El rápido palpitar de mi corazón no se ha tranquilizado ni un poco, quizá se deba al apurado andar que llevo por el pasillo o quizás por el susto que me acabo de llevar al enfrentarme a Hunter McCall afuera de ese salón de teatro.
No lo sé, pero me extraña la manera en la que la ansiedad se apodera de mí en este momento. Me resulta casi imposible de soportar y calmar. Me había confiado, pues en todo el día no lo había visto por ningún rincón de la escuela. Incluso había creído que no había venido hoy y esperaba con todo mi ser... de que fuera así. No estaba huyendo de él, pero de todos modos no ansiaba encontrarlo. No aún. Necesitaba un poco de tiempo antes de verlo de nuevo para ordenar todo el desastre que él había causado con la confesión que me hizo hace noches y con sus besos que aún siguen atormentandome por las noches como recuerdos maravillosos y, al mismo tiempo, también que son tortuosos.
Sabía que iba a ser doloroso verlo...
Quisiera decir que después de todas las veces en las que hemos "coincidido" ya me he acostumbrado a su pesada presencia y al efecto extraño que causa en mí, pero no es así. Creo que cada vez que estoy ante él... me siento con menos valor que la oportunidad anterior. Aún no me acostumbro a toda esa energía pesada que transmite su sola presencia, aún me siento torpe y aterrada hasta la mierda, cuando lo tengo tan cerca de mí y cuando aparece así de imprevisto.
Ese chico me deja muy afectada, muy aturdida y, al mismo tiempo... muy estúpidamente maravillada por él.
Apuesto a que sólo bastaría una sola mirada para doblegarme por completo. Creo que ya ha logrado eso. Me siento débil y al mismo tiempo eufórica. Es todo un rollo que me deja pensando más de lo necesario. Él no deja de apoderarse de mi mente. Cada vez me cuesta más trabajo controlar todo lo que me hace sentir en un sólo instante. Sin embargo... esta ocasión fue diferente, fue... alarmante.
No estaba lista para verlo de nuevo a los ojos, mucho menos para soportar el peso que los suyos me transmitieron en ese momento en donde él me sorprendió hablando con su amigo. Siempre luce serio o algunas veces se permanece en blanco. Sin embargo... esta vez volví a verlo. Volví a ver ese extraño brillo en su mirada que me dice que he hecho algo incorrecto con él, algo que lo ha hecho enfurecer. Algo que rápidamente me hace desconocerlo y alejarlo de ese chico tierno que toca la guitarra y que le gusta esconderse de la gente.
El de la mirada débil y siempre cansada. Ese que aveces es desesperante pero también... el que me transmite tanta ternura con su sólo silencio y el que me hace querer ser la persona más valiente del mundo... para ir en su rescate, para hacerlo sonreír de verdad.
Sin embargo la manera en la que me vió hace momentos... incluso lo hizo lucir más inquietante que nunca. Cómo si fuese otra persona. Otra persona peligrosa, contenida. Alguien que se esconde detrás de sus ojos y que sólo está esperando la mínima provocación para atacar. Me dió miedo. No quiero admitirlo... pero me dió mala espina también por la manera en la que miró a Martín.
Mi sistema está presentándose con una reacción extraña ahora, todo mi cuerpo tiembla cómo gelatina y mis ansias no se calman ni siquiera con mis respiraciones profundas. He olvidado lo frágil que sigo siendo, Hunter no tiene toda la culpa de mi desequilibrio ahora, sino que más bien la tiene ese monstruo cobarde y desconfiado que vive dentro de mí y que me obliga a ser como él. Ahora no deja de susurrarme miles de teorías sobre el chico que siempre usa capucha y guantes negros. Mi enemigo interno quedó estupefacto por su última reacción, y yo también, pero trato de no darle tanta importancia.
Hunter es así de extraño siempre. Nunca ha hecho nada malo y nunca lo haría, lo sé, lo siento. Sólo es reservado, y comprendo que aveces esté a la defensiva..., por todos esos chicos que siguen señalandolo. Sé que nunca se atrevería a ser algo cómo lo que me rumora ese monstruo de la inseguridad.
Odio a esa voz insidiosa, pero no sé cómo callarla. Es la que más se apodera de mi cabeza ante estas situaciones.
Ahora no necesito más motivos para sentirme nerviosa con él. Bastante tengo con mis propias sospechas, como para estar adoptando más. Esos miedos irracionales siempre logran ponerme más paranoica, que lo que lo amerita la situación. Sin embargo... obligo a mis piernas a moverse para bajar por las escaleras principales del instituto. Mis ojos en guardia hacia todos lados, no quiero llamar la atención de nadie, menos encontrándome en este estado tan nervioso. Creo que parezco Bambi. No sabría con qué excusarme para no preocupar a alguien y no quiero que se exponga más mi rareza con los demás.
Camino por el corredor atestado de chicos que me hacen sentir asfixiada y acorralada. Nadie me pone atención, pero el barullo y sus cuerpos asfixiandome, pasando de un lado a otro, hacen que no lo soporte más. Las respiraciones profundas no ayudan a calmar en nada al temblor que invade mi cuerpo y de pronto me siento desesperar.
Odio seguir siendo tan débil, odio no poder controlarme bien aún, odio que a cualquier mínima preocupación me pase esto.
<<Tal vez la doctora Sullivan tiene razón... Aún es muy pronto para que enfrentes esto. Mírate ahora... Está a punto de darte un ataque de ansiedad por una absurda sospecha.
Eres débil Maddie, eres patética.>>
Trato de alejar esas reprimiendas de mi cabeza para dirigirme rápidamente al baño, tal vez agua fría me ayude a volver al aquí. Abro la puerta deseando no encontrar a nadie, pero cómo yo no tengo suerte en este día... ahí encuentro a una chica de espaldas, cerca del lavabo. Usa un gorrito de lana sobre su cabeza, escondiendo con éste todo su cabello, ya que no veo ni un mechón rebelde suelto. Sus manos sobre la superficie de mármol y su cabeza un poco gacha.