Montaña Rusa.

Prólogo.

23 de junio, 2009.

Lo que hice estuvo mal, estuvo muy mal.

Me deje guiar por mis emociones de nuevo y termine comentiendo otro error.

Pero, era para ayudar ¿No?

No importa los métodos, solo el resultado.

Quizás no debí querer ayudar, pero no pude evitarlo. Nunca logro evitarlo.

Miró de nuevo al barman [1] mientras que el solo lleva a cabo los pedidos que le hacían.

Si no estuviera lamentando lo que acabo de hacer, quizás estuviera coqueteandole.

No es para nada feo, cabello rubio, ojos cafés y una linda sonrisa. Además, la perforación que tiene en el labio le favorece mucho.

Tal vez debí buscar un bar más lejos de la ciudad. Este lugar esta muy concurrido esta noche.

— linda — alzó la vista de mi vaso al ver que me llamaba — ¿Estás bien?

¿Estaba bien? No, no lo estaba.

— ¿Una flor está bien cuando la arrancan de la planta? — pregunto mientras le hago una seña para que me sirva otro trago, limpio con una de mis manos las lágrimas que corrían por mis mejillas.

— las flores al ser arrancadas se marchitan, pierden su belleza — murmura mientras sirve el trago — he de suponer que en este caso tú eres la flor ¿No?. En ese caso la flor no pierde su belleza, solo su pureza.

Hago una mueca mientras bebo de un solo trago todo el contenido de mi vaso.

— la vida es una mierda.

— la vida es una perra — me apoya — pero, algo muy malo te tuvo que pasar para que alguien tan hermosa como tú esté en un mal de mala muerte.

— ¿No se supone que tu deberías decir cosas buenas de tu lugar de trabajo?

— cariño, yo podria decir que este bar es traído de Dubái, igual ambos sabemos que no es así.

Suelto una risa por primera vez en la noche. Al menos mi momento post-error no iba a ser tan malo.

— me llamo Phoebe — le sonrió de manera boba mientras que agarro uno de los manís que había en un pequeño plato.

— soy Geoff — me sonríe mientras termina de limpiar la barra — ahora pequeña flor ¿Me dirás quien te arrancó de la planta?

Ruedo los ojos ante sus palabras, no quería recordarlo, no quería.

Aprieto mis labios mientras que golpeó mis uñas contra la barra. Tal vez si se lo decía a alguien no me sentiría tan mal, tal vez me ayudaría a desahogarme.

— ¿Nunca más te voy a volver a ver?

El ladea su cabeza, como si estuviera pensando su respuesta.

— no lo creo, bonita. A menos que vayas a ir a Irlanda solo para verme. — sonríe mostrando un pequeño hoyuelos en el lado izquierdo de su rostro.

— entonces...si en algún momento me ves por la calle ¿Tu podrías fingir que no me conoces? — pregunto tomando de nuevo un trago de la nueva bebida que me había servido.

El suelta una risa — no voy a fingir que no te conocí, pero si puedo fingir que no escuché nada de lo que me dijiste.

— bueno, eso también me sirve...






 

[1] bartender o hombre de la barra.



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En el texto hay: doctores, romance, amor

Editado: 17.07.2018

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