Monstruos Y Sombras, El Rey Elfo

Deja Que Los Muertos Me Lleven

_Los rituales le pasaron factura a Ivar. Resultó haber hecho un esfuerzo mucho mayor al que Balder y yo habíamos esperado. Quedó muy debilitado y, aunque por la mañana se levantó como siempre, por la tarde empezó a empeorar.

Salí al patio y me senté en el banco que había frente a la fuente que ocupaba el centro del patio. En él ya estaba Ivar.

_Soriel quiere saber si vas a cenar.

Ivar levantó la cabeza y me miró.

_Sí, debería comer algo, aunque sea algo flojo.

Pasé mi brazo por encima de sus hombros.

_¿Cómo te encuentras?

_Mejor que este mediodía, pero me duele.

Asentí.

_Verás como mañana te encuentras mejor, Balder ya lo dijo ayer, es un ritual difícil.

_Sí.

Miré al doctor.

_Tal y como me dijo, cenó con nosotros, no fue mucho, pero al menos comió algo. Pareció mejorar cuando se acostó, pero, a la mañana siguiente no se levantó.

El médico salió de la habitación de Ivar. Balder y yo estábamos en la puerta, esperando noticias, y cuando lo vimos salir empezamos a preguntarle.

_¿Cómo está?_preguntó Balder.

_¿Se pondrá bien?_pregunté.

El médico alzó los brazos indicándonos a ambos que nos calmáramos.

_No tenéis nada de qué preocuparos, ya ha sufrido episodios de este tipo antes. Lo que sí ha pedido es que le preparemos la cama de su antigua habitación, desea volver a ella_ dicho esto pasó entre Balder y yo.

Nosotros nos miramos extrañados ante su decisión.

_¿Volver a la habitación que compartía con Tarwe?

Balder se encogió de hombros.

_Es posible que quiera pasar página, volver a su vida. Piénsalo, es lo mejor.

Estuve de acuerdo con el elfo oscuro.

Nos encargamos de arreglar la habitación. Tal vez fuera por lo que habíamos vivido juntos, tal vez hubiera una conexión más fuerte entre nosotros tres, el caso es que fue a nosotros a quienes les cedió la llave que cerraba la habitación y a quienes les pidió que la prepararan.

Con un giro y un "click" de la llave, la puerta comenzó a abrirse con un leve chirrido. Balder y yo nos asomamos. Del interior de la habitación salió un olor inconfundible, el olor a lavanda de las flores que Tarwe solía poner sobre la mesilla en vida, mezclado con la fresca brisa matutina. Entramos en la habitación, la cama estaba hecha, una fina cubierta color blanco la cubría, y las cortinas, del mismos color, estaban echadas, por ello, la brisa las hacía ondear hacia el interior de la habitación cuando entraba a través de la ventana.

Sentí que me daba un vuelco el corazón, recordé aquella única vez que entré en la habitación, Tarwe estaba tendida entre los brazos de Ivar, recordé la forma de su cuerpo desnudo bajo las sábanas revueltas, su cabello enmarañado, pero sobretodo, aquella sonrisa de satisfacción que siempre mostraba.

_Es como si siguiera viva_ dijo Balder, lo que me hizo pensar por un momento que había leído mis pensamientos.

_Tal vez por eso desee volver aquí_ dije.

Preparamos la habitación y por la tarde Ivar ya estaba de vuelta en ella. La fiebre le había vuelto a subir, y Balder y yo estuvimos turnándonos para cuidar de él.

El sol comenzaba a ponerse ya. Ivar llevaba tres horas durmiendo, pero se despertó al sentir el paño recién humedecido que le puse sobre la frente. Me miró sorprendido.

_¿Y Balder?_preguntó.

_Su turno acabó hace una hora.

Me sonrió.

_Te voy a echar de menos.

Lo miré extrañado.

_No me voy a ningún lado.

_Tú no, pero yo sí.

_No, verás como no, el médico dice que te vas a recuperar muy pronto.

_Estaba allí_ dijo. Lo miré con curiosidad.

_¿Quién estaba allí?

_ Me esperaba en la cabaña_ empezó a decir. Presté atención a sus palabras _. Entré en el portal y, cuando salí, entre la bruma azul, ante mí, se extendía un vasto prado, atravesado por un río. Al adentrarme un poco más, distingui a lo lejos una cabaña de madera. Me acerqué a ella y toqué la puerta, no estaba asegurada, así que se abrió. Me dejé vencer por la curiosidad y entré. De repente la madera empezó a crujir, alguien se acercaba. Me di la vuelta dispuesto a salir, pero una voz hizo que me volviera de nuevo. Allí estaba ella, de pie ante mí, con un niño pequeño en brazos. Me quedé paralizado por un momento, entonces comencé a acercarme. Pensé que era todo una ilusión, pero aquella idea se esfumó cuando roce su piel, ¡roce su piel! Era ella, estaba allí. La abracé con fuerza y la besé. Tenía que ser real, podía sentir su cuerpo entre mis brazos, sus labios besando los míos... Todo_. Hizo una pausa_. No sé cuánto tiempo estuve allí, cuánto tiempo estuve entre sus brazos. Ya no me importaba nada, todo había acabado para mí, Tarwe estaba allí, conmigo, viva; ya no tenía por qué preocuparme, ya no había razones para vengarme de nada, era hora de vivir nuestro sueño, nuestro sueño, un sueño. Entonces caí, sí, eso es lo que era, un sueño. No era Tarwe quien estaba entre mis brazos, no, Tarwe ya no era más que cenizas, y estaba en las criptas, yo mismo la puse allí. Entonces lo recordé todo, y con ello la razón por la que estaba allí. Era una prueba, estaba tratando de disuadirme. Me separé de Tarwe y avancé hasta la puerta, puse mi mano en el picaporte y la abrí... Nadie me detuvo, pero yo me volví a acercar a ella y la besé una vez más. Cuando nuestros labios se separaron y pose mis ojos en los suyos, descubrí que no había reproche en su mirada, no me culpaba de mi decisión ni iba a detenerme, no, me sonreía, me miraba ¿con orgullo? ¿Era eso lo que había en su mirada? Le dije que la quería y salí de la casa. Sólo me volví por última vez antes de entrar en el portal que se abrió ante mí. Seguía mirándome desde la puerta, con aquella sonrisa orgullosa que me indicaba que siguiera adelante. Vi como empezaba a desvanecerse, lentamente.
» No sabes lo que fue para mí reencontrarme con ella y ser consciente de que debía dejarla marchar una vez más para poder acabar mi camino.



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En el texto hay: elfos, demonios, dragones

Editado: 11.10.2020

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