1
Al salir de la casa, Santiago, Ricardo y Zoé entraron en la camioneta. Sabían que la camioneta no encendía, pero algo los empujó a entrar.
Al estar adentro, se quedaron en silencio un momento. Santiago sabía que estaban perdiendo tiempo, pero tenía miedo, ¿pero miedo a qué? ¿a qué encendiera?, era una sensación tonta, pero así era.
Tocó los bolsillos de su pantalón y en el bolsillo izquierdo sintió las llaves. Introdujo la mano, lo cual fue complicado ya que el pantalón era algo entallado, las sacó y las introdujo en la cerradura que estaba al lado del volante, la giró y el auto emitió un rugido.
Había vuelto a encender.
Los chicos no dijeron nada, Santiago se apartó de la banqueta y luego dio vuelta en U rumbo al parque.
La señora de la casa de enfrente los observaba desde su ventana.
2
La camioneta avanzaba hacia el parque, dejando atrás la hilera de casas. Al llegar al cruce de calles, dobló hacia la derecha entrando en otro carril.
Mientras seguían el camino que trazaba la forma circular del parque, los chicos observaban que había más gente en el lugar que la que se hallaba cuando llegaron.
Había una rueda de la fortuna, varias lonas de color azul que daban la espalda a la carretera y mucha gente que entre risas decía:
—Este será el mejor carnaval del año.
En el quiosco se encontraba un tipo gordo con mejillas gordas, una camisa blanca, un pantalón negro y el cabello negro peinado hacia atrás.
En su mano derecha tenía un micrófono y exclamaba alegremente.
—Recuerden amigos, el carnaval empieza a las 7pm. No se atrasen en sus compras, porque esta fiesta durara toda la semana.
Ricardo sacó un teléfono de su bolsillo, lo encendió y vio la hora:
4:27pm
—Tenemos algo de tiempo —dijo tranquilamente Ricardo.
—Si nos apuramos —agregó Zoé sin apartar la vista del parque.
—Bien, me estacionare aquí entonces —exclamó Santiago mientras se estacionaba entre dos autos.
Al terminar, apagó el auto y volteó a verlos.
—Bien, este es el plan: Ricardo, tú iras por las piezas que hacen falta. Asegúrate que sean las correctas, no queremos que vuelva a ocurrir lo de hace rato. Zoé, tu compra algunas medicinas, tu hermana las necesita.
<<Y posiblemente nosotros>>
Yo iré a comprar la despensa, con suerte encontrare algo, dame la hora.
4:30pm
—Bien, salgamos —ordenó Santiago.
Los chicos salieron de la camioneta.
Santiago cruzó la calle, entró en el parque y se perdió entre la gente.
Zoé siguió el camino de la banqueta circular con las manos en la bolsa.
Ricardo se quedó en el mismo lugar, ya que se habían estacionado en frente de una ferretería.
4:31pm
Al entrar en el local observó que el lugar era amplió y tenía muchas cosas alrededor. Estaba todo bien ordenado y limpio.
—Buenos tardes —dijo un señor detrás de un mostrador al fondo de la tienda.
El señor de la tienda llevaba una camisa polo blanca, con un pantalón color crema, tenía una calva enorme salvo por las partes laterales, donde su cabello era blanco.
—Buenas tardes —exclamó Ricardo mientras se acercaba al mostrador.
—¿Qué necesita?
—Ocho fusibles y cuatro focos —dijo Ricardo mientras le daba un papel con las medidas de cada cosa.
Mientras el señor revisaba las filas de estantes que tenía detrás, Ricardo volteó a ver el lugar. Estaba bien iluminado y todo parecía recién traído.
Mientras volteaba, algo llamó su atención. En una de las paredes había una mochila negra, parecía bastante grande.
—Serian doscientos ocho pesos en total —dijo de pronto el señor con las cosas en el mostrador.
Ricardo lo volteó a ver.
—¿Cuánto cuesta esa mochila? —preguntó señalando la pared.
El señor la vio un momento y luego respondió.