Monstruos Y Sombras, El Rey Elfo

Camino Al Valle De Las Hadas

A la mañana siguiente partimos temprano. La tierra del camino estaba húmeda, en algunos sitios se habían formado charcos, y nuestros zapatos se llenaban de barro. 
Llegamos a una pared rocosa tan alta que parecía tocar el cielo. 
Miré hacia arriba.

_Si no recuerdo mal, había un camino poco señalado pero accesible entre las rocas_dije. 
_Sí, me suena algo de eso_dijo Ivar.

Pero de repente un fuerte aullido acabó con la conversación. La piel de Ivar se tornó blanca.

_"Kistards" _dijo Ivar. 
_¿Qué? 
_Lobos huargos procedentes del norte_ aclaró Tarwe. 
_No deberían de estar aquí, tan al sur, nunca han bajado tanto _dijo Ivar mientras preparaba su arco_. Algo los habrá hecho bajar hasta aquí.

Saltando entre las rocas empezaron a bajar unos lobos gigantescos a una gran velocidad. 
Saqué una daga de mi cinturón y me junte a Tarwe e Ivar, que tenían sus arco preparados. 
Los huargos aguardaban. Daban vueltas a nuestro alrededor, vigilando todos y cada uno de nuestros movimientos. Nosotros juntamos las espaldas. 
De repente uno de ellos saltó sobre nosotros. Lo primero que se oyó fue un silbido, seguido de un breve aullido de dolor y el ruido de un cuerpo desplomándose. Oí cómo Ivar cargaba de nuevo su arco. 
La mirada de los lobos en sí ya era una amenaza, pero comenzaron a mostrar sus enormes colmillos.

_No os separéis _dijo Ivar.

Otro lobo nos atacó de la misma manera, esta vez fue a mi a quien le tocó dar el golpe. 
Ataque tras ataque, los lobos consiguieron romper la formación. 
En un momento determinado, miré a Tarwe, que peleaba contra uno de los huargos sin percatarse de la presencia de uno de ellos acechando desde arriba con intención de saltar sobre ella.

_¡Cuidado! _la avisé, pero era tarde.

El lobo saltó sobre ella tirándola al suelo. Tanto Ivar como yo fuimos corriendo para socorrer la, pero no pudimos evitar que Le mordiera un brazo. 
Una vez que acabamos con el lobo yo me quedé con ella. Arranqué un trozo de tela de mi capa y le vende la herida mientras Ivar acaba con los lobos. Finalmente, los que no perecieron al arco de Ivar, se fueron corriendo y aullando por donde habían venido. 
Ivar vino corriendo hacia donde estábamos nosotros y se agachó a nuestro lado.

_Tarwe, ¿estás bien? _Le preguntó preocupado a su compañera. 
_Sí, no te preocupes, sólo es un mordisco _dijo intentando no gemir de dolor.

Ivar cogió su brazo y examinó la herida.

_Es una herida bastante fea. Si no la curamos bien, podría infectarse_dijo.
_El valle no está lejos.

Ivar me miró, clavando en mí sus ojos color gris.

_Pues vamos, debemos darnos prisa_ dijo mientras ayudaba a Tarwe a ponerse en pie.

Casi al anochecer llegamos al valle. Me recordó a la primera vez que lo vi, iluminado por aquella tenue luz azulada procedente de la vegetación.  Miré a Ivar y a Tarwe. 
Ella agarraba el brazo del traje de Ivar. Ambos miraban a su alrededor sorprendidos. Comenzaron a hablar entre ellos en un idioma desconocido para mí, luego me miraron.

_¿Vienen a recibirnos o hay que ir a algún sitio? No sé cómo va esto_ preguntó Ivar con una sonrisa tímida. 
_Nos han tenido que ver, no creo que tarden en venir_dije.

Entonces oí que Tarwe gemía. Me volví y vi que había apoyado la cabeza en el pecho de Ivar. Ambos se sentaron. Yo me acerqué a ellos y me arrodille a su lado.

_Se le está infectando la herida y comienza a tener fiebre.

Me acerqué más a ella y le miré la herida, Ivar estaba en lo cierto. Lo miré a él.

_¿Cómo estás tú? 
_Yo estoy bien.

Por fin apareció ante nosotros una luz dorada tan resplandeciente que nos hizo entrecerrar los ojos para protegerlos. De ella comenzó a aparecer la forma difusa de una mujer. Le dije a la guardiana lo que ocurría y pronto nos cedió el paso.



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En el texto hay: elfos, demonios, dragones

Editado: 11.10.2020

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