Monstruos Y Sombras, El Rey Elfo

Voces Desde El Más Allá

NARRADO POR EL DOCTOR

_Tengo que dejarte_ le dije a Hassin segundos antes de colgar.

Empecé a caminar con cautela hacia la puerta del despacho y la abrí lo justo para poder ver lo que ocurría en el exterior. Podía escuchar a la perfección el sonido de unos pasos pesados avanzando por el pasillo mientras las luces comenzaban a parpadear frenéticamente hasta fundirse conforme avanzaba quien fuera que fuese aquel que se acercaba. Rápidamente cerré la puerta del despacho con llave y traté de no hacer ruido. Los pasos se escuchaban cada vez más cerca. Con sumo cuidado de no hacer ningún ruido, me deslicé por la pared hasta llegar al suelo para poder mirar por debajo de la puerta. Al principio todo pareció volver a la normalidad, pero de repente vi como una bota de piel se detenía justo delante de la puerta, trayendo consigo el frenético parpadeo de las luces.

Puse mis manos sobre mis labios para evitar producir cualquier tipo de sonido. Oí como el pomo de la puerta comenzaba a moverse, quería entrar. Me tendí completamente en el suelo y continué mirando por debajo de la puerta. El ruido del pomo cesó súbitamente.

Todo quedó en silencio por un instante.

_Sé que está ahí, doctor Abaid_ dijo una voz rota al otro lado de la puerta. Tapé mis labios con más fuerza mientras trataba de contener los temblores nerviosos que comenzaron a sacudir mi cuerpo.

NARRADO POR BALDWIN

Abrí la caja metálica con sumo cuidado y con las manos temblorosas debido a la emoción. En su interior vi el paño que cubría las gemas y los libros de hechizos, aquel paño color azul noche fabricado con la mejor seda de Oriente.

Era tal la emoción que me invadía en aquel instante que no me vi capacitado para continuar sin que se me saltaran las lágrimas. Hice una pausa y respiré hondo, tratando de calmarme. Me pasé los dedos por los ojos, secando la humedad que acabaría siendo lágrimas y continué con mi tarea.

Retiré el paño y observé las tres gemas, descansando una junto a otra, tal y como las dejé aquella vez. Cogí la gema color rojo entre mis manos y la acerqué más a mí, casi me costaba creer que las tuviera otra vez en mi poder, que tuviera una de ellas entre mis manos. 

Uno a uno, fui sacando los libros de hechizos y los distribuí de acuerdo al orden de uso durante el ritual. Entre los barrotes de la ventana de mi habitación podía distinguir a la perfección la luz rojiza de la luna color sangre que señalaba el inicio de aquel eclipse que lo sumergiría todo en la más absoluta oscuridad durante un día entero.

Un fuerte ruido me sacó de mis pensamientos. Alguien acababa de entrar en el hospital psiquiátrico, y de una forma violenta, de hecho, lo más seguro es que hubiera destrozado la puerta.

_Anharel_ dije para mí mientras disponía las gemas de la forma correcta y comenzaba a dibujar el símbolo en el suelo con la ayuda de un carboncillo que encontré.

Una vez acabado, esperé pacientemente a que llegara, pero no fue hasta casi media hora más tarde cuando oí fuertes golpes en mi puerta. Me asomé por la ventanilla y allí vi a mi antiguo compañero, con la capucha de su abrigo retirada, permitiéndome de ese modo ver sus rasgos después de tanto tiempo.

_Apártate, voy a abrirla_ me avisó.

Yo le obedecí. 

Con un fuerte golpe logró romper el cierre y la puerta se abrió instantáneamente.

Lo miré con sorpresa.

_Se me había olvidado tu fuerza sobrehumana.

Anharel me sonrió con una gran alegría reflejada en su mirada. Se acercó a mí.

_Por fin llegó el día.

_Sí_ respondí escuetamente.

Me miró extrañado.

_¿No te alegra?

_Pues claro, es solo que...

_¿Qué?

_Me da miedo, será la primera vez que no despierte tras la muerte.

Anharel me miró con compresión.

_¿Qué le ha pasado a la puerta de la entrada?

Lo miré sorprendido.

_¿No has sido tú quien la ha echado abajo?

Los ojos de Anharel se  desorbitaron.

_Se me ha adelantado_, dijo mientras dejaba una bolsa sobre mi cama y sacaba de ella velas, un mechero y el trozo del espejo que había guardado celosamente a lo largo de todos estos años.

_¿Quién se te ha adelantado?_ le pregunté.

Detuvo su acción y me miró.

_¿Quién crees?

NARRADO POR EL DOCTOR

Viendo que no le respondía continuó hablando.

_Doctor Abaid, podemos hacer esto de dos maneras, o me abre la puerta y me entrega lo que tiene en su poder y no le pertenece, o echaré  la puerta abajo. He podido con la tapa metálica del depósito, con las puertas dobles, con la puerta de entrada a este lugar... Podré con esta también. 
_¿Que quieres de mí?_pregunté casi con un hilo de voz.
_Se lo acabo de decir.
_Has venido a matarlo.

Hubo un silencio que, a mi parecer, fue eterno.

_No_ sentenció _, no he venido a matarlo, he venido para llevarlo conmigo al lugar donde debería estar. Su estancia en este mundo se ha alargado ya demasiado.
_¡Para ello debes matarlo!
_¡No se puede matar lo que ya está muerto!_ sentenció con cierto ápice de enojo_. Gardar murió en la hoguera hace miles de años. A ojos del mundo dejó de existir en el momento en que las llamas lo devoraron. Jamás podrá curarlo porque sólo se salvó de su consciencia la parte capacitada para realizar el ritual, sólo ocupó otro cuerpo la parte de la consciencia que recuerda su vida entre nosotros. Jamás podrá olvidar y por tanto, jamás se podrá curar. Viviría eternamente con la única finalidad de realizar ese ritual, vivirá eternamente en un lugar como este, y usted vivirá eternamente dándose golpes contra una pared intentando derrivarla sin ningún resultado. ¿Eso es lo que quiere?

Permanecí un momento en silencio, asimilando toda aquella información.

_No tiene ningún sentido lo que acabas de decir.
_Para usted no, es lo que tiene la magia y lo sobrenatural, que tan sólo unos pocos estamos capacitados para entenderlas_. No hubo respuesta por mi parte ante aquello_. Sé que sabe quién soy, qué soy. Y, por tanto, sabe que hace tiempo, algo sobrenatural acabó con la vida de mi mujer, un demonio que sigue ahí.  Balder, Gardar y yo nos encargamos de confinarlo en una de las gemas, a la espera de tener la suficiente fuerza y conocimiento para derrotarlo definitivamente. Sin embargo, la enfermedad acabó conmigo mucho antes de tener la oportunidad de destruirlo. Tenía la esperanza de que Anharel hubiera llegado para entonces, pero eso no ocurrió hasta varios días después de la muerte de Balder. 
_Ya me lo han contado, sé exactamente lo que sucedió después. 
_ Después, pero no paralelamente a ello.



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En el texto hay: elfos, demonios, dragones

Editado: 11.10.2020

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