Monstruos Y Sombras, El Rey Elfo

Consecuencias

Aquella mañana me levanté temprano, de todos modos, no había podido pegar ojo. Bajé a la cocina y me encontré a Ivar plantado en la entrada, inmóvil. Me acerqué a él.

_Ivar, ¿ocurre algo? _pregunté mientras avanzaba hacia él.
Fue entonces cuando vi el libro que sostenía entre las manos. 
_Ha vuelto _dijo.

Yo lo cogí, estaba intacto, como si no se hubiera roto nunca. Pasé las páginas amarillentas una tras otra, entonces vi una frase en la última página, "Buen intento". 
Cerré el libro de nuevo.

_¿Cómo ha llegado hasta aquí? _le pregunté. 
_No lo sé, esta mañana lo he encontrado en la entrada. 
_¿Y los demás libros? 
_Ni rastro de ellos, sólo estaba este. 
_El tuyo. Que raro_dije mirando el libro por todos los lados.

Las páginas estaban como si hubieran sido escritas aunque estaban en blanco... O eso creíamos. No sé por qué razón, pero me vino a la mente aquella extraña piedra que encontramos en la biblioteca.

_Ivar, ¿conservamos aún la Piedra que encontramos? 
_Sí, creo que la guardé el la sala de los objetos mágicos, al final del pasillo de la tercera planta. 
_¿Me llevas allí? 
_Sí, pues claro, acompáñame.

Ivar me guió a través de los pasillos. Recuerdo que el pasillo de la tercera planta era el más iluminado, pues estaba lleno de grandes ventanas por las que se filtraba la luz solar. Además había un gran espejo hacia la mitad del pasillo. Pero aquella era la primera vez que pasaba por allí. Asombrado por el tamaño del espejo, me detuve para admirarlo mientras Ivar avanzaba hacia la puerta que había al final del pasillo. Fue entonces cuando vi algo que me heló la sangre. 
Mientras Ivar pasaba frente al espejo, vi algo que no podía ser su reflejo. En el espejo vi un ser de aspecto escalofriante, de más de tres metros de altura, con la piel y el cabello blancos como la nieve y unos ojos grandes, azules y brillantes como dos luces. Iba un poco encorvado debido a su exagerada altura. Sus extremidades eran larguísimas y huesudas. De repente Ivar se volvió a mí y con él aquella horripilante criatura.

_¿Vienes? _preguntó.

Yo lo miré.

_Sí, sólo miraba el espejo.

Ivar me sonrió. Me acerqué a él y recorrimos juntos lo que quedaba de pasillo. 
El elfo abrió la puerta y me cedió el paso. Miraba los amplios pasillos con numerosas estanterías a rebosar de objetos extraños. Ivar se acercó a mí con una amplia y dulce sonrisa.

_No te asustes, la piedra está en la cuarta estantería de aquel pasillo, si no recuerdo mal_dijo mientras me indicaba que lo siguiera.

Lo acompañé hasta la estantería.

_Ivar ese espejo... Es un poco extraño. 
_Sí. 
_No te veía a ti, veía otra... Cosa. 
_Ya, ese espejo es mágico, no refleja tu aspecto físico, representa tu aspecto real. 
_Y...¿No te asusta tu reflejo?

Ivar me sonrió.

_La verdad es que no he llegado a mirarme nunca. No me atrevo a ver mi... Aspecto real. 
_Bueno... No era tan malo. 
_No me convence_. Yo le sonreí_. Mira, aquí está la piedra_ dijo dándome la. 
_Gracias. 
_Gardar, ¿puedo saber para qué la quieres? Me has dejado con la curiosidad.

Yo miré la piedra.

_Te lo diré, pero primero quiero ver si estoy en lo cierto. 
_Vale. 
_Nos vemos luego_dije saliendo de la sala.

Fui hacia la sala central, donde Ivar había dejado el libro. Lo cogí y lo examine con detenimiento, en busca de un lugar donde poder incrustar la piedra, pero no vi nada. Lo abrí y miré sus páginas, fue entonces cuando se me ocurrió pasar la piedra por encima de la página que leía. Observé como tras la escritura de Ivar aparecía otra en una lengua distinta. 
Cerré el libro y lo volví a dejar sobre la mesa. 
En aquel momento vi que Balder aparecía por la puerta preocupado. Fue andando con paso vacilante hasta uno de los sillones, donde se sentó.

_¿Ocurre algo? 
_Ivar, no se encuentra bien. 
_¿Qué le ha pasado? Acabo de estar con él hace nada. 
_No sé si sabías algo de su enfermedad... 
_Sí, algo sé. 
_Ah, bueno, sabes que le afecta al estómago ¿no? 
_Sí. 
_Vale, pues a veces le dan dolores muy fuertes, ha habido veces en las que ha llegado incluso a echar sangre. 
_¿Qué dices? ¿ En serio? 
_Sí. El médico ha dicho que este ha sido bastante fuerte, no podía ni levantarse. Ya le ha pasado varias veces, pero yo no me acostumbro, lo paso muy mal y prefiero no verlo, sin embargo también me sabe mal no estar allí. 
_Yo creo que él lo entiende. 
_Ya, pero sé que lo está pasando mal.

Hubo un breve silencio entre nosotros.

_¿No hay una cura?

Balder negó con la cabeza.

_Me temo que no.

Un nuevo silencio me permitió pensar, "¿Podría encontrar yo una cura? "

_No lo creo, pero inténtalo_dijo Balder.

Yo lo miré sorprendido.

_¿Sabes en qué pensaba? 
_En encontrar una cura.

Yo no pude evitar expresar mi sorpresa.

_¿Cómo has... 
_Porque yo también lo pensé la primera vez que lo vi sufrir así.

Cuando por fin acabó el día y me subí a la habitación, tuve un momento de paz para poder pensar en lo que había ocurrido hoy. Para empezar el libro de Ivar, luego lo del espejo, lo de las escrituras extrañas y ahora lo de Ivar. Sólo había una incógnita, "¿por qué sólo regresó el libro de Ivar? "
Alargue el brazo y cogí el libro, al que había puesto sobre la mesa junto a mi cama. 
Observé cada una de las páginas, no había nada extraño. Ni una petición, ni un deseo... Nada. Miré la portada, en ella estaba escrito el nombre de Ivar.



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En el texto hay: elfos, demonios, dragones

Editado: 11.10.2020

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