Monstruos Y Sombras, El Rey Elfo

El Cuerpo

Narrado por el doctor

Me encontré con el profesor Nasshi en un bar cercano al hospital psiquiátrico. Entré y, al momento alzó el brazo para que pudiera distinguirlo entre la multitud. Me senté enfrente de él.

_Me alegra verte_ dijo.

_Lo mismo digo.

Estrechamos las manos.

_¿Cómo te va la vida?_ me preguntó.

Yo suspiré.

_Pues ahí va, me paso el día escuchando historias de personas... Las que me cuentan.

_Al menos a ti te hablan.

_Es verdad_ dije entre risas_. ¿Qué tal te va a ti?

El otro se encogió de hombros.

_Tengo trabajo, la tormenta trajo a uno... Muy curioso_ dijo pasándose la mano por la frente_. Apareció el día después de la tormenta tirado en la playa. Aún no está identificado, por ahora lo llamo Legolas.

_¿Legolas?
_Exactamente.

Me encogí de hombros con indiferencia.

_¿Sabes quién es? 
_Ahora mismo... 
_¿Has leído El Señor de los Anillos? 
_No. 
_Vale, pues Legolas es el arquero elfo que va en la comunidad del anillo. 
_¿Y puedo saber el porqué de ese nombre? 
_Claro, te invito a que lo veas. 
_¿Qué? 
_Qué vengas mañana al depósito de cadáveres y te lo enseño.

Me llevé las manos a la cara.

_¡¿ Qué barbaridad es esa?! ¡Es una persona! La quieres mostrar como si de un objeto se tratara. 
_Es que ya no es una persona, es un cuerpo, nada más, un caparazón vacío_ me miró con una sonrisa_. Pásate mañana por la morgue y te presento a Legolas.

Yo no respondí, la idea me parecía nefasta y de muy mal gusto pero... La verdad es que tenía curiosidad.

_Mira, la comida. 
_Está bien, me pasaré después del trabajo, pero sólo un momento, me lo enseñas y me voy.

Me miró con una sonrisa maliciosa.

_Admite de una vez que te atraen más estos temas, debiste estudiar para esto. 
_Es posible_ respondí a la vez que me encogía de hombros.

Narrado por Baldwin

El doctor empezó a sacar todo su material, sin embargo, parecía algo nervioso, era como si no estuviera centrado en lo que hacía. 
Alzó la mirada hasta pisarla sobre mí.

_Continúa tu relato, por favor.

Yo asentí.

_Lo que hizo Ivar me afectó, más de lo que esperé. Realmente, lo que yo quería era olvidar lo que vi, pensar que sólo fue un sueño, que no había ocurrido... Gran parte de mí quería creer esa mentira, es por ello que no se lo mencioné a Balder cuando lo vi entrar en la habitación_. No pude contener una sonrisa_. Sólo se lo conté a mi grifo.

Me desperté temprano, con las primeras luces. Sinceramente, creo que lo que me ocurrió es que no pude dormir. Salí de la cama, me vestí y me quedé pensando en lo siguiente que iba a hacer. Me sentía desolado, no sabía que hacer, era como si estuviera en un lugar desconocido. Bajé y caminé en silencio por los pasillos, me detuve junto a la entrada de la cocina, del interior de la cual salían voces, parecían reírse, pero yo no tenía ni hambre, ni ganas de estar con nadie. 
Seguí caminando por los pasillos hasta que mis pasos me llevaron a los establos de los grifos. 
Alcé la mirada y permanecí un momento observándola, finalmente me decidí y la abrí. Nada más asomarme, sentí que me invadía una gran serenidad. Los rayos del sol se filtraba a través de la ventana aportándole a la estancia una luminosidad y una calidez que me devolvieron algo de alegría incluso. Los grifos estaban aún tendidos en sus nidos, algunos dormitando todavía, sólo uno se alteró con mi llegada. Una cabeza negra asomó desde el último establo, al verme comenzó a emitir una serie de chillidos que empleaban para llamar la atención. No queriendo que molestara a los otros grifos, fui corriendo hacia él y lo saludé con una caricia. Al momento dejó de chillar y comenzó a emitir un sonido gutural, similar a un ronroneo, mientras frota a su cabeza contra mi mano.

_Hoy has madrugado_ dijo una voz desde la entrada.

Al volverme vi a Enar, parado junto al marco de la puerta. Le respondí con una sonrisa.

_Sí.

Se acercó a mí.

_Hace frío aún para salir a volar, ¿ por qué no bajas y desayunas con nosotros? Estamos Faraday, los hermanos drow y yo. Ven y nos conocemos mejor.

Acepté su invitación. Bajamos los dos juntos hasta la cocina, me alegró comprobar que nadie más se había unido.

_Buenos días _ nos saludamos a la vez.

Me senté justo en frente de los hermanos drow, aún se notaban en la piel de Drizzt las quemaduras producidas en aquella batalla, y probablemente se quedarían para siempre, marcando parte de su rostro y brazo izquierdos.

_Las heridas se curan pero las cicatrices se quedan_ dijo Drizzt de repente. Alcé la mirada hasta sus ojos _. Era eso lo que mirabas, ¿no?

Yo a sentí tímidamente.

_Lo siento_dije al fin.

Él negó con la cabeza, produciendo un leve movimiento de su cabellera blanca.

_No lo sientas.

De repente se oyeron unos pasos aproximándose. Junto al marcó de la puerta se detuvo un joven elfo, de altura considerable y complexión atlética. Sus ojos color hierba lo miraban todo con curiosidad. Llevaba el cabello rubio ondulado recogido con una cinta junto al cuello, dejando que sus ondas cayeran sobre sus hombros. Era Orion, el hijo mayor de Ivar y Tarwe, que ahora contaba con diecisiete años.

Entró en la cocina y se sentó junto a mí.

_Buenos días _ dijo con la cortesía propia de un príncipe. 
_Buenos días _ Le respondímos.

Permanecí un instante mirando al joven elfo, al igual que Balder, su aspecto exótico hacía imposible apartar la mirada de él.
El sonido de algo pesado sobre la mesa e sacó de mi ensimismamiento, al mirar junto a mí vi a Enar con una gran jarra hasta arriba de cerveza. Estaba tan llena que la espuma se salía y recorría la jarra hasta la mesa.



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En el texto hay: elfos, demonios, dragones

Editado: 11.10.2020

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