Monstruos Y Sombras, El Rey Elfo

La Llamada

Estaba en los establos de los grifos, acariciando a Yarel cuando oí que alguien entró. Al volverme vi a Tarwe acercándose a mí. Se arrodilló a mi lado. Yo le sonreí.

_Sabía que volverías.

Ella me sonrió.

_¿Sabes? Muchos darían todo lo que tienen por un amigo como tú.
_Hice lo que creí que debía hacer. Sólo seguí mi instinto.
_Pues síguelo más a menudo, te funciona bien.

Miramos a Yarel, que estaba tendido sobre la paja de su establo. Tarwe acarició su pico.

_Sus heridas no son graves, por lo que he oído. Tal vez yo pueda hacer que sanen antes. 
_Nos harías un gran favor.

La elfa sonrió y empezó a formular un conjuro. Estábamos tan centrados en Yarel que no nos percatamos de la sombra que se acercaba por detrás, solo supimos de su presencia cuando se arrodilló junto a nosotros. Tarwe y yo lo miramos, era Ivar.

_Voy abajo_ dije.

Desde el pasillo pude escuchar parte de su conversación.

_Me alegra que estés de vuelta_ dijo Ivar.

Tarwe no respondió enseguida.

_Los Ghendas regresarán, y no creo que tarden mucho. Tengo trabajo. 
_Entiendo.

Aún se podía notar la tensión entre ellos, sobre todo por parte de Tarwe.

_Dime una cosa, ¿estás realmente dispuesta a perdonarme? ¿Realmente quieres que volvamos a estar como antes? 
_Nunca volveremos a estar como antes_ sentenció _. Déjame trabajar, por favor.

Continué mi camino, realmente no sabía si había hecho bien metiéndome por medio, solo quería que todo volviera a ser como antes, pero supongo que Tarwe tenía razón, entre ellos se había abierto una fisura que, aunque se tapara, siempre estaría ahí. 
Bajé las escaleras en silencio y llegué al pasillo principal. Caminé hasta el patio, donde me dediqué principalmente a fabricar más flechas. 
Una sombra atravesó el patio y se detuvo a mi lado.

_¿Quién iba a decirlo? Tenías razón, ha vuelto_ conocí la voz al vuelo, su dueño era Mylor. Alcé la mirada hasta él y lo miré con una sonrisa _. Tengo que saberlo_ dijo sentándose a mi lado y cogiendo una rama y un cuchillo _ ¿Cómo lo lograste? 
_Le dije la situación de Ivar, y que los echábamos de menos. 
_¿Nada más? 
_Nada más.

Comenzó a tallar la flecha.

_Fíjate, tal vez estuviera más equivocado de lo que creía.

Lo miré.

_¿Vas a ayudarme? _pregunté algo sorprendido. 
_No sé por qué te sorprende, los elfos oscuros van a volver, no tenemos munición suficiente y tú solo tardarías una eternidad en tallar todas las flechas. Juntos ya tardaremos un buen rato luego... Creo que es una buena ocasión para conocernos mejor, ¿no crees? Ya que tienes tanta facilidad para establecer amistad con elfos oscuros.

Yo le sonreí.

Por la tarde ya estaba todo listo por si volvían a atacarnos. Guardé las últimas flechas en el almacén y lo cerré. Lo siguiente que hice fue salir al patio y sentarme en uno de los bancos para disfrutar de la brisa de la tarde, llevaba todo el día trabajando, me merecía un descanso. 
Entonces el ruido de unos pasos me sacó de mis pensamientos. Junto a mí se detuvo Tarwe. La invité a que se sentara a mi lado, algo que aceptó.

_Te escucho_le dije.

Ella me miró sorprendida.

_¿Cómo sabías que quería hablar? 
_Porque si no quisieras llamar mi atención no habría oído ni tus pasos, ni siquiera habría sabido de tu presencia_. Ella me sonrió _. ¿Qué te preocupa?

Vi cómo se retorcía los dedos de las manos.

_Soy incapaz de volver a compartir mi vida con Ivar. Sé que se arrepiente y me ha pedido disculpas tantas veces que ya ni puedo contarlas, pero hay algo que me impide perdonarle.

Yo asentí.

_Eso es rencor Tarwe, le guardas rencor por lo que te ha hecho. Me temo que ni Ivar ni yo podemos hacer nada con eso, de hecho, tú eres la única que puede hacerlo desaparecer. 
_¿Cómo? 
_Del mismo modo en que lo creaste. Mira yo... _ dije con una sonrisa _... Sé de amor lo que sabe una piedra, sinceramente _ la elfa sonrió ampliamente_, pero lo que sí sé es que tiene el poder suficiente para perdonar. No puede arreglar lo que hizo, ni te hará olvidar ese dolor, no seamos ilusos, pero sí puede lograr que lo perdones, porque ése es el único problema, que aún no has perdonado, no basta con decir "te perdono", no son palabras mágicas que hagan desaparecer el dolor, el rencor... Con tan solo decirlas, tienes que creer en ello. Piensa que Ivar no va a estar ahí eternamente, tú lo sabes_pude notar que sus ojos se humedecían _, no Le guardes rencor. 
_¿Qué puedo hacer para lograrlo? _ dijo con voz algo entrecortada. 
_No te apartes de él cuando trate de mostrarte su afecto, acepta lo, aunque te cueste al principio, acércate a él y dale un abrazo, un beso... Dile que lo quieres. Y, al final, de tanto repetirlo, tu mente lo creerá y entonces, sólo entonces, cuando se lo digas y lo hagas de forma inconsciente, con verdadero amor, habrás perdonado. Evoca la vez que te salvó de aquel orco, las tardes que pasabais juntos en el río, las aventuras que habéis vivido juntos con tanta facilidad como con la que evoca el engaño y el dolor que te produjo.

Me sonrió y me abrazó con fuerza.

_Es el mejor consejo que me han dado, gracias. 
_No hay de qué, pero síguelo, por muy extraña que te sientas al hacerlo.

Ella asintió.

_Voy a buscarlo_ dijo, pero no hizo falta. Ivar salió al patio en aquel momento, iba cargado de espadas, supongo que se dirigía al almacén, pero al ver a Tarwe vino hacia nosotros. 
_Voy a ver a Yarel _Le dije a Tarwe.



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En el texto hay: elfos, demonios, dragones

Editado: 11.10.2020

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