Monte Cristo: El Inicio Del Carnaval

DESPUES DEL DESASTRE

1

Al día siguiente, la gente se encontraba rodeando el quiosco. Murmuraban sobre lo ocurrido la noche anterior, tenían miedo, ya que el puente era la única entrada al pueblo.

Mientras tanto, el presidente municipal se encontraba hablando con unos policías, al terminar de hablar, tomó el micrófono.

—Señoras y señores, conserven la calma y escuchen —dijo con voz tranquila—. Estamos haciendo lo necesario para arreglar este problema, pero necesitamos que guarden la calma. En estos momentos, un grupo de policías se ofrecieron a subir a los botes y traer ayuda.

—¿Eso de que servirá? —gritaron entre la multitud—. Los botes no son suficientemente grandes para traer ayuda —gritaron por otro lado.

El presidente municipal se empezó a masajear la frente, luego continúo hablando.

—En lo que piden ayuda a los pueblos vecinos, nosotros estaremos trabajando en la construcción de un puente temporal, esto para que pueda entrar la ayuda al pueblo. Todavía hay material que sobró de las remodelaciones —la gente empezó a asentir con la cabeza ahora con más tranquilidad.

Un tipo con casco amarillo y chaleco naranja tomó el micrófono.

—Gente, por favor, escuchen —dijo con voz tranquila—. Necesitamos toda la ayuda para terminar este puente lo más rápido posible.

—¿En cuánto tiempo estará listo? —volvieron a gritar.

—Dos semanas —respondió con voz nerviosa. La gente empezó a murmurar con más impaciencia—. Pero si ayudamos todos, podríamos terminar en la mitad del tiempo incluso uno o dos días antes de que acabe la semana del carnaval —la gente se mostró más positiva—. ¿Quiénes quieren ser voluntarios? —preguntó finalmente. Acto seguido, varias personas entre la multitud levantaron la mano.

El presidente municipal volvió a tomar el micrófono.

—Recuerden señores, no gasten sus provisiones tan rápido, adminístrenlas bien. Los negocios abrirán para el público, pero todo estará racionado.

Santiago, quien se encontraba detrás de la multitud, empezó a alejarse, cruzó la calle y entró a la camioneta. Mientras lo hacía, al otro lado de la calle “la anciana de la casa de enfrente” lo observaba con más ira.

2

Lunes

 

En la casa, Zoé se encontraba consolando a Abigail, quien no había dejado de llorar desde que se despertó.

—Tranquila —decía Zoé—. Todo estará bien, ya verás —agregaba con voz tranquila.

—No es cierto —gimoteó Abigail—. ¿Dónde está mamá?

Zoé no pudo responder, eso la frustro.

Un ruido hizo que volteara rápidamente.

 

3

En la planta baja, Ricardo se puso el empaque en la boca, tomó una silla y se dirigió hacia el pasillo que daba al sótano. Al llegar colocó la silla debajo del sócalo donde pondría el foco, se subió en la silla, le dio vuelta al foco roto. Al terminar, bajó de la silla y lo dejó en el suelo, luego, abrió el empaque, lo sacó y colocó el foco nuevo.

Minutos después, en el sótano, el chico cambiaba los fusibles iluminando la caja con la linterna MT 10, al terminar, se quedó únicamente con cuatro de los que había comprado.

Cerró la caja y luego tiró de la palanca que se encontraba a un lado de esta.

—Por favor no estalles, por favor no estalles —susurraba mientras observaba el foco que se encontraba en el pasillo superior.

Pasaron unos minutos y no pasó nada, Ricardo dio un gran suspiro. Estuvo a punto de guardar la linterna cuando un ruido lo estremeció, volteó rápidamente apuntando con la linterna el empolvado sótano, giró hacia la izquierda y encontró el encendedor, se acercó y lo presionó.

La luz de un viejo foco iluminó todo el lugar, que se encontraba en un estado deplorable.

Al apuntar el fondo del lugar con la linterna, algo le llamó la atención, había una pequeña puerta en diagonal que parecía se poder abrirse de par en par. El chico volvió al estuche que estaba cerca de su mochila en el suelo y dejó la linterna sobre puesta, luego, volvió a la pequeña puerta en diagonal y al estar frente a ella, se dio cuenta que había una cadena oxidada sellada con un candado que también estaba oxidado.

Salió del sótano con su mochila en el hombro izquierdo, y entró a la sala. Dejó su mochila en uno de los sillones y se dirigió al mueble donde estaba el televisor, abrió todas las gavetas, pero estaban vacías, luego, se dirijo a la cocina. Caminó hacia una vitrina en la que estaban acomodados muchos platos, abrió tres gavetas que se encontraban en medio de la vitrina y solo encontró cuchillos de cortar carne y tenedores. Más abajo de las gavetas había tres puertas pequeñas, abrió la de en medio y encontró un teléfono de auricular.




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