan cerca de enfrentar al hombre que colaboró con una de mis miles torturas, el responsable por el que me siento tan destruida ahora... tengo que mantenerme fuerte y capaz. Sabía que tarde o temprano llegaría este día. Sabía bien... que no me iba poder ocultar para siempre y que aún quedaban asuntos pendientes resolver de mi pasado. No podía dejarlo atrás tan fácil. Sin embargo Julia tiene razón, debo intentarlo, porque, en primer lugar, esta es mi jodida responsabilidad, no puedo permitir que alguien más se encargue de solucionarlo. No puedo dejárselo sólo a la suerte tampoco. Creo que ya han hecho más que suficiente por mí, se los debo y me lo debo.
De todos modos... no lograré nada con seguir ocultándome. Sólo seré más inútil, y ya no quiero sentirme así. Además... prometí ayudar. Estoy muy de acuerdo en atestiguar en el juicio que le harán hoy a ese horrible hombre para que procedan con su sentencia, pero para lo único que no me siento muy segura ahora... es para volverlo a ver, o a estar si quiera en la misma habitación que él. Pensar en eso me revuelve el estómago por la ansiedad y por el miedo.
Siento que colapsaré cuando lo tenga de frente, pero lo único que me queda ahora es armarme de valor.
El cambio siempre empieza por uno mismo. El cambio siempre dependerá de cómo quieras ayudar a tu persona, sólo se necesita un poco de esfuerzo y fé para lograrlo. En las terapias a las que he ido en las últimas semanas, y en las pláticas motivacionales especiales que he tenido, junto a otras chicas que han pasado por alguna situación similar a la mía, he sido testigo de que muchas de ellas han logrado recuperarse, no sólo con ayuda profesional, sino que también... por esfuerzo y voluntad propia, para querer salir adelante. Eso me ha dado más esperanza y motivación.
Me enorgullece su fuerza y perseverancia para seguir aún después de haber vivido un infierno. Creo que ese siempre será el principal motor que nos podrá ayudar a todos para salir adelante. Ellas mismas me lo han enterado al contar las duras experiencias por las que pasaron antes y por las que asisten a ese tipo de terapias ahora como yo. Ha sido demasiado motivador e inspirador escuchar todas sus historias. Algunas desgarradoras y otras que me han hecho conectar tanto con ellas, –desgraciadamente–, pues aunque sean todas unas desconocidas para mí... me han hecho sentir mal por todo lo que han pasado.
Es difícil aceptar o escuchar que otra persona ha pasado por, quizá, lo mismo que tú. Me da coraje, me llena de asco, no importa si es una persona desconocida. Sin embargo... de alguna extraña manera... también es maravilloso saber que no soy la única que se ha sentido sucia, inútil, rechazada, abandonada o herida, cómo siempre me he sentido. Es maravilloso, de algún modo, saber que por ahí... pueden haber personas que de verdad te entiendan y que no tengan asco de ti. Creo que es una de las cosas buenas que he encontrado dentro de todo este infierno, porque al menos esos complejos que han quedado en mí me hicieron conectar con gente con buenas intenciones y buena que me entiende, como todas esas personas que asisten a esas terapias conmigo.