Todo dentro de mí no deja de sentirse alarmado, mi corazón late tan fuerte que incluso soy capaz de escucharlo detrás de mis oídos. Mis manos tiemblan, al igual que mis piernas al avanzar rápidamente por un blanco y poco atestado pasillo de hospital.
<<Oh Hunter...
¿Qué fue lo que intentaste hacer?
¿Por qué?... ¿Por qué llegaste al grado de...?>>
El monstruo de la culpa no ha dejado de rugir desde mis adentros y tampoco ha dejado de torturarme con mil reclamos al respecto de lo que pasó con ese chico de ojos dorados y el cual tuvo que ser atendido de emergencia por desangramiento hace unas horas. Eso, bueno, fue de lo que me enteró hace apenas unas horas una muy nerviosa y preocupada Lindsey. La había llamado para preguntarte si todo estaba bien, y vaya que fuí oportuna al hacerlo, (al menos eso creo hablando por mí), porque fue justo en ese momento que estaban trasladando a Hunter, ella y su madre, a una sala de emergencias.
Por lo nerviosa y apurada que estaba ella no pudo explicarme bien lo que pasó, y yo tampoco tuve el valor, o no contemplé en indagar más al respecto, porque de inmediato me enfoqué en pedirle la dirección de a donde se dirigirían con él. Mi cabeza está hecha un mar de pánico desde entonces. Lo único que pude hacer después de terminar esa llamada con ella fue activarme para alistar todo para mi salida hacia el hospital.
Julia se encuentra fuera como de costumbre, arreglando asuntos en su oficina. Y, aunque me había dejado la condición de no salir de noche, tuve que romper la promesa que hice de obedecerla, pues tratándose de él... no me importa arriesgarme, ni siquiera si me meto en un seguro problema con mi madre adoptiva.
Necesito saber qué pasó...
Necesito saber si está bien... Aunque él ya no quiera verme en pintura.
Había pasado una semana desde la noche de la obra y, desde lo ocurrido con esa discusión que tuvimos después de ella..., él volvió a distanciarse de mí. Ni siquiera se atrevía a mirarme a los ojos. Sentí con más fuerza su indiferencia. Sin embargo... sé que esta vez no puedo defenderme. No puedo culparlo de eso ni del dolor con el que me ha llenado con su rechazo, pues yo le provoqué uno peor esa noche en la que me dejé expuesta ante susurros descuidados con él.
Tiene razón al molestarse, tiene razón al sentirse traicionado porque todo lo que me dijo esa noche... es verdad. Soy una farsa, soy una imbécil patética que, por ser justamente una imbécil, no se percató del daño que ocasionaría con tantas mentiras. Algún día tendría que pagar por haber creado un ridículo teatro en donde me mostraba cómo a una pobre huérfana que sólo intentaba encajar con los demás, y tomar la vida perfecta de una persona que es totalmente diferente a lo que soy y a lo que he sido desde que llegué a este mundo...
No soy como ellos, nada de eso me puede pertenecer. Estoy por muy debajo de todos, soy una persona que no se merece ni siquiera esta segunda oportunidad de vida porque, lo único que he hecho con ella, es engañar con mis cuentos de la niña huérfana, pura e inocente, a todos los que se han atrevido a confiar en mí...
Cómo Lindsey, Brandon, Sarah, Lucas, Eliza, y, sobre todo... a él.
A Hunter McCall...
Una de las personas más heridas y hermosas que he conocido...
<<Eres una completa mierda, Maddie Sanders.>>
— ¡Maddie!
De inmediato me detengo al escuchar la voz de Lindsey. Miro a cada uno de mis costados, entre el puñado de personas que yace al fondo del pasillo logro ver la pequeña figura de la chica de anteojos. Está enfundada en un suéter gris, lleva unos jeans ajustados y su cabello suelto está colocado todo en uno de sus hombros. Empiezo a caminar hacia ella, la chica también se mueve al verme. En su rostro haciéndose presente la preocupación, no puedo evitar sentir más pánico al ver esa expresión de dolor en ella.
Al llegar a mí sólo me toma de las manos, las palabras se atoran en mi garganta por tantos sentimientos desastrosos que ahora albergo dentro de mí.
— ¿Q-qué fue lo que pasó en realidad, Lindsey? Por favor sé honesta.
Ella niega, sus ojos volviendo a un brillo lastimoso antes de desviarse a un lado.
— N-no lo sabemos exactamente. É-él... estaba en su habitación cuando llegamos mi madre y yo del instituto, escuchamos ruido ahí y cuando decidimos ir a averiguar qué era lo que ocurría...— su voz se rompe al igual que la poca tranquilidad que difícilmente traté de conservar de camino hacia acá. Ella tapa su boca con una de sus manos y niega con la cabeza de nuevo—. Él... estaba en el suelo, haciéndole cortes a su brazo con una navaja. N-no puedo... ni siquiera quiero recordar cómo fue, Maddie. Nunca esperé encontrarme con algo así...
Ella termina de romperse, el nudo empieza a quemar en mi garganta al verla derramar lágrimas de esa manera. Después la tomo entre mis brazos, en un débil intento de contenerla pero la verdad ahora me cuesta tanto trabajo también asimilar lo que me ha dicho...
No...
No quiero creer que él...
El llanto de la pequeña de ojos azules a la que aún sostengo de a poco comienza a calmarse. Mi corazón, sin embargo, continúa destrozándose de a poco, pues ese monstruo de la culpa no deja de llenar a mi cabeza de ciertos escenarios en donde involucran a Hunter haciéndose daño de esa manera.
¿Por qué, Hunter?
¿Por qué le das importancia a la mierda que somos las demás personas y no te preocupas por el maravilloso ser que eres tú?
¿Por qué no puedes darte cuenta de que eres más que suficiente y que el mundo está deseoso de ver tu propia luz?
No puedo evitar maldecirme, sé que tengo responsabilidad en esto, y no por darme demasiada importancia para él..., pero estoy segura que yo he sido parte del motivo que ha turbado sus nervios, que ha llenado de nuevo, posiblemente, su cabeza de pensamientos e ideas peligrosas. Lo mínimo que me queda es aceptar la culpa, lo mínimo que debo tratar de hacer es, no el intentar remediarlo, porque sé que él no me escuchará y tampoco quiero presionarlo a creerme... pero, lo que al menos le debo, es seguir ahí para él. Ser su ancla, porque él ya se convirtió en la mía y que sería capaz de darle mi corazón... para reemplazar el suyo al que, quizás, ya he terminado de romper en pedazos con mis mentiras y la inseguridad que le hecho tenerme gracias a los secretos que aún me reservo con él y con todo los demás.