Monstruos Y Sombras, El Rey Elfo

Kirszak

Ivar y yo subimos a lo alto de la montaña sobre la cual sobrevolaban numerosos grifos salvajes. Nos detuvimos y los observamos. Ivar se acercó a mí.

_Sí quieres conseguir tu "kirszak", esta es la mejor época. 
_¿Cómo lo consigo? 
_Tienes que subir a la cumbre y dejar que se te acerquen, sólo uno se ellos te elegirá. 
_¿Y si no se acercan? 
_Lo harán. Sabrás que te ha elegido cuando veas que no se va, que permanece a tu lado. Te estará invitando a que te subas, pero no hagas nada antes, nada. 
_Vale.

Ivar me señaló el camino.

_¿No vienes? 
_No, es algo que debes hacer tú sólo.

Volví a mirar la cumbre.

_Está bien.

Después de la ceremonia sentí que la lepra no me afectaba igual, me sentía más fuerte, más vivo. Empecé a subir por un camino muy estrecho de difícil acceso. El camino acabó antes de llegar a la cumbre, así que todavía tuve que escalar unos pocos metros por la cumbre escarpada. 
Cuando llegué, lo primero que vi fue un grifo que pasó muy cerca de mí.

Miré hacia abajo, donde Ivar permanecía quieto, como una estatua, observándome. Yo respiré hondo, tratando de relajarme y dejé caer todo lo que llevaba a la espalda. Pronto vi cómo un grupo de grifos comenzaba a acercarse  a mí. Yo intenté por todos los medios no ponerme nervioso. Un grifo blanco como la nieve y con unos enormes ojos verdes como dos esmeraldas se acercó a mí y me olfateó. Pude sentir la fuerza de sus alas, me costaba aguantar las potentes ráfagas de viento que producía con cada aleteo. No tardó en alejarse. Uno tras otro, grifos de todos los aspectos se acercaron a mí y se alejaron del mismo modo, grifos blancos, pardos, marrones, pelirrojos, azulados incluso, con ojos de todos los colores, naranjas, verdes, ambarinos, todos con un espeso plumaje, y todos pasaron de mí. Me quedé mirando cómo se marchaba el último grifo con una gran decepción conmigo mismo.

Me agaché para recoger mis cosas y fue entonces cuando oí el ruido de unas alas sobre mí; levanté la cabeza entusiasmado, pero cuando vi sobre mí un grifo totalmente negro, con los ojos rojos y un poco espeluznado, deseé con todas mis fuerzas que reaccionara como los demás. Para mi desgracia, no fue así. El animal se acercó más a mí hasta aterrizar a mi lado y se quedó mirándome.

_Súbete_ me dijo Ivar desde abajo.

_¿En este?_ pregunté no muy convencido.

_¿Ves algún otro?

Volví a mirar al animal, que se movía con impaciencia.

_Está bien_ me dije mientras me subía.

No es que estuviera muy convencido, pero me subí. Nada más haberme terminado de subir, el grifo comenzó a batir las alas y se alzó en el aire. Me agarré con fuerza a su pelaje y traté de no mirar hacia abajo demasiado. Entonces otro grifo pasó por delante de mí a gran velocidad. Hizo una acrobacia en lo alto y regresó para situarse a mi lado.

_¿Damos una vuelta?_ me preguntó su jinete, que no era otro que Ivar.

Asentí con una sonrisa. Sobrevolamos las copas de los árboles del bosque, cuyas hojas habían pasado a ser verdes de nuevo.

_La primavera está cerca_ dijo Ivar.

_Espero llegar a verla.

_No digas eso, claro que vas a verla_. Miró mi grifo_. ¿Qué nombre piensas ponerle?

_¿Un nombre? Pues no sé, tengo que pensarlo.

Tras un largo rato volando, regresamos al palacio, dejé al grifo en el establo y fui hacia mi habitación. Entré en silencio y me senté sobre mi cama.

_Hola a ti también_ dijo una voz.

Al mirar hacia el lugar del que provenía quedé muy sorprendido al encontrarme a Balder sentado sobre su cama.

_¿Qué haces tú aquí?

_El médico dice que he mejorado bastante y me ha dado permiso para volver esta mañana, mientras tú buscabas tu "kirszak", por cierto, ¿cómo te ha ido? ¿Lo has conseguido?

_Sí, sí lo he conseguido.

_¿Y cómo es?¿Qué nombre le has puesto?

Yo no respondí enseguida.

_Es un poco feo, ¿se puede cambiar?

_Sí, claro, le puedes poner el nombre que quieras.

_No, no el nombre, el grifo.

_No, eso no se puede cambiar, ¿cómo le vas a hacer eso? Te ha elegido.

_Sí, lo sé, pero es muy, muy feo.

_Exageras, tampoco será para tanto, anda, ve pensando en un nombre para él.

Me quedé un momento en silencio, pensando un nombre para el animal. De repente Balder volvió a hablar.

_¿A dónde fuiste ayer?

Yo lo miré.

_¿Qué?

_Te vi saliendo del palacio por la tarde, volviste al anochecer.

_Oh, fui a visitar a Varg.

_¿A Varg? ¿Para qué?

_Tenía que preguntarle una cosa.

_¿El qué?¿Puedo saberlo?_ preguntó con una sonrisa abierta.

Miré hacia la puerta.

_¿Me prometes que no dirás nada?

_Prometido.

_En serio.

_Que sí.

_Vale, fui en busca de una respuesta a los extraños sucesos que están ocurriendo.

_¿Y qué te dijo?

Tomé un poco de tiempo para pensar en mis siguientes palabras. ¿Qué hacía?¿ Le contaba a Balder lo que me había dicho el hechicero acerca de lo que ocurrió en el palacio o se lo tomaría mal? ¿Creería que le estoy mintiendo? Tal vez lo mejor fuera callármelo, por ahora.

_Gardar, ¿me lo piensas contar o no?

_Me dijo que tenía que ir al mercado de Haraball y encontrar un Âncra- ähabel, él podría expulsar a eso que nos acosa.

_¿Un Âncra- ähabel? Eso es una raza muy antigua, ¿aún quedan?

_Varg dice que sí, y que puedo encontrar uno en Haraball

Balder guardó unos segundos de silencio.



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En el texto hay: elfos, demonios, dragones

Editado: 11.10.2020

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