La noche en que todo sucedió estaba lloviendo como nunca antes. Muchos de los habitantes de Pueblo Escondido se encontraban resguardados en sus casas, ya que pasaban de las nueve de la noche. Incluso algunos hogares estaban ya con las luces apagadas por completo, todos a excepción de la escuela preparatoria.
Patricia Talamantes, la maestra de Historia aún se encontraban trabajando. Era Lunes y recién regresaban de las vacaciones, así que tenía mucho que evaluar en su primer día de clases. Además de que quería dar una muy buena impresión en su primera impartición después de haber vuelto desde el extranjero a Pueblo Escondido.
Ese día ella tecleaba mientras su mirada estaba fijada en la computadora portátil. Sus ojos apreciaban los trabajos de sus estudiantes a través de sus gafas estilizadas. Llevaba el cabello sumamente corto del lado izquierdo y un fleco hacia la derecha con las puntas rosas, su look se miraba moderno y muy atractivo. Ella misma con su saco azul marino y jeans ya había provocado el suspiró de varios estudiantes.
—¿Patricia?—la llamaron desde la puerta. Era un joven de su edad, bien parecido, alto de pantalón de vestir negro, saco del mismo color abierto y una camisa blanca debajo. El joven tenía porte de ser importante, llevaba barba bien delineada, impecable.
—Director—él rió por lo bajo.
—Puedes llamarme Samuel, Patricia—comentó entrando a la oficina—. No estamos en la universidad de Oxford. Soy el mismo de antes—puso sus manos en sus bolsillos mirando por la ventana hacia el exterior.
—Con un titulo diferente—dijo ella con una leve sonrisa arqueando las cejas.
—Solo un papel—él sonrió mirándola a los ojos.
—Lo siento—rió apenada y se acomodó los anteojos. La pena siempre le ponía las mejillas rosadas—, es que en la ciudad todo es muy diferente a cuando era pequeña—.
—Puedo imaginarlo—dijo él y frunció las cejas mirando a Patricia—, ¿Que te trajo a Pueblo Escondido Patricia?—cuestionó amablemente.
—Cambio radical ¿Cierto?—dijo con una gran sonrisa y cerró su computadora—, ¡Lo sé, es raro! Pero ¿Sabes una cosa? Quería volver a los orígenes. La tranquilidad, el bosque—. Miró a través de la ventana como si lo imaginara. Su niñez.
Patricia y Samuel se conocían desde niños, quizás no pasaban mucho tiempo juntos pero se frecuentaban aquellos ayeres en los pasillos de la escuela.
—Después de la vida tan apresurada en la ciudad, Pueblo Escondido no es tan malo. Además de todo, mirando estás evaluaciones....—sus ojos se iluminaron—. Falta tan poco para que estos chicos salgan de la preparatoria y tienen grandes ilusiones, quieren irse y viajar para emprender nuevos proyectos ¡Cómo yo antes de marcharme!—sonrió—. Ahora quiero ser participe de esos sueños, apoyarlos y orientarlos—.
—Lo sé. Todos quieren irse de Pueblo Escondido—dijo con melancolía mirando por la ventana. Ella entró en un gesto de seriedad al notar tristeza en los ojos de Samuel Jiménez.
—Tú....—ella apretó sus labios—, ¿Tu nunca quisiste irte de aquí, Samuel? Recuerdo que cuando éramos más jóvenes tenías tantos planes ¿Qué sucedió?—.
Él no dijo nada, se quedó mirando por la ventana en silencio y después solo se dio la vuelta y caminó a la salida. Parecía que no estaba del todo contento con ese tema.
—Mañana el curso empieza temprano, Patricia—dijo él y acarició el marco de la puerta sin dirigir la mirada—. Deberías descansar—se marchó.
Patricia se quedó mirándolo hasta que lo perdió de vista. Le parecía muy extraño que Samuel se hubiera quedado, pero lo que no sabía era que muchas cosas sucedieron en los cinco años que ella se ausentó.
******
—¡Que indecente, Elías!—dijo Carmen, la chica de cabello castaño que andaba en un shorts corto y una blusa color melón de tirantes. Estaba recostada en su cama con la computadora portátil en sus piernas en una video llamada con su novio.
—Solo digo que podrías haberme invitado a pasar la noche contigo—afirmó él.
—No, ¿Cómo crees? ¡Ellos vuelven mañana por la mañana!—.
—Lo sé, pero no quiero que pases la noche sola. Además, sabes que te amo—.
—Ay, yo más tonto—dijo ella y se mordió el labio—. Pero quiero que sea especial, nuestra primera vez, Elías. Para recordar—sonrió—, ¡Además no estoy sola! Estoy con Bruno ¡Oh, Dios! ¡Bruno!—.
—¿Que pasó?—.
—¡No le di de comer y lo deje afuera!-gritó—, ¡Te hablo por Whats App, iré a buscarlo!—.
—¡Ve con cuidado, Carmen! Mándame mensajes—dijo él mientras que ella lo escuchó a lo lejos, ya se encontraba en la puerta de su cuarto.
Sus padres habían salido de vacaciones, curiosamente no la habían llevado con ellos. Pero existía una buena razón, Carmen era muy dedicada y ese año, aprovechando las vacaciones tomó un curso de inglés, ya que el año siguiente tendría que ir a la universidad en la ciudad. Sus deseos de emprender una empresa de diseño eran grandes y se esforzaba por ellos.
—¡Bruno, allá voy!—dijo al tomar su chamarra en el perchero del segundo piso.
La chamarra era color mostaza, se la colocó y después se calzó unos botines chocolate para bajar a toda carga por las escaleras. Ella quería mucho a Bruno, pero sabía que desde que era novia de Elías lo tenía descuidado.
—Pobre Bruno—llegó a la puerta de la cocina, que llevaba al patio trasero.
Carmen vivía muy cerca de la escuela y de la casa de Elías. De hecho, al salir al porche del patio trasero podía ver las luces encendidas del campus. Frunciendo la mirada, notó que la correa de Bruno estaba rota, se había soltado o algo, quizás había corrido al bosque.
—¡Bruno!—gritó y después le tecleo a Elías para avisar.
Carmen----Bruno no está, creo que entró al bosque
Elias---No vayas, Carmen. Es peligroso!!
Carmen---Mis papás me van a matar si no lo encuentran. Iré por él!!! Vuelvo rápido!!